Desde que en 1920 el Dr. Ernst Gräfenberg iniciara sus experimentos para crear un “anillo” que evitara los embarazos, este precursor del actual «Dispositivo Intra Uterino» (DIU) se ha ido perfeccionando hasta convertirse en uno de los medios más utilizados y eficaces en la actualidad. Sin embargo, la idea de colocar algún mecanismo en la vagina o en el útero de la mujer para prevenir el embarazo no es reciente, sino que hace siglos que se utiliza.
Los chamanes de Nueva Zelanda introducían piedras en las vaginas de sus mujeres para hacerlas “estériles como piedras”, y según una tradición árabe, los conductores de las caravanas de camellos, introducían –ayudados por un tubo hueco- semillas de dátiles o piedras en el interior del útero de los animales, aunque su eficacia era dudosa ya que la vagina de la camella es muy larga y su cuello uterino (la parte inferior del útero) muy rígido y cerrado.
La famosa reina Cleopatra -y otras damas de la alta sociedad griega y egipcia- utilizaba esferas de oro de distintos tamaños colocándoselas en la vagina antes de las relaciones sexuales. Los griegos aconsejaban introducir en la vagina, media granada con sus semillas para impedir que el esperma llegara al útero. En el siglo XVIII, Giacomo Casanova escribe en sus Memorias, que insertaba la mitad de un limón en la vagina de sus amantes para evitar la concepción, y las damas francesas usaban una esponja bañada en brandy para destruir los espermatozoides.

En 1880, el anatomista Peter Mensinga idea un diafragma de goma hueco y con forma hemisférica, conocido popularmente como el “capuchón holandés”, aunque siglos atrás ya se utilizaron numerosos dispositivos colocados en el cuello uterino que actuaban como tales.
En la antigua Roma se cubrían el cuello uterino con frutas, nueces y lana para crear una barrera espermicida, y Avicena, en el siglo XI, recomendaba un pesario confeccionado con raíz de mandrágora, azufre y brea. En otros continentes también utilizaban con el mismo fin: vainas vegetales en África y algas marinas, musgo y bambú en Ásia.
La idea de aplicarse sustancias que evitaran la gestación no deseada también la podemos ver en la antigua Mesopotamia, que utilizaban resina de los abetos y en textos de 1850 a. C. se menciona el uso de estiércol de cocodrilo.La referencia más antigua del uso de esponjas para absorber el semen e impedir su llegada al útero la encontramos en el Talmud, al utilizarlas impregnadas en vinagre.
A lo largo de la historia se aconsejaba realizar una irrigación vaginal inmediatamente después del coito pues se creía que era un medio anticonceptivo eficaz, pero… ¡esto se ha demostrado del todo falso! pues se sabe que en solo diez segundos después de la eyaculación los espermatozoides han llegado al cuello uterino.
Comprobamos que la imaginación del ser humano no ha tenido límites para poder encontrar un método que evitara los embarazos no deseados. Algunos de ellos han sido más populares que otros, pero ninguno ha sido lo suficientemente eficaz. No será hasta hace poco más de 70 años que se comenzarán a encontrar métodos realmente seguros, disponiendo en la actualidad de una anticoncepción “a la carta”. Claro está que el anticonceptivo perfecto no existe, ya que si fuera así solo existiría uno, pero lo que nadie puede negar hoy es que han representado uno de los grandes avances de la ciencia y de la humanidad.
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Dr. Miguel Ángel Arribas
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