
Guerras han habido muchas y por desgracia seguirán existiendo. Las hay sangrientas, crueles, sin sentido, largas… pero hay una que es considerada como la más breve de la historia. Solo duró 45 minutos, los que se emplearon en bombardear el palacio de un sultán y enfrentó al poderoso Reino Unido y Zanzíbar el 27 de agosto de 1896 produciéndose más de 500 bajas, todos soldados zanzibaríes.
Zanzíbar
Era un país insular del océano Índico, en lo que actualmente corresponde a parte de Tanzania, y fue la sede del mayor mercado de esclavos del planeta, negocio muy rentable para los dirigentes árabes de la época, por tanto era un territorio codiciado por las grandes potencias del momento. Desde 1698 esta isla era controlada por los sultanes de Omán, tras expulsar a los portugueses que llegaron a la isla en 1499. Declarada independiente en 1858 así fue reconocida por el Reino Unido.
Tanto ingleses como alemanes no dejaban pasar la oportunidad de ganarse el favor de los sultanes agasajándolos con numerosos regalos. En 1884, la Conferencia de Berlín reunió a los países europeos que ambicionaban esta colonia de África y trazando líneas en un mapa de papel se repartieron amistosamente el territorio.
Fue el primer lugar de la región donde se iniciaron las construcciones de las modernas infraestructuras de la época, el primero en contar con máquinas de vapor propias e incluso se cree que allí se construyó el primer edificio con electricidad del continente africano.
La causa del enfrentamiento
El responsable fue un familiar del quinto sultán de Zanzíbar, fallecido dos días antes del inicio de la guerra, probablemente asesinado. Tras su muerte, las buenas relaciones mantenidas entre el sultán y los ingleses corrían el riesgo de romperse. Un tratado firmado diez años antes estipulaba que para la ascensión al sultanato era necesaria la autorización del cónsul británico y Khalid ibn Barghash, sobrino del sultán, no cumplía este requisito. De hecho no compartía ninguna simpatía con los británicos y decidió enfrentarse a ellos dando un golpe de estado trasladándose por su cuenta y riesgo al palacio de la ciudad.
Antes de iniciar la batalla y como medida de seguridad se hizo salir de la ciudad a las mujeres y los niños así como a todos los barcos mercantes que se encontraban en el puerto y a pesar de los intentos de mediar en el conflicto por parte de los ingleses, todo fue inútil, y la obstinación de Khalid fue la causante del inicio de la guerra.

La batalla
En el lado británico se prepararon tres cruceros (el Edgar HMS St. George, el Archer HMS Racoon y el HMS Sparrow), dos cargueros de armas y varias compañías de Marinas Reales junto con 90 soldados, 150 fusileros navales y marinos. Para hacerles frente y comprobando Khalid que los ingleses iban en serio, se apresuró en formar un ejército de 2.800 hombres armados (la mayoría civiles) con fusiles y mosquetes, y un yate armado, el H.H. Glasgow. Su única artillería estaba compuesta de varias ametralladoras, un cañón de bronce (obsequio de la reina Victoria de Inglaterra) y doce piezas de artillería de campo (regaladas por el emperador Guillermo II de Alemania, tiempo atrás).
El general Lloyd Mathews ordenó abrir fuego contra el palacio a las 9 a.m. destruyéndolo al instante y 45 minutos después hundieron el navío del sultán junto con dos barcos más pequeños. Se dispararon cerca de 500 bombas, 4.100 cartuchos de ametralladora y 1.000 cartuchos de rifles.
Un corresponsal de Reuters relató que el primero en huir fue el propio sultán:
(…) huyó al primer tiro con todos los líderes árabes, pero dejó a sus esclavos y a sus seguidores para que siguieran luchando.
Diez marineros y fusileros alemanes protegieron la huida del sultán hasta que llegó al consulado alemán y de allí al África Oriental Alemán. No sería hasta el año 1916, durante la campaña allí efectuada durante la Primera Guerra Mundial, que Khalid fue capturado por los ingleses, siendo exiliado a las Seychelles muriendo en 1927 en Mombasa.
Posteriormente muchos de los mandos británicos que participaron en la contienda recibieron ascensos y condecoraciones.

Las consecuencias
Solo resultó gravemente herido un sargento británico que se encontraba a bordo del Thrush, pero no murió. Los zanzibaríes sufrieron más de 500 bajas.
Los británicos pusieron a un árabe llamado Hamud ibn Mohammed en el poder, pero aunque Zanzíbar seguía siendo una nación independiente con un sultán gobernándola, Londres era la gran beneficiaria. Así se se dio fin también a la trata de esclavos en el territorio.
En la actualidad…
…el sultanato de Zanzíbar es un paradisíaco destino turístico asociado a Tanzania y pocos son los que saben que allí tuvo lugar este infortunado pero curioso suceso.
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