¡Tiene dos testículos y cuelgan bien!

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El altar con baldaquino de Bernini

En un interesante comentario del post El Sínodo del Cadáver se planteaba la certeza o falsedad de una leyenda referente a la elección de una mujer como Papa. Hace un año aproximadamente colgué un post que hacía referencia a las curiosidades de los Papas pero no comenté nada sobre este hecho. Vamos a explicarlo ahora pues, aunque leyenda, resulta muy curiosa.


Y empezaré con la foto que veis aquí abajo. Se trata del asiento papal conocido como sedia stercoraria, el cual presenta un agujero en el centro del mismo. Hay escritos que revelan (aunque la Iglesia Católica nunca lo ha confirmado oficialmente) que se utilizaba, tras el cónclave de elección del nuevo Papa, para corroborar mediante el palpado testicular que el nuevo pontífice era un varón.

Después de comprobarlo, el clérigo asignado para la tarea debía manifestarlo a los presentes:

“habet duos testículos et beneopendentes” (¡tiene dos testículos y cuelgan bien!)

Prueba de masculinidad del Papa Inocencio X al asumir el pontificado.

Tras la solemne frase proseguía la liturgia de coronación del nuevo Sumo Pontífice.

Según la lista oficial de papas, el papa Juan VIII (algunos autores dicen que era Benedicto III), era una mujer que se hizo pasar por hombre, su nombre Juana.

La leyenda

La papisa Juana nació cerca de Maguncia (actual Alemania), en el año 822. Hija de un monje, creció en un ambiente de religiosidad y erudición, lo que le permitió hacer algo que en aquellos tiempos estaba prohibido a las mujeres, estudiar. Su nombre masculino era Johannes Anglicus (Juan el Inglés), destacando pronto por su oratoria. Pudo viajar desde Constantinopla hasta Atenas, y de allí a Germania. Con 26 años fue presentada al papa León IV, convirtiéndose en su secretario para los asuntos internacionales. En el año 855, tras la muerte del papa, Juana pasó a ocupar el papado. Dos años después, embarazada del embajador Lamberto de Sajonia, pudo disimular su estado gracias a las enormes túnicas que vestía hasta que se puso de parto durante el transcurso de una procesión del Corpus Christi que transcurría desde la Plaza de San Pedro en el Vaticano hasta San Juan de Letrán, dando a luz en público. Unos dicen que fue lapidada por los presentes enfurecidos al enterarse de la herejía, otros que falleció a consecuencia del parto mientras otros dicen que murió atada a los pies de un caballo que la arrastró por toda la ciudad de Roma.

Representación medieval de la muerte de la papisa Juana.

Primeras menciones de la leyenda

Esta sorprendente leyenda fue dada por cierta hasta el siglo XVI incluso por la misma Iglesia. El primer relato que conocemos de la misma es del año 1255 en una crónica de Jean de Mailly. Fue tal el impacto que causó, que se propagó por todos los rincones del continente. Pero quien la consolidó hasta hacerla creíble fue Martín el Polaco en su Crónica de los pontífices romanos y de los emperadores hacia 1280.

Pero lo más probable…

… es que el sobrenombre de papisa Juana proceda del papa Juan VIII, quien era considerado débil ante la Iglesia de Constantinopla y para desprestigiarlo por considerarlo poco «varonil» se le empezó a llamar así. Otra posibilidad sería el hecho de que también se aplicó este seudónimo a una de las mujeres más influyentes del siglo X, Marozia, que durante veinticinco años dominó la política papal como si fuera un Pontífice más.

También se postula que la prohibición del Levítico (21,20) de que la persona que esté al servicio del Altar sea un hombre con los «testículos aplastados» (eunuco), pueda ser el punto de partida del rito.

Y a la Iglesia le ha interesado mantener viva la leyenda…

…porque en varios episodios de la historia ha interesado disponer de la posibilidad legal de destituir a un Papa. Encontramos ejemplo de ello durante el Gran Cisma de Occidente, con Jan Hus o con los Luteranos.

No sería hasta 1562 que un agustino, Onofrio Panvinio, redacte la primera objeción seria de la leyenda. Cierta o no, es una leyenda que no deja indiferente.

Una película:

La Papisa (2009), del director Sönke Wortmann.

Una novela:

La papisa Juana, de Emmanuel Royidis (Barcelona,2000).

Para saber más:

Museo del Vaticano

Links imágenes:

Ricardo André FrantzKladcat

Información basada en ABCWikipedia

44 comentarios

  1. Una sedia stercoraria, es la silla donde se pone el orinal. Se han conservado muchas, algunas muy curiosas, de reyes y papas. Y es que como dijo Montaigne: por muy alto que te sientas, siempre te sentarás sobre tu culo.

  2. Las leyendas leyendas son y contra ellas es imposible luchar, es más, no se yo si es conveniente o no incluso el pelear por desmontarlas, forman parte de la existencia humana y lo único que está demostrado es que eso, que no hace falta demostrar nada para que miles de millones de personas la consideren cierta.

    Hablamos de una hipotética papisa, quien crea en su existencia va a encontrar fuentes de sobra para reafirmarse en la idea, pero voy más arriba, ¿está demostrada la veracidad de una religión?, pues lo mismo, no, pero a miles de millones de personas les da igual, ¿existen los vampiros?, pues no se ha demostrado su existencia nunca, es literatura, literatura y leyenda, cuando en Polonia, por ejemplo, se enterraban los cadáveres con una estaca clavada en el pecho y la cabeza separada y colocada entre las piernas es evidente que ellos si que pensaban que eran realidad, y por muchos argumentos que les dieras seguirían haciendo el ritual 🙂

    Todo esto valga como mi particular visión del tema en general, la entrada en si como siempre de lujo

    Abrazos.

    1. Hola Dess,
      las leyendas, ciertas o no, allí están. De hecho podríamos considerar nuetra propia vida como una leyenda en la que lo importante no es que sea más o menos larga, sino que esté bien narrada.
      Un saludo y gracias.

  3. Ví la película pero ya tenía conocimiento de esta «leyenda» desde hace muchos años.
    Siempre ha habido leyendas, quizás algunas con algo de base, Estoy de acuerdo con lo que dice Dessiuest, ¿Quién pueda dar una explicación a todos esos mitos? especialmente en las religiones, hay mucha gente que se lo tragan todo y les gusta divulgar esas leyendas, sean las que sean.
    Yo había oído que después de estar seguros que era un hombre, decían «Papa habemus» Fantástico tu blog. Saludos,

    1. Hola Rosa,
      no recuerdo dónde pero también leí la versión que nos comentas acerca de lo que exclamaba el clérigo tras comprobar la virilidad del nuevo Papa. Después los asistentes a la ceremonia respondían: Deo Gratias (‘Gracias a Dios’).
      Un saludo

  4. Se dice que lo único que vincula esta leyenda con Juan VIII, es la hipótesis de que la historia se inventase para desprestigiar al Papa, debido a su actitud benevolente con otras iglesias, sobre todo la proveniente de Oriente. Esto provocó que fuese tachado de poco varonil y se supone que ello, acabó desembocando en que se le llamase en algún momento Papisa Juana en lugar de Papa Juan.
    De todas formas me gusta mucho más, la versión de leyenda.
    Magnífico post, Francisco, como siempre.

    Salu2. Suso.

    1. Hola Silvia,
      gracias. Espero que el post que colgaré el próximo miércoles también te sorprenda: el uso del «polvo de momia» como medicamento «milagroso». No te dejará indiferente 😉
      Un saludo

  5. Hola Francisco Javier:
    Yo también me quedo con la «leyenda», me llena más. Tuve la ocasión de ver, esta «especie» de silla, en el museo vaticano. Es muy (llamemosle) original.
    Buen articulo.
    Un saludo
    Antonio

  6. Muy interesante todo lo que he leido, dentro de mi muchas preguntas, que tendrán que ver los testiculos con el amor a Jesus? Una mujer? Entonces seria mama? Papisa? En fin, hay cosas que nunca entenderé aunque las explique las leyes o la historia, me encantó, un fortisimo abrazo.

    1. Hola Andrea,
      totalmente cierto lo que dices. Es curioso como todavía en el siglo XXI la Iglesia siga con esta concepción. ¿Por qué no una Papa mujer?
      Aunque con el papa Francisco I se atisban cambios en la Iglesia todavía se está muy lejos de la igualdad.
      Un abrazo sincero.

  7. La opinión más extendida es que se trata
    de una leyenda, las famosas Sillas
    perforadas exhibidas en su apoyo no son
    al parecer otra cosa que las sillas curiales,
    que simbolizaban el carácter colegial de la
    Curia romana. Ninguna crónica
    contemporánea a los hechos narrados
    acredita la historia, y la lista de papas no
    deja ningún resquicio en que se pueda
    insertar el pontificado de Juana. En efecto,
    entre la muerte de León IV, el 17 de julio
    de 855 y la elección de Benedicto III, entre
    los cuales sitúa Martín el Polaco a la
    papisa, transcurrió muy poco tiempo,
    incluso teniendo en cuenta que el
    segundo no fue coronado hasta el 29 de
    septiembre del mismo año a causa del
    antipapado de Anastasio. Estos datos son
    confirmados por pruebas sólidas, como
    monedas y documentos oficiales de la
    época. La crónica de Jean de Mailly
    sugiere, por su parte, un emplazamiento
    del papado de Juana un poco anterior a
    1100. Sin embargo, sólo transcurren unos
    meses entre la muerte de Víctor III (16 de
    septiembre de 1087) y la elección de
    Urbano II (12 de marzo de 1088), y sólo
    algunos días entre la muerte de este
    último (29 de julio de 1099) y la elección
    de Pascual II (13 de agosto de 1099).
    Las explicaciones de la leyenda son
    diversas. El mito fue tal vez ideado a
    partir del sobrenombre de papisa Juana
    que recibió en vida el papa Juan VIII por lo
    que sus opositores consideraron debilidad
    frente a la Iglesia de Constantinopla, o
    quizá por el mismo sobrenombre aplicado
    a Marozia, autoritaria dama romana que
    quitaba y ponía cardenales. Por otra
    parte, el mito también remite a las
    inversiones rituales de valores propias de
    los carnavales.
    Otro punto de partida de la leyenda puede
    ser la prohibición del Levítico (21:20) de
    que esté al servicio del Altar un hombre
    con los testículos aplastados, es decir, un
    eunuco. La idea que la prohibición
    conlleva de verificar que sólo hombres
    enteros accedan al trono papal, estuvo
    probablemente en el origen de la
    inspección ceremonial y del testiculum
    habet et bene pendebant, un tema
    sugestivo para una disputatio de quolibet
    estudiantil en la escolástica de la Edad
    Media.
    La leyenda se ha desarrollado a lo largo
    de la Edad Media. La primera mención
    conocida se encuentra en la crónica de
    Jean de Mailly, dominico del convento de
    Metz, redactada hacia 1255. La leyenda se
    propagó muy rápidamente y sobre una
    gran extensión geográfica, lo que puede
    hacer suponer que existía con
    anterioridad y que el dominico se limitó a
    consignarla por escrito. Hacia 1260, la
    anécdota reaparece en el Tratado de las
    diversas materias de la predicación, de
    Esteban de Borbón, también dominico y
    de la misma provincia eclesiástica que
    Mailly. Pero es sobre todo el relato hecho
    por Martín el Polaco en su Crónica de los
    pontífices romanos y de los emperadores,
    hacia 1280, el que le asegura el éxito.

  8. Leí la novela» la papisa Juana» historia o ficción vaya usted a saber, sabía de otros usos de la susodicha silla, este que cuentas es muy curioso e interesante.
    Saludos.

    1. Hola EVE,
      la Historia tiene estas leyendas, unas más conocidas que otras, que también explican lo acontecido en tiempos pasados. Creo que explicarlas ayuda a entender algunos aspectos de la misma (sean o no ciertas).
      Un saludo y gracias a ti por leerlo.

  9. Pues no conocía el final de la leyenda. Pero no me parece creíble. Me refiero a que una mujer sabe cuando va a parir, más o menos, con lo que, el Sr Don Papa bien puede buscar una bonita excusa, para faltar o retrasar el evento. Ahora, el que el personal, por una razón u otra hagan el cafre, totalmente creíble.

  10. Hola Francisco,
    Con tu permiso me tomo la libertad de aportar más material a tu estupendo post.
    El Papa Juan VIII al que se refiere el link no es el Papa Juana, sino el sucesor del Papa Benedicto III y nada tiene que ver con la leyenda. El Papa Juana ascendió al papado entre León IV y Benedicto III. Las primeras referencias al Papa Juana se vinculan a la obra de un dominico francés del siglo XIII, Esteban de Borbón «Los siete regalos del Espíritu Santo». Durante doscientos años hubo una estatua llamada «Papa Juan VIII, una mujer inglesa», entre los bustos papales de la catedral de Siena y en el siglo XVI el Papa Clemente ordenó que el busto fuera renombrado como Papa Zacarías. Comenta Raúl Ortega más arriba que no hubo tiempo entre León IV y Benedicto III para que el Papa Juana diera lugar a existir, a este respecto se debe decir que los historiadores eclesiásticos ya eliminaron cualquier vestigio del corto, alrededor de 2-3 años, pontificado de Juana. La peculiar silla de mármol, sella stercoraria, se usó entre los siglos XI y XVI para las coronaciones papales, es decir, después de suscitada la polémica. Algo de cierto habrá en ello.
    Juana era hija de unos misioneros de Mainz que a los doce años se enamoró de un monje y salió del hogar paterno para ingresar como novicio, vestida de hombre,en el monasterio de su amante. Fueron descubiertos y tuvieron que huir. Era inteligente, elocuente y de un elevado conocimiento teológico.
    Marozia fue muy influyente pero nunca fue Papa, no obstante hijo y nieto de Marozia si lo fueron:
    Juan XI, hijo del Papa Sergio III y Juan XII, hijo de su hijo Alberic.
    Espero que mi intromisión haya sido constructiva.
    ¡Saludos y enhorabuena por tanta interesante información en el blog!

  11. Pregunto:
    Leyendas papisas aparte, este ritual de palpación testicular ¿se efectúa (o se practicó) realmente en la ceremonia papal?

    1. Hola Francisco,
      por lo que pude informarme al documentarme para el post, existen escritos que lo mencionan aunque la Iglesia Católica nunca lo ha confirmado. No sé, imagino que en alguna ocasión se practicaría pero siempre como algo excepcional (es solo mi opinión).
      Saludos y gracias por comentar.

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