El gran pontífice del año Mil

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En el año 1999 todo el mundo se preparaba para el conocido “efecto 2000” augurando los más pesimistas el fin de los días. Las centrales energéticas dejarían de funcionar, las ciudades se apagarían, las compañías bancarias perderían los datos y los saldos de todos sus clientes, los ordenadores de todo el mundo comenzarían a provocar el caos. Todos recordamos hoy ese cambio de milenio con cierta ironía aunque si retrocedemos mil años en el tiempo no encontramos ordenadores ni sabían lo que era la informática pero la población también se aterrorizó de manera infundada con el primer cambio de milenio. La ignorancia, el temor a lo desconocido y la magia no hicieron otra cosa que provocar ese temor. Si preguntara ahora por el nombre del sumo pontífice del año Mil, pocos contestarían que era conocido como el “Papa maldito”, su nombre, Silvestre II.

Envuelto en leyendas, se le atribuyó un pacto con el diablo y se hizo creer a los fieles que Lucifer se llevaría su alma tras su muerte, propagándose que el propio Papa mandó trocear su cuerpo al morir y así evitar que el demonio no se apoderara de él. Este mito perduró siglos hasta que el Vaticano decidió abrir su sepulcro en 1648 comprobando que su cuerpo estaba entero y casi intacto, con su mitra en la cabeza y las manos cruzadas. Lejos de desaparecer la superstición persistió hasta nuestros días y, según cuentan, cada vez que se aproxima la muerte de un Papa el aire de la iglesia se humedece, el suelo se llena de barro, el mármol se cubre de un vapor húmedo y un crujir de huesos se oye dentro de su sepulcro. Esta leyenda sigue atrayendo a numerosas personas a su sepulcro en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma.

El Claustro de la Basílica de San Juan de Letrán, catedral del Obispo de Roma, Italia.
El Claustro de la Basílica de San Juan de Letrán, catedral del Obispo de Roma, Italia.
Silvester II

¿Y por qué todas estas leyendas? La respuesta la encontramos en la envidia y el odio que generó Silvestre II entre todos los sabios y la aristocracia, rencor generado en el talento y los conocimientos que adquirió.
En realidad se llamaba Gerberto de Aurillac y estudió el Trivium en el monasterio benedictino de Saint-Géraud para después completar el Quadrivium bajo la tutela del obispo Atón de Vic en la corte del conde Borrell II de Barcelona, en el año 967. Algunos dicen que visitó Córdoba y Sevilla en algún momento de los tres años que permaneció en la península ibérica, pero será en las bibliotecas monásticas catalanas, entre ella la de Ripoll, donde estudiaría los manuscritos árabes formándose en matemáticas, astronomía, alquimia y música.

 

Se convirtió en uno de los científicos más brillantes de su época. Como matemático expuso las ventajas del sistema numérico arábigo frente al tradicional romano, intentando difundir el cero (que a su vez trajeron los musulmanes de la India) y el sistema decimal. No tuvo éxito aunque acabaría por adoptarse dos siglos después. Como inventor, y junto a su alumno más destacado, Richer de Saint-Rèmye, se le atribuye la difusión del astrolabio y un primitivo reloj de péndulo, proyectó la construcción de un órgano a vapor en la catedral de Reims y diseñó un reloj de ruedas dentadas.

En el año 969 acompañó al conde Borrell y al obispo de Vic a Roma encontrándose con el papa Juan XIII que quedó impresionado por sus conocimientos poniéndole en contacto con el emperador Otón I, el restaurador del Imperio de Carlomagno. Este le confió la tutela de su hijo Otón II y más tarde hizo lo mismo con Otón III, a quien Gerberto le alentaría en la política de unificar los territorios europeos, siguiendo el ejemplo de Constantino y Carlomagno. En 998 fue nombrado arzobispo de Ravena y poco después  Papa, instalándose en Roma, desde donde intentará centralizar la Cristiandad y expandirla, haciendo de Polonia y Hungría reinos cristianos.

Tras cuatro años en el Papado moría habiendo sido uno de los hombres más influyentes de su tiempo tanto en el aspecto político como cultural. Envuelto en leyendas y mitos, Silvestre II no hizo ningún pacto con el diablo, solo fue un hombre fuera de su tiempo, un sabio, un humanista y un gran pontífice.

 

35 comentarios

  1. Pingback: Bitacoras.com
  2. Por lo que se deduce era un hombre inteligente y poco dado a supersticiones y supercherias. Qué mala es la envidia Francisco.

  3. Entonces como ahora en el siglo XXI, el odio, envidia, egoísmo… es lo que impera, es una pena que el ser humano no escarmiente. Ni idea de todo esto.. gracias amigo. Yo en una cosa si soy envidiosa… el saber escribir como lo haces tu y otras personas…. pero es una envidia que no perjudico a nadie. Abrazos,

    1. Hola Rosa,
      envidia sana, pero ya sabes que no me considero escritor, solo amigo de la Historia. Pietro Mestastasio dijo en una ocasión que «si todo el mundo llevara escritas en la frente sus angustias, muchos que nos causan envidia nos darían lástima». Totalmente de acuerdo con él.
      Un abrazo

  4. Instructivo, como siempre. Como bien dices tú, la triste historia de Silvestre II, al que estoy convencido de que le amargaron la existencia con un rosario de calumnias y de ataques personales (en aquella época era la acusación más grave que se podía hacer a nadie, y más a un Papa: el pacto diabólico), como a lo largo de la Historia se ha hecho con todos los intelectuales, a los estudiosos que han cometido el terrible delito de adelantarse a su época, pues son una bofetada en pleno rostro contra la ignorancia y superstición de la mayoría.
    Gracias otra vez, querido amigo.

  5. Una historia que demuestra una vez más que el saber no ocupa lugar, pero fastidia a los demás…
    Gracias una vez más por el pellizco de historia.
    Saludos

  6. Temer a la muerte es cosa natural cuando no se aprende aceptarla, venga como venga. Silvestre II fue ese increíble Papa que de un sólo tris transformó el modo de contar, «partió de cero». Con eso arregló el mundo. No fue que la muerte lo desmembró y quedó en otro, sino que mostró cómo de la nada se regresa al todo. Terminó con conciencias huecas prometiendo existir como si nada habría pasado. Todos aplaudieron su genialidad. ¡ Gran sabio ! Gritaban convencidos, aquel nido de víboras que era Roma. Las cosas ya no se resolverían a puñaladas, como era costumbre. Ahora esa salida matemática les auguraba éxitos. Aquí no ha pasado nada, la vida arranca con el cero. Gracias, FJ, por recordar el inicio del cero. Un abrazo, de «borrón y cuenta nueva».

    1. Hola marimbeta,
      creo que lo de no ser nadie o como se dice popularmente, ser un cero a la izquierda, no iba con el papa Silvestre. Todo lo contrario, era un uno seguido de tres ceros a la derecha.
      Abrazos matemáticos

  7. ¿Cuántas historias no habrá, similares a esta, en las que cualquiera que destaque es atacado? Si nos paramos a pensar no hemos cambiado mucho en eso.
    Gracias por traer esta historia y hacernos reflexionar sobre ella.

  8. Hola FJ. Que bueno que lo traigas de la historia. No sabia nada de este papa. En general los genios son sepultados por la historia de gente mediocre. Pero lo bueno q vuelve a la vida cuando lo reflota gente como vos. Un abrazo

    1. Hola deimos,
      me alegra poder dar a conocer personajes que también fueron importantes en su momento y que no son tan conocidos. Hoy en día, en la red, en los libros y en los medios de comunicación, esto cada vez es más difícil.
      Abrazos y gracias por seguir el blog 😉

  9. El diablo siempre ha sido un buen pretexto para inculpar, desacreditar o condenar. El Temple fue víctima también de acusaciones de pactos diabólicos. El diablo sustituye la ignorancia y la mala voluntad de muchos.

  10. Pobre Silvestre! lo que hace la falta de conocimientos, pero desgraciadamente así era el mundo hace mil años, y en algunos aspectos y lugares, todavía lo es. Menos mal que existe la historia y podemos revisitar a personajes como este, y menos mal que existen grandes blogs como el tuyo para darlos a conocer.
    Muchas gracias Francisco.

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