Una de las rutas comerciales más importantes y duraderas de todos los tiempos fue la conocida como «Ruta de la Seda», pero no es hasta el año 1877 que se conoce por este nombre, término acuñado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richtohfen haciendo referencia a la mercancía más preciada, la seda.

Su origen hay que buscarlo en el siglo I a.C. en dos grandes imperios de oriente, el Chino y el gran pueblo de los Partos. Estos últimos fueron un pueblo nómada que habitaba las estepas de Asia y que en el siglo III a.C. crearon un imperio en Irán y Mesopotamia. Llegaron a ser tan poderosos que se atrevieron a desafiar a los reyes helenísticos y después a la todopoderosa Roma a la que infligieron una de las más grandes derrotas en el año 53 a.C. cuando en la batalla de Carras el triunviro Marco Licinio Craso fracasa en su intento de invasión de Partia siendo derrotado por el rey Orodes II, muriendo en el combate el propio Craso junto a 20.000 legionarios.

El emperador chino Wudi (141-87 a.C.) de la dinastía Han, ante la amenaza de los mongoles, buscó aliados enviando a Partia una embajada dirigida por Zhang Kian. Este fue el primer contacto entre los dos grandes imperios. Tras el regreso de su informador, el emperador pudo estar al tanto sobre las costumbres y los productos de Partia, India, Bactria y el Mediterráneo. No lo dudó ni un momento y mandó crear el proyecto de una ruta directa con Occidente y así colocar sus artículos más valiosos incluyendo la seda.

Pimienta de la India, especias del Sudeste Asiático, ámbar de Rusia, laspislázuli de Afganistán, brillantes y esmeraldas de la India o el coral del Mediterráneo, eran artículos preciados de primerísimo orden. Los partos, situados prácticamente en el centro geográfico del continente euroasiático, desempeñaron un papel crucial en el desarrollo de todas estas nuevas rutas comerciales entre Oriente y Occidente. Conscientes de ello, convencieron al emperador chino Wudi de que el camino más allá de Babilonia era dificultoso y peligroso. Este engaño les permitió monopolizar el tramo final de la Ruta de la Seda obteniendo grandes beneficios que les permitió convertirse en el gran imperio que fue después.
Como podéis comprobar, el poder comercial genera poder económico y este, poder político…¡Como en nuestros tiempos!
Un artículo:
Internet en los tiempos del camello, de Jesús García Barcala.
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