
Resulta evidente para qué servían estas monedas, aunque lo más sorprendente es que son -como no podía ser de otra manera- monedas romanas utilizadas durante el siglo I a.C. En el anverso vemos el servicio sexual que se prestaba y en el reverso el número del cubículo donde se realizaba.
El contexto y sus curiosidades:
La prostitución en la época de la Antigua Roma era considerada como un bien social y de hecho, cuando las legiones romanas acampaban durante cierto tiempo en un lugar no tardaba en aparecer un prostíbulo cerca para contentar a los soldados. Eran de mente abierta y no entendían la homosexualidad como nosotros en la actualidad. Cuando alguien solicitaba un «favor sexual» se le preguntaba si quería un hombre o una mujer.
Los hombres daban mucha importancia a sus atributos y cuando juraban decir la verdad se apretaban los testículos con la mano derecha. He aquí el origen de «testificar» en un juicio (aunque muchos son los que lo ponen en cuestión). Las celdas donde las prostitutas ejercían su trabajo se denominaban fornices y de aquí proviene la palabra fornicar.
No disponían de ropa interior y si tenían frío se abrigaban con vendas. Para realzar el pecho utilizaban las mamillare o fascia pectoralis (faja de tejido fino). Las mujeres de la alta sociedad usaban una redecilla elaborada de hilos de oro o plata, pintándose las areolas y los pezones con tonos rojizos, dorados o plateados.

Existen dos explicaciones sobre su existencia:
-La primera, y más probable, es que en aquella época la mayoría de prostitutas y esclavas eran extranjeras, y el idioma resultaba un problema a la hora de comunicarse y entenderse con su «cliente». Con las monedas todo quedaba muy clarito y no había confusión alguna por ninguna de las dos partes.
-Los que defienden la otra interpretación se basan en que ninguna de las monedas se han encontrado en los restos arqueológicos de los burdeles romanos. Según ellos, se trataría de una colección del emperador Tiberio quien los mandó acuñar para algún juego sexual de la época.
Existían 16 tipos de monedas diferentes, aunque una de ellas no se acuñó oficialmente y representaba un pene con alas. Hechas de bronce o latón, miden unos 20 mm diámetro y su valor lo determinaba el gobierno del Imperio romano.
El adulterio se permitía para los hombres de elevada posición, pero siempre debía realizarse con una persona de clase inferior, y en cuanto al sexo entre hombres se permitía sin ningún problema siempre que ningún ciudadano libre adoptara el papel pasivo en la relación, algo que era obligatorio para los esclavos.
La felación era uno de los servicios más caros al considerarse el vicio más repugnante que se podría solicitar, quizás por la falta de higiene de algunos de los clientes. Además, estaban muy mal vistas por considerar la profanación de la boca una vergüenza para la persona al tratarse de un canal de comunicación social. Pero lo peor de todo, el mayor tabú de todos era que el hombre realizara un cunnilingus a una mujer, al renunciar a la actitud dominante del hombre al mismo tiempo que practicaba sexo oral.
Los lugares donde se ofrecía este servicio eran llamados statio cunnulingiorum
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Información basada en Tarraconensis.com
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