
Puede que alguno piense que las Guerras Médicas consistieron en un conflicto sanitario –haciendo cierta correlación con el contexto de crisis actual y los recortes presupuestarios-, pero en realidad fueron un enfrentamiento iniciado en el año 499 a. C. entre el Imperio Aqueménida Persa y las ciudades-estado helenísticas. Lo que probablemente ignora mucha gente es que un tatuaje fue el inicio del conflicto bélico que se prolongaría durante casi cincuenta años.
Gran parte de lo que sabemos de estas guerras se lo debemos al historiador griego Heródoto de Halicarnaso (484 – 430 a. C. aprox.) y a sus libros Historias. En ellos plasma su pensamiento político, marcado por el exilio obligado a consecuencia de un régimen tiránico. En sus obras queda reflejada su admiración por la libertad y democracia que representaba Atenas, en oposición al sometimiento de los bárbaros.

El rey persa Darío I el Grande heredó el Imperio en su cénit pero los escitas que ocupaban la región euroasiática desde el Danubio hasta el mar Negro representaban una amenaza para sus intereses. Decidido a terminar con ellos construyó un puente sobre río Istros (Danubio) y con un poderoso ejército les plantó cara. Los escitas, viéndose en inferioridad numérica evitaban el enfrentamiento y optaron por destruir el puente para aislar a los persas. Fue entonces cuando hizo aparición Histieo, tirano de Mileto.
Este general ateniense, tirano de la gran metrópolis persa en el Mar Egeo, evitó el aislamiento del ejército persa no por simpatía sino por no estar preparados para enfrentarse a ellos. Convenció a los jonios de que no destruyeran el puente y no se rebelaran contra los persas. En premio a sus servicios, el Gran rey le dio un señorío en Tracia rico en minas de plata y bosques. Pero muchos desconfiaban en él y convencieron a Darío de que podría convertirse en su enemigo. Entonces decidió otorgarle el título de consejero del rey y “compañero de la mesa real” para alejarle de su patria debiendo acompañar al Gran rey a Susa (capital persa de invierno).

Histieo hizo que nombrasen a un familiar suyo, Aristágoras, nuevo tirano de Mileto, mientras esperaba el momento de iniciar la rebelión contra los persas. Cuando llegó la ocasión de levantarse en armas, Histieo tenía que comunicarse con Aristágoras para iniciar la sublevación pero, ¿cómo hacerlo sin levantar sospechas? ¿cómo enviar un mensaje sin que fuera interceptado en el camino? La distancia entre Susa y Mileto era de más de 2400 kilómetros, en su mayoría una calzada que unía Susa con Sardes, la gran capital persa de Asia Menor. No podía enviar un mensajero por otras rutas ya que hubiese levantado sospechas, mientras que la vía real disponía de puestos de guardia que controlaban a los viajeros. La solución la encontró en un esclavo. Le raparon la cabeza, le tatuaron un mensaje, esperaron a que le creciera el cabello y lo enviaron a Mileto. Al llegar a su destino dijo que debían afeitarle de nuevo y mirar en su cabeza. Aristágoras así lo hizo pudiendo leer el mensaje que cambiaría la historia de Grecia para siempre…
Histieo a Aristágoras: subleva Jonia
Era el inicio de la revuelta de Jonia que desembocaría en las Guerras Médicas. Buscó apoyo en Esparta pero su rey Cleómenes I decidió mantenerse al margen. Después acudió a Atenas y Eretria donde sí encontró el apoyo necesario.
Es más fácil convencer a una asamblea de miles de atenienses que a un solo rey espartiata
Heródoto
Tal como esperaba Histieo, el Gran rey persa lo envió para sofocar la revuelta permitiéndole después liderar Mileto tras la muerte de Aristágoras. El destino hizo que fuera apresado por el ejército persa ante las sospechas de que era un traidor. Posteriormente fue conducido a Sardes, donde el sátrapa de Lidia, Artafernes, ordenó que lo empalaran y le cortaran la cabeza para enviarla a Susa embalsamada.
Para saber más:
Los nueve libros de la Historia (Herodoto)
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Historiasdelahistoria; Magiahistoria
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