En la ciudad de Roma existen actualmente ocho obeliscos del Antiguo Egipto, cinco de la Antigua Roma y otros más modernos. Pero hoy hablaré de uno de ellos, concretamente el que se encuentra frente a San Pedro en el Vaticano. Fue testigo del martirio de muchos santos -en especial de San Pedro quien está enterrado bajo la Basílica-, es el segundo más alto de Roma, después del de Letrán, y es el único de una sola pieza.
Mucho antes de que Napoleón impusiera la moda de traer obeliscos de Egipto para embellecer las plazas de las ciudades europeas los emperadores romanos ya lo hacían con la Ciudad Eterna. Augusto lo mandó trasladar desde Alejandría y después Calígula en el año 40 d. C. lo hizo colocar en el Circo de Calígula, después conocido como el Circo de Nerón. Medía 40 metros de altura y pesaba 320 toneladas, dedicándolo al dios Sol. A diferencia de otros obeliscos egipcios, es uno de los pocos que no tiene inscripciones jeroglíficas. Probablemente fue erigido en Heliópolis -antigua capital del Bajo Egipto- con el granito rosa de la cantera de Asuán. En el pedestal se puede leer una dedicatoria a Augusto y Tiberio.
En el año 1585 el papa Sixto V informado de más de 500 proyectos para el traslado del obelisco al centro de la plaza -proyectada posteriormente por Bernini- se lo encargó finalmente al arquitecto italiano Domenico Fontana. El lugar elegido se decidió para «ver sometidos a la cruz los monumentos de la gentilidad en aquellos mismos lugares en que antiguamente los cristianos sufrieron muerte en la cruz».
El traslado
Era un trabajo complicadísimo que requirió todo el ingenio y coraje para poder llevarlo a cabo. El proyecto consistió en encofrarlo utilizando una estructura de madera, desmontarlo y transportarlo sobre una base de rodillos. Posteriormente y con un sistema de poleas lo levantaron en su nuevo emplazamiento. Se necesitó un año, un millar de obreros y 140 caballos. La finalización de la obra se celebró por todo lo grande el 10 de septiembre de 1586. Todo el proceso quedó perfectamente documentado en “Del modo tenuto nel transportare l´obelisco Vaticano”.
La anécdota
La tradición cuenta que durante la jornada que se izó el obelisco en la plaza fue necesario mantener la concentración y los hombres tenían la orden de mantener silencio absoluto bajo amenaza de muerte. Mientras lo subían y debido a la fricción, de las cuerdas saltaban chispas. Ante el evidente riesgo de que se rompieran, un marinero genovés llamado Benedetto Bresca gritó exponiéndose al castigo:
«Daghe l´aiga ae corde» (¡agua a las cuerdas!)
Tras apresarlo y llevarlo ante el papa, consciente este de que gracias a su impetuosa actuación evitó el desastre, no solo no le castigó sino que permitió el privilegio de izar la bandera vaticana en su barco, otorgándole también a él y a sus herederos el derecho a poder vender en exclusiva las palmas del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro. A día de hoy sus descendientes conservan dicha prerrogativa papal siendo su hazaña recordada en su pueblo natal, Bordighera.
En nuestros tiempos aún hay gente que gritan «agua a las cuerdas» para resaltar el coraje frente a los abusos anteponiendo el bien común al propio.
La leyenda
Durante la Edad Media se dijo que la esfera de bronce situada en lo alto del obelisco contenía los restos de Julio César aunque tras inspeccionarlos no se encontraron. El papa Sixto V puso en su lugar la cruz de bronce de Cristo asentada sobre una estrella que en 1740 se abrió para colocar unas reliquias.
Además…
En 1817 se pusieron discos de mármol en el suelo de la plaza formando la rosa de los vientos y así la sombra que proyecta el obelisco lo convierte en un reloj de sol.
Para saber más:
Link imagen:
Roma, ciudad a la que me escapo en cuanto puedo, tiene más obeliscos egipcios…, que Egipto. Fueron traídos por los emperadores a partir de Julio césar. Lo que hizo Napoleón, no fue más que imitar a quien consideró uno de sus maestros.
Conocía el largo proceso de erigir el obelisco de San Pedro del Vaticano, pero no la intervención del marinero genovés ni el privilegio concedido a su familia. Está claro que todos los que trabaron en la erección del obelisco, incluido Domenico Fontana, eran hombres de tierra adentro 🙂
Hola Hesperetusa,
solo he podido visitarla en una ocasión pero espero poder repetir el viaje próximamente. Aunque para ver todos los tesoros que esconde en cada esquina se necesitarían mil viajes y… alguno más.
Un saludo.
Roma es inabarcable. Yo he estado varias veces y me queda muchísimo,por ver. No puedes dejar de repetir aquellos rincones que te gustan…, y luego, queda tanto por ver. De hecho, espero poder volver en un par de meses.
Interesante artículo que nos vuelve acercar la cultura y la historia de diferentes épocas pasadas.
Un saludo,
Héctor Castro
Hola Héctor,
creo que cuando visitamos una ciudad, la que sea, pasamos junto a muchos monumentos que están eclipsados por otros de más renombre. Este es el caso de los obeliscos de Roma y aunque algunos conocen su «historia», muchos son los que la ignoran.
Un saludo
Como yo, por ejemplo. Para eso te encontré a ti, Dr. Frnacisco Javier,para que me saques un poco de mi ignorancia. GRACIAS POR HACERLO!!!!
😉
Muy interesante
Hola Óscar,
gracias por seguir leyéndome.
Un saludo
Magnífico post. Solo que pensaba que los obeliscos eran TODOS de una pieza. Cuando estuve en Egipto me dijeron que el gran problema no era trasladarlo sino ponerlo de pie sin conocer apenas la polea. Gracias por el post.
Hola Luis,
gracias a ti por leerlo. Roma tiene muchos atractivos turísticos y estos obeliscos dispersos por toda la ciudad son uno de ellos. Quizás el de la plaza de san Pedro es el más visitado por estar donde está, pero muchos son los que desconocen la Historia que hay detrás de él.
Un saludo
Gracias otra vez por ilustrarnos tan excelentemente, era una parte de la historia totalmente desconocida para mí.
Un abrazo
Hola Ítaca,
me alegra haberte dado a conocer algo que no supieras. Creo que es sorprendente el ingenio que mostraron a la hora de levantar estos obeliscos. Estos monumentos son ignorados por muchas de las personas que visitan Roma y sin embargo guardan mucha historia en su interior.
Otro abrazo
Hola Francisco, muy buen aporte, desconocía, la leyenda y la historia tras este monumento, feliz domingo
Hola Alejandra,
son de esos monumentos de la Ciudad Eterna que pasas mil veces y puede que no te fijes más que en el Vaticano que tienes delante.
Un abrazo y que disfrutes este día.
¡Qué casualidad! Justamente estos días estoy clasificando y archivando las fotos de mi viaje a Roma, que son del 2007, pero que entre pitos y flautas se quedaron sin encarpetar debidamente (soy de las que les pone letreritos a cada foto con su ubicación y toda la información que quepa en 4 líneas), y esta semana estuve dedicada a las fotos de la basílica de San Pedro en el Vaticano y a las de la Plaza de San Pedro también, presidida por ese fabuloso obelisco egipcio que Calígula hizo traer de Heliópolis. Me ha encantado tu entrada (con su leyenda), y qué pena que no la visité mientras les ponía letreritos a las fotos, porque me habría sido de gran ayuda.
Ah, mucho antes de visitar Roma estuve en Egipto, y en la actual Asuán pude ver cómo se tallaban y extraían los obeliscos, después cómo se transportaban a través del Nilo, y ya izarlos era otra obra de ingeniería no menos dificultosa. El de la Plaza de San Pedro pesa 350 toneladas, que ahí es nada para moverlo y más aún para izarlo.
Comparto tu estupenda entrada y voy a ver si logro ponerme como seguidora de tu blog (me interesa muchísimo), aunque los míos son de Blogger (tengo uno de viajes, aunque ya no lo actualizo nunca, con el cuento de escribir ya sólo poesía) y no sé muy bien cómo funcionan éstos.
Besos y feliz finde.
Hola Mayte,
de casualidades está hecha la vida ¡Ja, ja, ja! Me alegra haber coincidido en este artículo con tu exhaustiva clasificación (no creas, yo también soy de los que lo clasifican todo). Mencionas Asuán y me diste la idea para un futuro artículo. Cuando se construyó la presa y transportaron piedra a piedra esos Templos para que no quedaran anegados por el agua, representó también una verdadera obra de ingenio e ingeniería.
En cuanto a lo de seguir el blog no deberías tener problema si quieres recibir en tu email el aviso de las entradas (tienes el link arriba a la derecha).
Otro beso para ti
No hay ninguna prueba de que Pedro esté enterrado en la basílica. Es más, no hay evidencias de que se trate de un personaje histórico.
Curiosísimo el castigo prometido de asesinar a los que hablando distrajeran a los que se enfrascaban en la tarea de colocar el paganismo bajo la cruz.
Gracias por el artículo.
Hola Javier,
una vez más gracias por comentar. Como en otras ocasiones aportas ese punto de controversia que recibo de buen agrado en el blog dado que hace alusión básicamente a la Historia, aunque debo decirte que no soy muy amigo de las afirmaciones categóricas, ¿quién tiene la verdad absoluta en algo?.
Yo solo aportaré datos y por su puesto cada uno que extraiga sus propias conclusiones dado que no hay una evidencia o prueba que descarte o certifique al 100% el hecho.
Durante las investigaciones arqueológicas que se realizaron durante el papado de Pío XII en la cripta de la Basílica se descubrió que el área cubierta por la Ciudad del Vaticano había sido un cementerio desde antes de la construcción del Circo de Nerón (que por cierto dedicaré en las próximas semanas un post que espero te guste). Allí enterraban las víctimas de las ejecuciones del circo, así como numerosos cristianos que quisieron ser enterrado cerca del apóstol. Esto es un hecho y fue así. Entre ellas se encontró en el año 1950 un edículo que contenía huesos en un pañuelo de papel teñido de púrpura con hilos de oro que sugerían la importancia de ese entierro, debiendo tener en cuenta que el oro y la púrpura la utilizaban las autoridad máxima. Los huesos se analizaron en 1964 correspondiendo a un varón de unos 60 años y complexión robusta. Otro dato a tener presente era que el nombre del Apóstol estaba abreviado como «Pet».
Las investigaciones siguen abiertas y la polémica servida.
Un saludo y gracias por comentar.
La fricción saca chispas, chispas que llevaron a Benedetto gritar una frase con sintaxis borrosa : ¡Aguas con las cuerdas! Eran tiempos calurosos instalando el obelisco, como en ese «Galope muerto» : «Adentro del anillo del verano una vez los grandes zapallos escuchan, estirando sus plantas conmovedoras, de eso, de lo que solicitándose mucho, de lo llano, obscuros de pesadas gotas.» Grandes zapallos que en verano están al acecho de acumular más vida, estirando sus tallos rastreros, de eso… en silencio. Gracias, FJ, por recordar silencios premiados. Abrazos de acción enlazados.
Hola marimbeta,
¿te imaginas la emoción de ese día? Todos alrededor, aguantando la respiración, viviendo un momento único en sus vidas, en la historia de la Ciudad Eterna. ¡Qué momento!
Abrazo monumental, obelístico. 😉