Si hay algo que tienen en común todas las mujeres de cualquier civilización a lo largo de los tiempos es el de parir con dolor. Pero en el último siglo esto ha cambiado paralelamente al avance de la anestesia. En muchos hospitales de cualquier país (por desgracia, no en todos) se dispone de la anestesia peridural o la intradural, evitando así el sufrimiento de esas dolorosas contracciones.
Como en todo en la vida –y más en medicina- esto tiene ventajas evidentes, aunque también inconvenientes médicos (hipotensiones de la parturienta, retraso en la evolución del parto…) e incluso psíquicos, ya que algunas mujeres consideran que se hace una desmesurada intervención en algo tan natural como es el parto.
Dejando de lado estas consideraciones vamos a explicar los orígenes de este tipo de anestesia:
Todo empezó cuando el ginecólogo irlandés James Young Simpson (1811-1870), utilizó por primera vez el éter en obstetricia, y después, el cloroformo, en 1847, publicando su uso en un artículo de la revista Lancet del mismo año. En aquellos tiempos era algo demasiado novedoso e incluso controvertido para muchos de sus colegas médicos, conservadores y religiosos, que defendían el dolor del parto como un mandato celestial.
No fue hasta que la reina Victoria de Inglaterra lo empleara en 1853 para dar a luz a su hijo el príncipe Leopoldo a manos de John Snow que se consolidará su uso, junto con un aumento de la demanda de las embarazadas y de la opinión pública. La reina Victoria no tuvo ningún problema en utilizarla pues si había algo que no podía soportar, era el dolor. Incluso fue una consumidora habitual de cannabis por sus frecuentes dolores de regla.
En los años posteriores, los obstetras ingleses optaron por el cloroformo al considerarlo más seguro que el éter, ya que este ardía fácilmente y había el riesgo de una explosión al acercarse a las velas de las casas cuando se presentaba un parto nocturno. La invención de las jeringuillas hipodérmicas por el cirujano F. Rynd, en 1845, abría nuevas puertas a la anestesia durante el parto y a la anestesia en general.

Aunque todavía en muchos lugares del mundo no disponen de los medios para hacerlo, a diferencia de no hace mucho tiempo atrás es la mujer la que puede elegir si quiere parir con dolor o sin él.
Links imágenes:
Gracias por el informe.
Hola Ruben,
no se merecen. Creo que la anestesia durante el parto ha sido uno de los grandes avance en la medicina de los últimos tiempos. Por eso creo que se merecía este post.
Un saludo.
Tan interesante y bien explicado como siempre, Francisco Javier. Gracias por ello.
Al margen de otras consideraciones… ¡cuánto le deben algunas señoras a la reina Victoria!
Y finalmente -aunque sé que no está bien hacerlo- me permito, por la confianza que tenemos, dejar aquí un poco de autopropaganda (aunque ese blog ya esté jubilado) con un enlace sobre mi admirado Dr. John Snow, a quien mencionas en este post… http://medicinahistoriayarte.blogspot.com.es/2012/01/el-dr-john-snow-1813-1858-pionero-de-la.html
Hola Paco,
no solo no es que esté bien sino que te agradezco y espero tus comentarios y enlaces que no hacen más que enriquecer nuestro conocimiento sobre la historia de la medicina.
Muy recomendable tu enlace al que quiera profundizar sobre la figura del Dr. John Snow.
Un saludo
Gracias Francisco Javier.
Interesantes datos. La gran mayoría de las mujeres, sin duda agradecen este tipo de ayudas para aliviar su dolor parturiento.
Hola Alejandra,
muchas lo verán como una bendición pero otras tendrán otra percepción de la anestesia. Al menos en la actualidad, aunque no en todos los países por desgracia, la mujer puede decidir.
Un abrazo
Mi opinión se dirige a apoyar en la medida de lo posible los recursos a nuestra disposición que eviten el sufrimiento innecesario, en aprovechar el avance de la medicina y la ayuda terapéutica que hoy en día se nos brinda en los países con un mínimo de desarrollo. Es urgente, desde mi punto de vista, trabajar en la dirección de hacer extensivo el progreso y la ciencia para que avancen globalmente, pero éste sería otro tema. Y quería hacer hincapié en la importancia de no caer en el dogmatismo y sí hacer acopio de una gran dosis de sentido práctico. En definitiva, ni el objetivo natural de la manternidad pierde su valor, ni la mujer es menos madre, por recurrir a estas técnicas. Muy buen artículo, cuidado en su análisis y con el estilo sobrio e impecable que suele ser habitual en todo lo que publicas. Un saludo
Hola ïtaca,
interesante reflexión que te agradezco de veras. Sinceramente, opino como tú. No por parir sin dolor se es menos madre. Hay mil maneras distintas que a lo largo de los años se podrán manifestar para mostrar el cariño, la paciencia y el amor hacia un hijo. Pero por supuesto es mi opinión y todas son igual de respetables. Como bien dices, y si disponemos en nuestro medio de los instrumentos necesarios para tener un parto seguro y más confortable, ¿por qué no aprovecharse de ello?.
Un saludo también para ti.
Muy interesante. Y espero no molestar con mi comentario, pero como siempre, la religión poniendo trabas para avanzar… especialmente para los temas de la mujer…
Lo realmente penoso es que estos avances y otros incluso más sencillos no estén en manos de todas las mujeres. Muchas aun mueren en el parto en muchas partes del mundo por no tener una adecuada atención médica.
Hola Amanda,
ya que has tocado el tema de la mortalidad materna a consecuencia del parto, dejaré estos datos de la OMS que dan mucho que pensar:
-Unas 1.000 madres y 2.000 recién nacidos mueren cada día por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto.
-Un 99% de la mortalidad materna corresponde a los países en desarrollo.
-La mortalidad materna es mayor en las zonas rurales y en las comunidades más pobres.
-En comparación con las mujeres de más edad, las jóvenes adolescentes corren mayor riesgo de complicaciones y muerte a consecuencia del embarazo.
-La atención especializada antes, durante y después del parto puede salvarles la vida a las embarazadas y a los recién nacidos.
-La mortalidad materna mundial se ha reducido en casi la mitad entre 1990 y 2013.
¿y cuál es el peor país del mundo para parir? Afganistán, en el que una mujer muere cada 27 minutos a causa de complicaciones en el embarazo y el parto.
Cifras escalofriantes sin lugar a dudas.
Un saludo
Muy interesante, la verdad es que pensaba que la anestesia durante el parto era mucho más reciente. ¿Era algo más o menos ‘conocido’ o sólo era para un grupo muy reducido de mujeres?
Un saludo.
Hola Ana,
en el siglo XIX no era habitual que se pudiera disponer de ella.
La técnica de la peridural (anestesia de la zona lumbar hacia abajo) no se empieza a ofrecer sistemáticamente en los partos hasta hace relativamente poco tiempo, al menos en España, quizás en la década de los años 80-90. Las primeras publicaciones sobre este tipo de anestesia locoregional aparecen a principios del siglo XX pero su utilidad práctica empieza a verse a partir de 1930.
Un saludo y gracias por dejar el comentario.
Te dejo esta imagen sobre el tema, ¿qué opinas Francisco Javier? Un saludo. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10154227258309827&set=a.10150951396884827.432391.660564826&type=3&theater
Espero lo puedas ver, si no, me dices.
Hola Joe,
no puedo verla…
Perdón, hasta apenas vi tu respuesta.
La subí a mi sitio para que puedas verla. http://www.joebarcala.com/wp-content/uploads/2016/10/mujer-parir.jpg
Hola Joe,
aunque parir de cuclillas es la posición más fisiológica, en occidente las mujeres ya parían de las dos maneras antes del siglo XVII, y entre la nobleza y en la Corte tenemos múltiples ejemplos a la hora de hacerlo en una cama. En Castilla era costumbre hacerlo para poder ser presenciado y legitimar al mismo (ejemplo: los partos de la reina Isabel la Católica). Esto no quita que en Francia se popularizara a raíz de Luis XIV…
Un saludo y gracias por tu enlace.
Amigo mío, aquí todavía nos toca por la vía dolorosa.
Hola Aliney,
en pleno siglo XXI deberíamos poder ofrecer la posibilidad de la anestesia en todos los rincones del mundo, es una verdadera lástima, realmente.
Saludos y gracias por comentar.
Sí, Francisco, así debería ser, mas ya ves. Sin embargo, te diré que en mi parto lo más doloroso no eran las contracciones en sí, sino el tener que permancer acostada durante el proceso, si hubiera tenido la posibilidad de elegir creo que hubiera preferido poder caminar, no sé, pero por alguna razón siempre me ha sido más fácil relajarme caminando ante un dolor.
Gracias a ti por estos temas.