
“En ocasiones como esta, la conciencia te obliga a tomar partido… Lo sabrás cuando no puedas dormir por las noches”.
Paseando por las calles de la capital de Hungría encontramos el monumento a los Justos entre las Naciones en el parque Raoul Wallenberg. En él podemos ver el nombre de Ángel Sanz Briz, desconocido por muchos pero que salvó la vida de más de cinco mil judíos húngaros durante la Segunda Guerra Mundial, es por ello que se le conoce como el Ángel de Budapest.

En 1942 llegó como diplomático a la embajada de esa ciudad, en principio como encargado de negocios pero acabó encontrándose al mando de la misma. La ciudad estaba siendo asediada y la situación hizo que enviara de vuelta a España a su mujer embarazada y a su hija. En los últimos meses de la guerra informó al Gobierno de Franco de la cruda realidad del Holocausto, y aunque no quisieron intervenir tampoco se opusieron al plan que tenía en mente.
Se amparó en un antiguo Real Decreto promulgado por Miguel Primo de Rivera de 1924 sobre los judíos sefardíes, una ley por la que los herederos de la colonia expulsada en tiempos de los Reyes Católicos se les reconocía el derecho a la nacionalidad española. Esta ley, no vigente, se la creyeron tanto las autoridades húngaras como los propios nazis, engañando incluso el teniente coronel de las SS, Adolf Eichmann, uno de los máximos responsables en las deportaciones de judíos.
Comenzó a emitir pasaportes y alquiló una decena de casas que identificaba como sedes de la embajada española para poder ubicar a los judíos. Le permitieron expedir como máximo 200 pasaportes, pero truncando la numeración consiguió que unas 2.000 familias quedaran bajo su protección evitando que fueran deportadas a Austwichz. De este modo, de los 5.200 judíos que salvó, solo 200 eran de origen sefardí.

El 30 de noviembre de 1944 el gobierno español le traslada a Suiza tras ordenarle abandonar la embajada ante la inminente caída de Budapest en manos del Ejército Rojo. Es entonces cuando un veterano italiano de la Guerra Civil Española, y ciudadano español honorario, Giorgio Perlasca, continúa su labor haciéndose pasar como cónsul español. No le resultó difícil hacerles creer que realmente lo era ya que era muy conocido y siempre había permanecido al lado de Sanz-Briz.
Ángel Sanz continuó su carrera diplomática en múltiples ciudades de todo el mundo, incluso fue el primer embajador de España en la China de Mao-Tse-Tung, finalizando su brillante carrera en el Vaticano.
Es, junto al empresario austrohúngaro Oskar Schindler y el diplomático sueco Raul Wallenberg, un ángel salvador en medio de la barbarie del Holocausto. Personas que arriesgaron sus propias vidas y que con inteligencia burlaron la locura del nazismo. A diferencia de Schindler y Walllenberg, el Ángel de Budapest es quizás el más desconocido de los tres pero merece ser rescatado de ese injusto olvido.
No hablaba mucho sobre lo que hizo en Hungría y solo explicaba los hechos cuando se le preguntaba. Quizás fue a su propia familia a la que confesaba todos los detalles y los riesgos que supuso su engaño, y tras su muerte en 1980, se le comenzó a reconocer su labor gracias a los esfuerzos de sus hijos por recordar su memoria.
“Lo más importante que hice en mi vida lo hice en Budapest”

En Hungría vivían más de 850.000 judíos y Ángel Sanz-Briz salvó a 5.200.
Un audio (recomendable):
Documentos RNE – Ángel Sanz Briz: las cinco mil vidas de un hombre justo
Una película:
El ángel de Budapest (2011), de Luis Oliveros
Un libro:
Un español frente al Holocausto, de Diego Carcedo.
Para saber más:
Fundación Internacional Raoul Wallenberg
Links fotos:
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