
A lo largo de la historia, durante el parto la atención se ha centrado en su mayor parte en la salud de las madres y no tanto en los recién nacidos. La elevada mortalidad neonatal, asumida como algo difícil de evitar, hacía que la atención al bebé fuera tan básica como retirarle las secreciones, limpiarle y dárselo a la madre. Si la criatura presentaba algún problema, poco se podía hacer. Será a principios del siglo XX cuando la mortalidad infantil comience a disminuir, pero cincuenta años después se ideará un sencillo y a la vez brillante test, que salvaría (y sigue haciéndolo) millones de vidas en todo el mundo: el test de APGAR. Muchos habréis oído hablar de él pero, ¿cuántos se han preguntado en qué consiste? Permitidme que en las próximas líneas os intente dar a conocer su historia porque, aunque la tecnología ha avanzado, esta simple prueba sigue siendo indispensable.

Todo se lo debemos a una mujer, Virginia Apgar, una de esas pioneras en una sociedad dominada por el hombre. Nació en Westfield, New Jersey, en 1909. Con veinte años comenzaría su formación médica en la Universidad de Columbia de Médicos y Cirujanos, acabando su doctorado en 1933. Inicialmente apuntaba para cirujana pero le sugirieron que debía dedicarse a la Anestesiología, y eso es lo que hizo. En 1938 se convertiría en la primera mujer en dirigir una unidad en el Presbyterian Hospital de Columbia, concretamente la División de Anestesia en el Departamento de Cirugía, transformando el Servicio y siendo nombrada tiempo después, profesor titular, cargo que le permitiría dedicar más tiempo a la investigación de la anestesia obstétrica.
En la sala de partos comenzaría a reanimar a los neonatos clasificados hasta entonces como «nacidos muertos» y que se dejaban morir en un lugar apartado del paritorio, desarrollando una puntuación de su estado real al minuto de vida. Revisando las historias de anestesia de 1.025 nacidos vivos entre 1949 y 1952, buscó 5 signos: la frecuencia cardiaca, el esfuerzo respiratorio, los reflejos de irritabilidad, el tono muscular y el color. De esta forma idearía el test evaluando del 0 al 2 cada signo, según su ausencia o su presencia: entre 7 a 10 puntos «el bebé está en buenas condiciones»; entre 4 a 6 «su condición fisiológica no está respondiendo adecuadamente requiriendo una valoración clínica y recuperación inmediata»; si es igual o menor a 3 «se hace necesaria la atención de emergencia con fármacos intravenosos y la respiración asistida».
La primera conclusión que sacó fue que los que nacían vía vaginal y en cefálica (con la cabeza abajo) puntuaban con un promedio de 8, mientras que los nacidos de nalgas o mediante versión, puntuaban de media 6. Observó también que los nacidos mediante cesárea también mostraban mayor vitalidad (promedio de 8) si se realizaba a la madre una anestesia loco-regional (espinal) que si era general (promedio de 5). Entre los años 1952 y 1956 seguiría estudiando a 15 000 nacidos, llegando a la conclusión de que la mortalidad neonatal era mayor si la puntuación era baja, además de considerar la primera puntuación (primer minuto) como la que mejor evaluaba la tolerancia del neonato al nacimiento, mientras que la segunda (cinco minutos), su capacidad de recuperación.
0 puntos | 1 punto | 2 puntos | Acrónimo | |
---|---|---|---|---|
Color de la piel | todo azul | extremidades azules | normal | Apariencia |
Frecuencia cardiaca | 0 | menos de 100 | más de 100 | Pulso |
Reflejos de irritabilidad | sin respuesta a estimulación | mueca / llanto débil al ser estimulado | estornudos/ tos / pataleo al ser estimulado | Gesto |
Tono muscular | ninguna | alguna flexión | movimiento activo | Actividad |
Respiración | ausente | débil o irregular | fuerte | Respiración |
Este sencillo test acabaría aplicándose en la práctica diaria de todo el mundo al poco de publicarse, consiguiendo disminuir la tasa de morbi mortalidad y aplicándose a todo recién nacido, independientemente de la semana de gestación en que se produjo el parto. En 1962 se creó el acrónimo con su apellido APGAR para facilitar su enseñanza y poder recordar mejor los cinco aspectos que valoraba.
Durante su dilatada carrera (trabajaría hasta poco antes de morir en 1974) publicaría más de sesenta artículos y lideraría el campo de la anestesiología y la teratología, siendo pionera de la moderna neonatología. Reconocida su labor con el Doctorado honoris causa, la Medalla de Oro de la Universidad de Columbia y como Mujer del Año en la Ciencia (1973), incluso después de su muerte en 1994 se emitió una estampilla postal en su honor.
Sin duda, la Dra. Virginia Apgar fue una de esas geniales y pioneras mujeres con las ideas muy claras, y aunque evitaba el movimiento feminista de su época, tenía muy claro una cosa:
«las mujeres están liberadas desde el momento en que salen del útero».
Para saber más:
Is my Baby all Right? de Virginia Apgar (1972)
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