
Fue uno de los hombres más ricos de Europa acumulando una fortuna que a nuestros tiempos es apenas imaginable. El dinero le permitió dirigir la historia del viejo continente estando la Iglesia católica y las casas reales europeas en deuda con él, siendo árbitro en muchas ocasiones de sus propios destinos.
Noveno hijo de una familia numerosa de diez miembros, nació en Augsburgo el 6 de marzo de 1459 y murió el 30 de diciembre de 1525 en la misma ciudad. Se le conocía también como Jacob Fugger «el Rico» (o el Joven, para diferenciarle de su padre). Su primer importante préstamo se lo concedió al archiduque Segismundo del que obtuvo a cambio el monopolio sobre la plata del Tirol. Posteriormente, fue el emperador Maximiliano I quien le solicitó ayuda económica, apoyando de esta forma la casa de los Habsburgo. Amplió la exclusiva de la plata a toda Europa además del cobre, invirtiendo en la industria de hierro en Austria y Hungría.
En 1514 es nombrado conde, convirtiéndose en el primer comerciante que lo lograba. Financió a la Iglesia, concretamente al papa Julio II, la soldada de la Guardia Suiza y poco después, el papa León X, le permitió vender indulgencias. Estas eran documentos que acortaban la estancia de los creyentes en el Purgatorio antes de subir al cielo y a cambio la Iglesia percibía cuantiosas sumas de dinero que le permitieron financiar la construcción de la basílica romana de San Pedro en el Vaticano. Fue la «gota que colmaba el vaso» para un Martín Lutero que en 1520 redactó su A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana, en la que atacó personalmente a Jacob Fugger y a la Iglesia cristiana siendo el inicio de la Reforma protestante.
Después del descubrimiento por Vasco de Gama en 1498 de la vía marítima hacia la India, Jacob Fugger tuvo la acertada visión de comerciar por esa nueva vía en lugar de la tradicional del Levante mediterráneo que conectaba la Ruta de la Seda con Venecia. Obtuvo el permiso de la Casa de Indias para comerciar desde Lisboa con la pimienta, perlas y gemas convirtiéndose en un negocio muy rentable.
Aún le quedaba una jugada maestra, una maniobra decisiva para el destino de Europa. Tras la muerte de Maximiliano, el nieto de los Reyes Católicos Carlos V pudo obtener la corona frente al rey francés Francisco I tras sobornar a los príncipes electores con 852.000 florines. El nuevo emperador, en cuyo reino «nunca se ponía el sol», estaría en deuda con Jacob Fugger obteniendo entre otras cosas la asignación de las minas españolas de cobre, sal y oro.

En aquellos tiempos la diferencia entre ricos y pobres era elevadísima. Más del 90% de la población no tenía apenas dinero. Jacob Fugger contruyó una zona residencial para los pobres de Augsburgo a los que les cobró un alquiler testimonial de un florín al año (0.8 euros) probablemente más para buscar su salvación delante de Dios que para mejorar la situación social de esas gentes.
A su muerte el capital de su compañía superó los dos millones de florines cuando un buen artesano no ganaba más que treinta al año. Se calcula que sus ganancias se incrementaban un 50% anualmente durante tres décadas.
No tuvo descendencia a quien dejarle su fortuna y su sobrino, Anton asumió el control de la empresa.

Jacob Fugger representa el origen de la gran banca alemana y gracias a su dinero llegó a decidir el destino del Sacro Imperio.
Como dato anecdótico decir que a las siete semanas de su fallecimiento su mujer Sybille se volvió a casar, convirtiéndose a la religión de su nuevo esposo, el protestantismo.
Para saber más
Un ensayo
Los Fugger en España y Portugal hasta 1560. Hermann Kellenbenz. Junta de Castilla y León, Valladolid, 2000.
Links imágenes
Web Gallery of Art; Wolfgang B. Kleiner; Karl Becker-Nationalgalerie
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