
La única relación (que no es poca) que guarda este cuadro con la Medicina es la preñez de la mujer, pero hasta eso es falso, en realidad nunca lo estuvo, y si lo estuvo, su parto no llegó a feliz término. Pero como en esta sección del blog intento acercaros esa relación entre Arte y Medicina, lo elegí por las numerosas referencias que en él encontramos sobre la fertilidad. Las obras flamencas se crearon para verlas de cerca y esta es una de ellas, así que, ampliad la imagen y buscad las alusiones a la misma.
Estamos delante de uno de los óleos más magníficos, a la vez que enigmáticos, del arte flamenco. Cargado de simbolismo, esta obra es única porque su historia es desigual dependiendo de lo que creamos ver, lo que se quiso contar y la historia del cuadro en sí mismo. De hecho, arrastra más de quinientos años de interpretaciones e hipótesis que siguen abiertas en la actualidad.
El cuadro y su simbolismo
La obra pertenece al estilo de los Primitivos Flamencos (algunos la enmarcan dentro del Prerrenacimiento), siendo su autor, Jan van Eyck, pintor de cámara y uno de los más representativos junto con El Bosco de esa Escuela. Lo más probable es que lo pintara en su estudio (como hacía siempre) y no en una habitación real como parece indicar la escena.
Podemos apreciar su minuciosidad en los detalles, una gran cantidad de objetos en la habitación y a sus dos protagonistas estáticos, rígidos dominando la escena y en posición poco espontánea, casi teatral. Será esa preocupación por la luz y la perspectiva, acentuada por el espejo del fondo, lo que inspiraría al propio Velázquez a la hora de pintar ese recurso pictórico en Las Meninas.
Los que halláis ampliado la foto (el que no lo ha hecho ya puede empezar a hacerlo 😉 ) habréis podido apreciar todos los objetos de la habitación, muchos traídos de diferentes países de Europa como muestra del alto poder adquisitivo del matrimonio:
- El espejo convexo del fondo, popularmente conocido como “bruja” por usarse para espantar la mala suerte, se ve al pintor representado a sí mismo reflejado junto al resto de la habitación (venga, ampliarla… que merece la pena). Quizás van Eyck quiere actuar como testigo del enlace (aunque falta el sacerdote y luego os daré una posible explicación). En torno al mismo se aprecian diez de las catorce estaciones del Via Crucis y un rosario de cristal que sugiere la virtud de la esposa.
- La inscripción de la pared es la firma del artista “Jan van Eyck estuvo aquí, 1434”. Quizás queriendo dar fe de ese enlace.
- Ella luce un vestido verde, color de la fertilidad, con puños de armiño y complementos de oro.
- La cama, símbolo de realeza y nobleza, de color rojo simbolizando la pasión.
- La lujosa alfombra de Anatolia que se encuentra junto a la cama.
- Es curioso ver que están descalzos pero entonces se creía que pisar el suelo descalzo favorecía también la fecundidad.
- La candelera que cuelga en el techo con una única vela encendida, simbolizando el amor por la costumbre flamenca de encender una vela el primer día de la boda.
- Las naranjas de la ventana, traídas del sur, podrían indicar su estatus económico al ser una fruta exótica y cara en la Flandes de esa época, pero también podrían ser un símbolo de fertilidad al igual que las cerezas en el árbol que se ve en la ventana (hay que fijarse bien para verlos).
- El perro en primer plano representa la fidelidad y el amor terrenal.
La polémica
Giovanni de Arrigo Arnolfini era un rico comerciante italiano que desempeñó cargos importantes en la corte del duque de Borgoña, Felipe el Bueno. Aunque amasó una gran fortuna le vemos ataviado austeramente. La Flandes del siglo XV tenía una economía avanzada gracias al comercio favorecido por encontrarse en el cruce de las grandes rutas comerciales y marítimas.
En el año 1934 el experto en Historia del Arte, Erwin Panofsky, planteó la teoría de que se trataba de una alegoría del matrimonio y de la maternidad representada en una boda secreta, y así se aceptó durante años. En aquellos tiempos, el matrimonio podía ser igual de legal aunque no se celebrara en una iglesia y por un sacerdote, siempre que hubiera un documento que lo certificara y algún testigo del enlace.
En 1990, cuando todos aceptaban que los retratados eran Giovanni di Arrigo y Giovanna Cenami, se descubre en el archivo de los duques de Borgoña el documento oficial de su enlace… ¡trece años después de que se pintara el cuadro y seis años después de la muerte del pintor! Esto significaba que no podían ser los protagonistas del cuadro. La National Gallery de Londres encargó un estudio con rayos infrarrojos en 1995 para dar luz a tantos interrogantes, demostrando que la mayoría de los objetos se pintaron después de crear lo principal del óleo, siendo todos ellos carísimos caprichos que podían llamar a la fertilidad. En el 2003, la experta en historia del arte medieval y renacentista, Margaret L. Koster, apuntó que era una Anunciación póstuma, un homenaje del esposo a su mujer muerta, ¿quizás en el parto?
El «viaje» del cuadro
Actualmente se encuentra en la Galería Nacional de Londres pero antes pasó por numerosas manos. Entre sus ilustres propietarios encontramos a Don Diego de Guevara (1516), Margarita de Austria (1516) y su sobrina María de Hungría (1530) y, tras acabar en la colección de Felipe II, llega al Real Alcázar de Madrid pasando al nuevo Palacio Real de Madrid (1794) tras el incendio que sufrió. Será en 1816 cuando se documenta en suelo inglés como propiedad del coronel escocés James Hay, que se la regala al príncipe regente, Jorge IV, volviendo al coronel dos años después. Será en 1842 que acabará en las paredes de la National Gallery por 730 libras esterlinas, ¡una ganga!
Su misterios y las hipótesis en torno al cuadro continúan. La National Gallery lo describe a día de hoy como
“un retrato del s. XV del matrimonio Arnolfini en Brujas, sin ninguna connotación especial”.
Para saber más:
Información basada en Histoiradelarte.us; wikipedia (I); wikipedia (II)
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