¡Echar un polvo!
A ver, mal pensados, quién ha sido el que ha asumido lo que creo. No obstante, os debo excusar porque esta expresión es una de las más comunes al referirse al «acto sexual», utilizándose cada vez con más frecuencia a partir del siglo XVIII para el apasionado encuentro de un caballero con su amante. Pero no proviene de aquí su verdadero origen, sino de un siglo antes.
El verdadero polvo no era otro que el polvo de tabaco consumido en reuniones y fiestas y que era aspirado vía nasal. Como que en esta administración provocaba estornudos que podían llegar a ser molestos para las personas que se encontraban a su alrededor, se retiraban a un reservado para poder «echar unos polvos a la nariz».

A este polvo se le conocía como polvo sevillano por estar elaborados en la Fábrica de Tabaco de Sevilla. Las primeras noticias que se tienen sobre su producción las encontramos en una primitiva fábrica de la ciudad hispalense, gestionada por Juan Bautista Carrafa y conocida como la de San Pedro (al encontrarse junto a la iglesia del mismo nombre). Era el año 1620 pero con los años fue ampliándose hasta convertirse en una nueva fábrica a partir de 1725. Empleaba a mucha gente (2000 personas) y hasta el siglo XIX eran mayoritariamente hombres.
Hubo una verdadera competencia con el rapé francés aunque este era más oscuro y grueso que el español. La mayor parte del tabaco que llegaba de América pasaba por allí y Sevilla pasó a ser la primera consumidora pues el 60 % de los cigarrillos que se producían en la fábrica se consumían en el Reino de Sevilla. Esto, junto con el hecho de la gran calidad de sus productos gracias al elevado grado de tecnificación que consiguieron y al perfeccionamiento en el sistema de producción, hicieron que tuvieran la exclusividad en su producción.
En América el tabaco podía ser consumido de tres formas: inhalado, aspirado o mascado, y así llegó a Europa aunque en los países donde más se consumió en aquellos tiempos, España y Francia, la modalidad que se impuso fue el aspirado.
Existe otra explicación para el origen de la expresión que no tiene nada que ver con el tabaco y proviene de la fórmula litúrgica Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris, es decir, Recuerda hombre, que eres polvo, y que al polvo regresarás. De ese polvo del que venimos es al que se le asocia el «acto sexual».
Para saber más:
Real Fábrica de Tabacos de Sevilla
La mecanización en la Fábrica de Tabacos de Sevilla
Hablar con corrección, de Pancracio Celdrán.
Links imágenes:
sharrowmills.com; William K. L. Dickson; Oficina de Turismo de Sevilla
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