
Hace un tiempo os presenté la vida de san Ignacio de Loyola, fundador de la obra jesuítica tan presente e influyente tanto en la actualidad como en el pasado, y las ejemplares vidas de Vicente Ferrer y del hermano Roger, ahora me gustaría presentaros a otro personaje histórico que desde mis tiempos de escolar influyó y ayudó a formarme como persona, Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas.
Su nombre completo era Marcelino José Benito Champagnat Chirat, pero se le conocerá como Marcelino Champagnat. Nació en la localidad francesa de Marlhes (Loira), en 1789, en una Francia devastada por la Revolución Francesa. Era el noveno hijo de una familia profundamente cristiana y de pequeño no acudió a la escuela por lo que fue educado por una tía monja mientras se dedicaba a su labor de pastor. Cuando contaba quince años, un sacerdote que estaba de paso en busca de vocaciones sacerdotales se fijó en él…
Hijo mío, tienes que estudiar el latín y hacerte sacerdote, Dios lo quiere.
Desde este momento cambió su vida tomando la determinación de ingresar en el seminario menor de Verrières al año siguiente, a pesar de que sus parientes más cercanos trataron de disuadirle al saber de sus limitaciones como estudiante. El primer año fracasa y el director del seminario le «recomienda» que deje el colegio, pero tenaz como era, no solo no lo abandona sino que en los años sucesivos acaba demostrando lo equivocados que estaban sus maestros. No deja de ser curioso que a pesar de sus inicios como estudiante acabaría siendo un pionero en el campo educativo, adoptando un método más eficiente basado en la mutua enseñanza, un nuevo método de lectura (fonético-silábico, en lugar del deletreo) e introduciendo nuevas materias como el canto y la educación física, entre otros.
A los diez años de ingresar, un nuevo seminarista, Juan Claudio Courveille, plantea el proyecto de formar la «Sociedad de María (Maristas)», idea a la que se une Juan Claudio Colin (fundador de los Padres Maristas) como el propio Marcelino, quien más tarde propondrá la idea de los Hermanos para la educación cristiana y la alfabetización de los niños de las zonas rurales. Con 27 años, el 22 de julio de 1816, es ordenado sacerdote junto con sus compañeros, siendo nombrado párroco de una parroquia rural, La Valla.
El 28 de octubre presenciaría algo que le marcaría para siempre: asiste en su lecho de muerte a un joven de 16 años que nunca había oído hablar de Dios. Desde ese mismo momento decide poner en marcha su proyecto de Hermanos Maristas, un grupo de maestros dedicados a la educación cristiana de la juventud.
Pronto la casita de La Valla se queda pequeña y junto a dos jóvenes, Juan María Granjon y Juan Bautista Audras, a los que después se añadirían otros, comenzarían una vida en comunidad de trabajo, oración y sencillez, siempre bajo la protección de la Virgen María. Se llamarían a sí mismos Hermanitos de María (Petits Fréres de Marie) y fundarían la primera escuela en su pueblo natal, Marlhes. En pocos años construyen el noviciado de Notre Dame de L´Hermitage no con pocas dificultades (él mismo hace de albañil y carpintero), donde acogería a más de cien personas, siguiendo después una frenética actividad de contactos para asentar sus fundaciones. En el año 1825 es liberado de su cargo de párroco en la parroquia pudiendo dedicarse desde entonces a su congregación y a la formación de sus Hermanos.
Con los años, su fuerte constitución no evitará que caiga enfermo debido a sus problemas estomacales que provocaban que no se alimentara correctamente. Agotado por el trabajo, muere a los 51 años, mientras los Hermanos cantaban la Salve como todas las mañanas, dejando 48 escuelas donde se educaban 7.000 niños y 280 Hermanos. En la actualidad son 3.800, presentes en 79 países de los cinco continentes, siendo el hermano Emili Turú el actual Superior General, profesor del mismo colegio donde me formé como estudiante, el Colegio Maristes Les Corts de Barcelona.
El papa Pío XII lo beatifica el 29 de mayo de 1955 (tras reconocerle dos milagros) y el 18 de abril de 1999, el papa Juan Pablo II lo canoniza tras reconocerle un tercer milagro.
Y este fue el mensaje que dejó a sus Hermanos…
Que no haya entre vosotros mas que un solo corazón y un mismo espíritu. Que se pueda decir de los Hermanitos de María, como de los primeros cristianos: Mirad cómo se aman.
Dos videos:
Para saber más:
Documentos sobre Marcelino Champagnat
Link foto:
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