
«He entrado antes que tú en mi santo gipar / yo la en (sacerdotisa), Enheduanna / llevando la cesta masab pronuncié un alegre canto / (pero ahora) ya no habito en el hermoso lugar que tu estableciste»
(Exaltación de Innana)
Este fragmento de un himno en honor a la diosa Innana (la Ishtar acadia) de más de 5.000 años de antigüedad se le atribuye a una mujer de nombre Enheduanna y tiene el honor de ser considerada la primera escritora de la historia. Nació donde nació la escritura, en Sumer (actual sur de Iraq) en el año 2354 a.C.
Es el primer texto que se puede atribuir a un autor y es la única entre los grandes autores de la literatura mesopotámica. El texto se encontró en un disco de alabastro hecho pedazos en unas excavaciones del templo de Ur en el año 1927. Actualmente la podemos ver en el Museo de la Universidad de Filadelfia.
Su estado estaba muy deteriorado probablemente porque se destruyó de forma intencionada. Contiene 18 estrofas y se le conoce como «La exaltación de Enheduanna a Innana».

Enheduanna era la hija del rey Sargón I siendo nombrada por su padre gran sacerdotisa encargada del culto de un poderoso dios de la ciudad mesopotámica de Ur (Sin, en acadio), Nanna, el dios-Luna sumerio. Por este motivo, tuvo muchas envidias ganándose enemigos entre los hombres de confianza de su padre que no vieron con buenos ojos que una mujer consiguiera tanto poder como el que adquirió en su cargo.
Se sabe que escribió poesía (se le conocen cinco poemas), himnos religiosos y compuso en ocasiones música para acompañarlos.
El imperio acadio abarcó toda Mesopotamia y fue el «primer imperio» que se conoce. Su fundador, Sargón I lo forjó con la fuerza de las armas y nombró como capital la ciudad de Acad, que aún no ha sido localizada. El extraordinario poder que acumuló, el mayor ostentado por ningún hombre hasta entonces, solo fue superado por los reyes asirios, mil quinientos años después.
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