¿Quién no ha canturreado en alguna fiesta una de esas canciones tuneras? ¡Cuántas mujeres han soñado alguna vez con ser la protagonista de una ronda! Y es que ser tuno para unos es un honor, para otros, sinónimo de pícaro y truhán. Durante la Edad Media los estudiantes con pocos recursos cantaban y tocaban a cambio de algo de dinero, vino o de la «sopa boba», y en su ajuar, además de sus características ropas, tenían una escudilla y un cucharón de palo para comer lo que les diesen, de ahí que se les conocieran también como «sopistas».
En el siglo XII surgieron las primeras universidades organizadas en corporaciones de profesores y alumnos. A partir de los 14 o 15 años de edad el privilegiado estudiante podía acudir a la facultad de Artes, Medicina, Derecho y Teología, donde se agrupaban en naciones según su lugar de procedencia. Los más pudientes podían adquirir libros copiados y encuadernados lujosamente a mano, pero lo habitual era comprar en los libreros de alrededor pliegos de cuatro folios (pecias) de piel de carnero, más sobrios y sin ornamentos. Según la escolástica imperante los alumnos debían memorizar las lecciones impartidas por el profesor en clase, no con carácter crítico, sino comprendiendo el saber de los clásicos, y cuando pretendían conseguir su título (bachiller, magíster o doctorado) era cuando se presentaban a los temidos exámenes. Podían pasar muchos años hasta que conseguían su ansiado objetivo, muestra de ello es el hecho de que para conseguir el doctorado de Teología se exigía un mínimo de 15 años de estudio y durante todo este tiempo los jóvenes que no pertenecían a ninguna acomodada familia pasarían estrecheces económicas, viviendo en beneficencia para poder pagar sus libros, su alojamiento, su comida y poder devolver las deudas adquiridas en sus juergas, borracheras y frecuentes riñas. Conscientes de la inmunidad universitaria que tenían frente a las autoridades civiles también los había que no mostraban ningún interés en sus estudios sino que lo veían como su modo de vida.
Encontramos la primera referencia escrita sobre las Tunas en el archivo de la Universidad de Lérida, en un documento en el que se prohíbe a los estudiantes hacer rondas nocturnas bajo pena de confiscarles los instrumentos, una muestra más de que sus correrías no pasaban inadvertidas para nadie. Durante los siglos XI y XII encontramos a los goliardos, jóvenes estudiantes que de ciudad en ciudad cantaban canciones y poesías, recopilaciones de poemas escritos a mano en latín y que a cambio de sus cantos obtenían dinero o comida. Podríamos considerarlos antecesores de la Tuna.
El rey Alfonso X el Sabio se refiere a ellos como juglares en su Código de las Siete Partidas, y a partir del siglo XVI comenzaron a conocerse como «tunos» por su fama de pícaros holgazanes divertidos, aunque sin tener esa necesidad de supervivencia. Rápidamente, esta antigua tradición se extendió por Europa (Portugal, Holanda…) y América Latina, donde la primera tuna universitaria se fundó en Perú para después propagarse por el resto del continente.
La literatura nos ha dejado múltiples muestras de sus andanzas: Arcipreste de Hita, Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y hasta Víctor Hugo. La Tuna no deja indiferente a nadie, partidarios que la consideran simpática y detractores que la tachan de machista.
En el Rectorado de la Universidad de Salamanca encontramos la primera representación iconográfica de un tuno en una talla con el bicornio decorado con cuchara y tenedor y lo que parece una bandurria y una capa, concretamente en la parte inferior del pasamanos de la escalera. La salmantina es considerada la Tuna más antigua y con más tradición, refiriéndose a ella como «la Viejecita», al recordar cariñosamente los tiempos en que los sopones visitaban las conventos o acudían al Antiguo Hospital de Santo Tomás, en el actual Patio de Escuelas Mayores de la ciudad, para recibir su «sopa boba».
Su característica indumentaria se compone de capa, jubón, camisa, calzas, zapatos o botas y una beca colocada sobre el pecho y los hombros, en forma de uve, que identifica a cada Tuna según su color: amarillo para Medicina, azul celeste para Filosofía y Letras, morado para Farmacia, naranja para Empresariales… Tampoco son iguales todas las becas pues varían según las distintas universidades, así, en la Tuna de Valladolid son más largas, y en la Tuna Compostelana no la llevan, sino que portan una Cruz de Santiago cosida en el jubón, siendo este descrito por primera vez en 1377 y generalizándose su uso a partir del siglo XVI.
La capa quizá es lo más llamativo de su atuendo por tener escudos de las ciudades y países recorridos, y unas cintas multicolores bordadas con dedicatorias como muestra del amor de las mujeres cortejadas.
Sus burlonas y alegres canciones de ronda, serenatas y pasacalles son en su mayor parte de autor desconocido. Inicialmente tocaban vihuelas, aunque posteriormente se incluyeron laúdes, guitarras, bandurrias, panderetas, panderos y castañuelas, utilizándose otros instrumentos según los países.
Una de las cosas que más llaman la atención es el modo de tocar los panderos con el codo, la cabeza, las rodillas y la punta del pie, sin perder en ningún momento el compás, una «ciencia» que acabaría dando nombre a su protagonista: panderetólogo. Estos, junto con los encargados de recaudar el dinero a todos los presentes, eran los jóvenes más desenvueltos y decididos.
En cuanto a su organización interna podríamos decir que hay un jefe elegido por su mayor experiencia y sus «cualidades», existiendo una normativa que controlaba la convivencia del grupo (tened en cuenta que inicialmente entraban a formar parte algunos vagos y pícaros que no les importaban nada los estudios sino que ingresaban en la Universidad para conseguir impunidad en sus fechorías).
En el arte de «tunear» (no me refiero a personalizar los coches 😉 ) se cantaban coplas en romance, se engañaba a los mercaderes, se hablaba en latín o francés (esto les gustaba sobretodo a las mujeres) y se inventaban falsos conocimientos en matemáticas, filosofía…
Los novatos («pardillos») durante al menos un año sirven a los veteranos, permaneciendo excluidos de cualquier derecho y sometiéndose a todo tipo de novatadas como «la nevada», consistente en rodearlo escupiéndole mientras se cubría con el manteo que acababa blanco por los escupitajos de los veteranos. Una vez ganada su veteranía se les hacía entrega de la beca en el denominado «bautizo».
También hacían «correr la tuna» cuando no habían clases, así se divertían de pueblo en pueblo a la vez que conseguían su sustento. Esta expresión hoy en día se utilizaría para describir una vida viajera, vagabunda, tocando y cantando.
No es hasta la tímida inclusión de las mujeres en las universidades en el siglo XIX que comenzaran a existir Tunas Femeninas, apareciendo también las estudiantinas durante la regencia de María Cristina y la figura del abanderado, el que sostenía el pendón con el nombre escrito y la procedencia de la Estudiantina.
Las Tunas de hoy son reflejo de las estudiantinas. Quedan ya muy lejos de sus orígenes aunque me permitiréis que haga un guiño a la Tuna salmantina, que adquirió gran relevancia social a principios del siglo XX llenando teatros y salas con su música. Hacia 1968 se le comenzó a conocer como «La borracha» y en los últimos treinta años ha realizado numerosos viajes por toda Europa participando en numerosos Certámenes y representando a España en actos internacionales.
Sin duda La Tuna forma parte de las universidades y estas son parte importante de nuestra Historia.
Un video:
Para saber más:
Universidad Pontificia Salamanca
Leyenda de la Cueva de Salamanca
Links fotos:
Ramón Cutanda López (I); Ramón Cutanda López (II); Jesús Perea; Infotuna; Estudiantina
Hola, buenos días. No es por marcarme un farol, pero yo he tenido ese privilegio de una ronda, una vez que había dejado la Universidad. Dirigidos por aquellos que habían sido mis compañeros y con motivo de un significado acontecimiento. Esas canciones nunca pasarán y siempre traen bonitos recuerdos. Es bonito conocer la historia que, como siempre, nos la traes explicada de una forma curiosa. Gracias y buen día.
Hola elcorazondelmar,
¿quizás te cantaron esta canción..?
Mocita dame el clavel,
Dame el clavel de tu boca,
Que pá eso no hay que tener
Mucha vergüenza ni poca.
Yo te daré el cascabel,
Te lo prometo mocita,
Si tu me das esa miel
Que llevas en la boquita.
Clavelitos, clavelitos,
Clavelitos de mi corazón.
Hoy te traigo clavelitos
Colorados igual que un fresón.
Si algún día clavelitos
No lograra poderte traer,
No te creas que ya no te quiero,
Es que no te los pude traer.
La tarde que a media luz
Vi tu boquita de guinda,
Yo no he visto en Sta. Cruz
Otra mocita más linda.
Y luego al ver el clavel
Que llevabas en el pelo,
Mirándolo creí ver
Un pedacito de cielo.
Saludos y sí, nunca pasarán de moda. 😉
Pues no sé si esa u otra, pero sea la que fuere fui muy feliz en aquella época, como todos en plena juventud. Por ahí andarán algunos «casettes» con recuerdos imborrables. Gracias. Buena tarde.
Excellent article ! je ne connaissais pas ces traditions. Vous êtes un puits de science et j’ai toujours un grand plaisir à vous lire. En toute amitié.
Bonjour runglaz,
qui n’a pas entendu parler d’eux? Les universités ont toujours été attachés à leurs chants et danses.
Salutations et merci pour vos aimables paroles
Esta entrada me ha devuelto a mi juventud universitaria. Me ha gustado mucho, gracias.
Hola Isabel,
seguro que a más de uno. Debo reconocer que en mis tiempos universitarios, en mi primer año de carrera, me llamaron mucho la atención… pero solo duré un mes ¡Ja, ja, ja! Son de otra pasta.
Un saludo
Uno de mis hermanos fue «panderetólogo» y recaudador en la tuna de Santiago de Compostela, y un pícaro mujeriego de mucho cuidado, con gusto de ellas, ojo.
Hola Antonio,
pásale este post a tu hermano a ver que le parece porque de bobos no tienen nada, todo lo contrario, pícaros y muy listos.
Saludos
¡Buenos días,Francisco Javier!. es tan completo tu artículo, que poco puedo añadir. ¡Se ve que has pasado por la Universidad, y has sido «tuno», aunque fuera por poco tiempo!.
Como curiosidades: en la Edad Media y el Renacimiento, los estudiantes se situaban en semicírculo alrededor del profesor, en filas por riguroso orden de clase social, estando en las últimas los sin recursos.
Efectivamente estos últimos mal vivían de las limosnas que le daba la gente, a cambio de sus canciones, después de cuya interpretación, pasaban la gorra (conocidos como»gorromines»), o les daban comida. De ahí la expresión de «ir de gorra» o «entrar de gorra», o «poner la gorra», cuando se cobra a cambio de nada.
Además se ponían en la cola de pobres e indigentes en iglesias u conventos, para recibir un plato de comida: la sopa boba.
¡Como podemos ver, la tuna ha dejado su huella incluso en nuestro lenguaje diario!
Que tengas una feliz semana.
Hola Luis,
no, no, no he sido tuno, solo novato o pardillo y por tres semanas ¡ja, ja, ja!
Este post ha pretendido ser un sentido homenaje a todos los tunos ¡qué serían las universidades sin ellos! e invito a que si alguno se anima comparta con nosotros su experiencia.
Abrazos y gracias por tus interesantes aportes.
Los sueños de los tunantes arrancan con señales esperadas, soñadas sin descanso. Se meten ideas en la cabeza, extrañas, turbadoras, haciendo sentir culpables a unos triunfadores a otros. ¿ Quién se inventará tantas ideas en las que los nuevos estudiantes rezan terminando cada quien por diferentes caminos ? Señales de la esperanza, entretenidos con el júbilo que vendrá… éste o el otro. Prometer aquello que cada uno quiere sin saber el alma que atesora, cantando cada quien su copla. Hasta el dolor se desprecia sin saber que enseña muchas cosas, hospedarlo en los corazones al ver que viene la noche. A esa edad se disfruta el jolgorio, nadie es puritano. La juventud se parece en todas partes del mundo, siempre turbado de ideas. Surgen cosas atractivas, inconfesables, a veces crueles, atraen… separan. Gracias, FJ, por traer cosas pasadas y postreras, inciertas, dispersas, nada entero mientras los recuerdos de las Tunas siguen su marcha cantando coplas entre parejas, agrupadas. ¿ Llegó la nueva hora ? Un abrazo aromado, con esencia, al recordar con alegría y a veces con tristeza ingresos universitarios.
Hola marimbeta,
¡cuántos corazones rotos dejaron en sus rondas, incontables! La muy ilustres y parranderas tunas universitarias siguen conservando parte de esa esencia de tiempos pretéritos, aunque los tiempos cambian y la globalización también llega aquí. Certámenes, concursos y congresos hacen que se les conozcan y re-conozcan internacionalmente.
Abrazos «mocita» 😉
Me encantaban y me siguen gustando, Las Tunas, llevan la alegría allá por donde pasan. Hace unos años estando en Praga sentada con dos amigas, íbamos a cenar en la plaza mas conocida de alli y de pronto oimos la música inconfundible de los tunos… que alegría nos dió, ya te puedes imaginar, en Praga!!!!!
Y tu no explicas ninguna experiencia? o no lo fuiste? Como la mayoría de las veces, ni idea de como empezaron…
Abrazo tunero -no de coche-
Hola Rosa,
verles alegra cualquier situación y eso siempre se agradece, más si estás de viaje en una ciudad que no conoces y súbitamente hacen acto de presencia.
Abrazos y no, no lo fui, mi afición por la guitarra me movió a contactar con ellos pero como decía al principio solo fue eso, un contacto de tres semanas.
¡Hola! Recién descubro que fue en Lima que se inició la tuna universitaria latinoamericana. A pesar de ello, hoy son pocas las facultades que cultivan este arte y aún mucho más difícil de encontrar las formadas por mujeres, quizás las peruanas seamos un poco tímidas en las lides del cortejo. Por otro lado, no creo que los tunantes sean machistas, porque considero que a toda mujer le viene bien y de vez en cuando un poco de azúcar en el oído… 🙂
Hola Capullanita,
¿machistas? no, todo lo contrario, románticos, pasionales y algo bohemios quizás, pero machistas, no lo creo.
Un saludo
¡Totalmente de acuerdo!
Reblogueó esto en maragomezcejas.
Me encantó. Muy divertido tu reportaje. Como siempre muy informativo. Un abrazo.
Hola melbag,
pues mañana más, aunque puede que interese más al sector másculino… 😉
Abrazos
Recuerdo que una vez me rondaron… ¡qué tiempos! Siempre es bonito recordar y además aprender contigo, Francisco.
Besetes…
Hola María,
siempre son recuerdos bonitos que quedan en la memoria para siempre.
Besos
Hola Francisco,
una entrada muy completa. Siempre me ha gustado la tuna (en México se le conoce sólo como estudiantina, una tuna es una fruta, la que en España se conoce como higo chumbo), y siempre me dieron algo de envidia, debido a mi nulo talento para la música, pero me parece una gran tradición que muestra un lado amable de la sociedad. Eso sí, no conocía sus orígenes y, aunque sigo lejos de ser un experto, ya podré presumir con los amigos con todos estos datos tan amenamente explicados.
Enhorabuena por un nuevo éxito.
Muchas gracias y un abrazo.
Hola Jesús,
pues no sabía eso que nos explicas de la tuna como fruta ¡cuántas cosas tenemos que aprender unos de otros! Espera, voy a buscarla por curiosidad…
… ya estoy de vuelta, ¡ja, ja, ja! Pues encontré cosas de lo más interesantes que comparto con todos: originaria de América, es llevada por los españoles a Europa. Existen diversas variedades, la roja, amarilla, morada y blanca, y su pulpa tiene propiedades antisépticas y astringentes que la hacen ideal para las personas que sufren diarreas. Además, sus propiedades alcalinizantes van bien para los que sufren de úlceras en el estómago. Pero no solo eso, posee un alcaloide (cantina) que aumenta la fuerza y amplitud de las contracciones del corazón siendo recomendada para los que sufren de enfermedades coronarias. Y voilà
Abrazos y como puedes ver al final lo de la tuna da para mucho.
En el correo de esta mañana, un compañero/amigo jubilado me enviaba estas líneas y el enlace a tu blog : » Que_tiempos aquellos…
Yo acompañé a la Tuna, en el paso del Ecuador de Medicina_1971-72… en la Uni de Salamanca y disfrute de canciones como esta… Clavelitos….»
Efectivamente se añora a la tuna. Siempre me gustó, su alegria, sus canciones, su vestimenta, su desparpajo. A nosotras, en Zatragoza, venían a rondarnos de un colegio mayor proximo al nuestro. La llegada de los chicos provocaba la debacle total: todas las ventanas atiborradas de chicas y ellos en la calle con sus canciones. Después les dejaban entrar a tomar un «refrigerio». Me gusta y me se muchas canciones, de hecho, en casa, en las reuniones familiares ha sido frecuente coger las guitarras con mi hermano y cantarlas.
Felices tiempos!!!.
Un abrazo.
Hola lurda,
no sabes cuánto te agradezco que quisieras compartirlo con todos nosotros. Pienso que la Tuna y sus canciones son parte intrínseca de la universidad, ese ambiente juvenil, ese estudio, esa alegría. ¡Qué tiempos!
Abrazos y otro a tu amigo.
Se los daré de tu parte. 🙂
Hace unos meses, con motivo de sus «Bodas de plata» con la Tuna, Josep Toral publicó el libro «Ahí viene la Tuna», que narra con mucho detalle y picardía la vida de unos Tunos. Una lectura muy recomendada. Puede solicitarse en el Facebook del autor, Josep Toral.
Hola Roberto,
seguro que será una lectura amena y entretenida que disfrutará quien quiera saber más del tema. Te agradezco de verdad tu aportación.
Un saludo y bienvenido a los comentarios.