Continuemos con las torturas del Medievo (y más allá). Al igual que en el anterior post puede que su lectura hiera la sensibilidad de alguno de vosotros. Aún estáis a tiempo de dejarlo…

-La doncella de hierro: Eran bellos ataúdes realizados con la más exquisita artesania pero su interior guardaba una macabra colección de pinchos colocados estratégicamente que al cerrarlo penetrarían en determinadas partes del cuerpo según se quisiera dar una muerte más o menos lenta. La primera referencia que se tiene -aunque ya se realizaban antes- es del 14 de agosto de 1515 en la que ajusticiaron a un falsificador de moneda:
…fue introducido y la puertas se cerraron lentamente (…) las puntas afiladas le penetraban en los brazos, en las piernas, en la barriga, en el pecho, en la vejiga, en la raíz del miembro, en los ojos, en los hombros y en las nalgas, pero sin matarlo (…) y así permaneció gritando y lamentándose durante dos días, después de los cuales murió…
-La pera: Se colocaba en la boca, ano o vagina del ajusticiado y mediante un tornillo se abría provocando dolorosos desgarros que se incrementaban con puntas que sobresalían de los extremos. Habían varios tipos: la oral se aplicaba a los predicadores y a los seglares antiortodoxos; la vaginal a las mujeres culpables de tener relaciones con el diablo y la rectal, a los homosexuales.

-El tormento de la rata: Se utilizaba en la antigua China. Una rata encerrada en una jaula abierta por abajo se colocaba en el abdomen del hereje. Los torturadores se dedicaban a molestarla con palos ardiendo para que buscara una escapatoria abriendo las tripas del condenado y, en ocasiones, salía por el otro lado del cuerpo de la víctima. Aunque encontré alguna imagen que la describe muy bien he optado por no incluirla… por desagradable.
-La tortura de agua: Se ataba a la víctima tapándole la boca con trapos. Con unos tubos introducidos por los conductos nasales se le introducía agua hasta que el estómago estuviera a punto de explotar. Era entonces cuando los verdugos propinaban patadas y saltaban encima hasta que lo hiciera.
-La araña de hierro: La utilizaban para desgarrar completamente los senos de las mujeres condenadas por herejía, blasfemia, adulterio, abortos provocados…
-La cabra: Muy popular en las mazmorras. Una vez torturado el reo se le fijaban los pies a un cepo. Tras untarles las plantas con sal o sebo, una cabra comenzaba a lamerlas provocando, la aspereza de su lengua, que los dejara en carne viva llegando a veces hasta el hueso.
-Las jaulas colgantes: Eran tan habituales que se convirtieron en algo normal de los paisajes urbanos. Hechas de hierro y madera, las colocaban cerca de los edificios municipales… Dentro se encerraba desnudo o semidesnudo al fugitivo que moría de hambre, sed o por las inclemencias del tiempo. Generalmente habían sido torturados antes y, en ocasiones, se introducían gatos salvajes o se encendía fuego debajo para abrasar al condenado.
-La cuna de Judas: Tras levantar al prisionero se le soltaba súbitamente para que cayese sobre una pirámide de madera, con la punta de acero. Así se le provocaban lesiones en el ano, los testículos o la vagina.
-Las uñas de gato: Colgaban al torturado desnudo y con un instrumento con garfios en la punta a modo de rastrillo, arrancaban la carne del prisionero a tiras, llegando incluso a los huesos.
-El empalamiento: La víctima era atravesada por una estaca por un lado, por el recto, la boca o la vagina. Se solía clavar en el suelo dejándola colgada. Muchas eran mujeres acusadas de robo o infidelidad. Una variante era calentar al rojo vivo la estaca utilizando clavos antes de la ejecución para aumentar así la sensación de dolor. Para encontrar su origen hay que remontarse al antiguo pueblo de Asiria. En Rumania durante el siglo XVI fue muy utilizado por Vlad «el Empalador» Tepes, que inspiraría el relato literario de Drácula.

-El garrote: Utilizado por la Inquisición española y conocido como garrote vil desde que se introdujo en el código penal de 1822, ha estado vigente hasta 1978.
-La hija del carroñero: Estructura metálica con aros y un sistema de tuercas y tornillos que permitían ir quebrando todos los huesos de la víctima. Muchos protestantes murieron así durante el reinado de Elizabeth I de Inglaterra.
-El aplastacabezas y el aplastapulgares: Creo que no necesitan mucha explicación.
-La purificación del alma: La Inquisición pensaba que el alma de las brujas era corrupta y para limpiarla le hacían ingerir agua, jabón, carbón u otras sustancias hirviendo.
-La flauta del alborotador: De origen italiano, la Santa Inquisición la utilizó durante los siglos XVII y XVIII en casos de blasfemia. Se usaba de manera pública colocándo un collar en el cuello del acusado, y los dedos entre barras de hierro que eran apretadas por el verdugo. Así se aplastaban provocando heridas en la carne, en los huesos y en las articulaciones.

No son todas las que eran y aquí os dejo el nombre de otras torturas que se efectuaban: el gota a gota, la hoguera, la picota, el potro, la rueda, la guillotina, el cepo chino, la cigüeña, el péndulo, el taburete sumergible, las botas, la atadura, el cinturón de San Erasmo, la tortuga, la turca, la mordaza o babero de hierro, el potro escalera… No os dejéis engañar por el nombre pues no hace justicia a su crueldad.
Todas estas máquinas de tortura fueron abandonándose lentamente con la llegada de la Ilustración quedando algunas de ellas en el olvido. Aunque depravadas, horribles y sanguinarias creo que no deberíamos cerrar los ojos a la historia en todas sus dimensiones y esa ha sido la intención de recordarlas en mi blog.
De todas formas ya os había avisado y como dicen:
«El que avisa no es traidor»
Para saber más:
Lista de los mejores museos de la tortura
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