
16 de octubre de 1846, en la sala la expectación era máxima. Numerosos cirujanos se habían reunido alrededor del eminente profesor John Collins Warren. Estaban a punto de presenciar lo que iba a resultar un antes y un después de la cirugía aunque la mayoría de ellos, incrédulos, no se tomaban en serio lo que semanas antes les habían anunciado «se iba a realizar una prueba de cierto preparado al que se le había hecho la asombrosa atribución de que liberaría del dolor a la persona operada».
Todos estaban listos. El paciente, un hombre llamado Gilbert Abbott, presentaba una tumoración en la parte izquierda del cuello que se le extendía de la mandíbula a la boca y debían extirpársela. Pasaban quince minutos de la hora acordada cuando de repente se abrió la puerta del anfiteatro quirúrgico y se presentó el causante de todo este revuelo, el Dr. William Thomas Morton. Inmediatamente se acercó al paciente y tras administrarle un gas, este quedó inconsciente. Fue entonces cuando dijo: «Su paciente está preparado, señor». El Dr. Warren cogió el bisturí y con gran pericia extirpó el tumor al enfermo. Transcurrido un breve espacio de tiempo el paciente se despertó manifestando que no había sentido nada de dolor. Los asistentes quedaron estupefactos. ¿Acaso era magia? El Dr. Warren se apresuró a decir: «Señores, esto no es una farsa».
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la gente es incrédula por naturaleza creo que hay que probar y ver para creer
Hola Esther,
los grandes avances de la ciencia, y en la medicina en concreto, han tenido muchos incrédulos al inicio. Pero al final, han tenido que rendirse a la evidencia.
Un saludo,
Fco. Javier Tostado
Todo un gran espectáculo. Sin embargo, lo cierto es que el 30 de marzo de 1842, Crawford Williamson Long había extraído un tumor utilizando la misma sustancia. Long reclamó incluso ante el Congreso de los Estados Unidos su derecho de primogenitura, pero Oh! sorpresas, en realizad el 30 de Marzo de 1804 en Kioto, Japón, Hanaoka Seishu utilizó la Datura stramonium ( de donde se obtuvo la Escopolamina) para realizar una mastectomía en una mujer de 60 años. En fin, qué se le va a hacer…
Hola Jorge,
gracias por la aportación de los datos que nos dejas acerca de Seishu y Long. En cuanto a este último y al igual que muchos de los colegas de su época participó en las llamadas “ether frolics”, que venían a ser unas reuniones (muy divertidas) en la que se inhalaban vapores de éter a fin de entretenerse. Long se dio cuenta que durante estos períodos de “excitación” no percibían con la misma intensidad los golpes que recibían los participantes, al igual que con el óxido nitroso. El 30 de marzo de 1842, cuatro años y medio antes que Morton, Long extrajo un pequeño tumor del cuello a un joven llamado James M. Venable. El problema es que no fue el primero en demostrarlo públicamente a diferencia de Morton.
Esto me hace recordar la contraportada de un periódico que recientemente leí (aunque no tiene mucho que ver con la anestesia). Dos recién licenciados físicos españoles, Ignacio López y Miquel Piñol, desarrollaron una teoría según la cual denegaban la existencia de los agujeros negros cuatro años antes que el físico británico Stephen Hawking lo hiciera hace apenas unas semanas. Escribieron un artículo que se publicó en una plataforma online de la Universidad de Cornell (EEUU), la mima que utiliza ahora Hawking para dar a conocer su trabajo. Pero claro (y he aquí la relación con tu comentario) ellos no se llamaban “Hawking” y su teoría pasó inadvertida para la opinión pública.
La anestesia con éter, al igual que muchos otros grandes inventos de la historia, fue utilizada con éxito mucho antes de lo que se atribuye, aunque muchas veces estos grandes protagonistas caen en el olvido.
Un saludo