
Durante mis tiempos de estudiante en la Facultad de Medicina siempre me ha llamado la atención ese hito que representó el primer trasplante de corazón con éxito en una persona. Digo con éxito porque aunque solo sobrevivió 18 días fue la primera vez que se conseguiría realizar en un ser humano. Dicho esto, me gustaría acercaros a los cuatro protagonistas de esa hazaña porque aunque el cirujano Christiaan Neethling Barnard se llevó todos los honores, no podemos olvidarnos de los otros tres protagonistas principales sin los cuales no hubiera sido posible: Denise Ann Darvall, la donante, Louis Wahskanski, el receptor, y Hamilton Naki, el… bueno, dejaré el suspense un poco más para que sigáis leyendo, seguro que os sorprenderéis tanto como yo.
Todo transcurrió la noche del 3 de diciembre de 1967 cuando un fatídico accidente de tráfico en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) acabó con la vida de una madre, que murió en el acto, y su hija Denise Ann Darvall, una oficinista de 24 años de edad (ostras, me ha quedado un poco novelesco). La joven sufrió una fractura de cráneo con graves lesiones cerebrales y fue trasladada al Groote Schuur Hospital donde a las 9 p.m. los médicos certificarían la muerte cerebral manteniéndola con vida mediante un corazón-pulmón artificial. Daba la feliz coincidencia que en una habitación de ese centro se encontraba nuestro segundo protagonista, Louis Wahskanski, un comerciante de ultramarinos de origen lituano que, aunque gran deportista y tras participar en varias guerras, en los últimos cuatro años su salud comenzó a afectarse seriamente debido a la diabetes que padecía y a una enfermedad coronaria incurable que ya le había ocasionado tres infartos. Lo cierto es que esperaba su fin en pocas semanas pero la providencia le daba otra oportunidad y esta vino tras obtener el permiso del padre de Denise para que su corazón y sus riñones fueran extraídos. El corazón sería para Wahskanski y los riñones para Jonathan van Wyk, un niño de 10 años.
En esos momentos el jefe de cirugía torácica del hospital era Christiaan Neethling Barnard, un eminente cirujano sudafricano y blanco (después entenderéis porque lo digo), que sería el encargado de coordinar la operación.
Era la primera vez que se practicaba y pronto se extendió la noticia por todo el mundo. A los dieciocho días de salir de quirófano Wahskanski fallecería por una infección pero no dejó de ser un hito histórico en la medicina. La gloria y la fama le llegarían en forma de reconocimientos y el 2 de enero de 1968 realizaría su segundo trasplante de corazón sobreviviendo en esta ocasión diecinueve meses. La técnica se fue perfeccionando hasta que en los años ochenta se comenzaría a practicar con más éxito. Desde entonces más de 100.000 personas se han beneficiado de este tipo de trasplante consiguiendo en una ocasión una supervivencia de más de 28 años. En España, la supervivencia tras el año de la cirugía es del 85% y tras una década del trasplante del 60%.
Pero gran parte del éxito del Dr. Barnard se debió a nuestro cuarto protagonista, Hamilton Naki, injustamente relegado al olvido durante 40 años. Y.. ¿cómo pudo ocurrir esto? Sencillamente porque era negro. En aquellos tiempos el apartheid sudafricano hacía imposible que un negro pudiera ser médico y mucho menos reconocido públicamente.
Naki comenzó a trabajar con 14 años en la Universidad de Ciudad del Cabo como jardinero y después en el laboratorio del prestigioso Dr. Barnard, limpiando las jaulas de los animales, perros, pollos y conejos que utilizaba en sus experimentos en el campo de los trasplantes, y fue allí donde sus habilidades pronto comenzarían a mostrarse. A partir de la mera observación, sus firmes pero también precisas y habilidades manos no pasarían inadvertidas por los médicos que le pedirían que manejara a los animales durante las operaciones, después que se hiciera cargo de la anestesia y finalmente que fuera él mismo quien los operara con sus propias manos. Fuera del laboratorio nadie sabía lo que hacía, solo los cirujanos que compartían quirófano con él. Así pues, cuando se presentó la oportunidad de realizar ese primer trasplante humano el Dr. Barnard lo tenía claro, nadie había más habilidoso que Naki para extraer el corazón de esa joven sin lesionarlo. Se trataba de un trabajo delicadísimo pues debía preservarse con extremo cuidado, y así fue como lo hizo, con una perfección milimétrica que nadie del hospital podría haber hecho, ni tan siquiera el propio Dr. Barnard.
Oficialmente, el mérito fue del Dr, Barnard y su equipo, y por supuesto no se incluía Naki. Nunca figuró en los diarios pues si se hubiera publicado una sola fotografía de él habrían ido a prisión. Según palabras del propio Dr. Barnard:
«(…) tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes, y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido».
Durante 40 años siguió dando clases a los estudiantes blancos enseñando cirugía, pero fuera del hospital no era más que un auxiliar del hospital con el salario de un técnico de laboratorio, el máximo que el hospital podía pagar a un negro. No será hasta que en el año 2002 se le reconociera su contribución a la medicina con uno de los mayores honores de su país, la orden de Mapungubwe, aunque seguiría sobreviviendo con su modesta pensión hasta el fin de sus días.
Sin duda, Hamilton Naki, fue una de las caras indispensables de ese primer trasplante.
Un video de un trasplante cardiaco solo apto para cardioresistentes 😉
Para saber más:
Fundación Española del Corazón
Links imágenes:
Michael Gorey-Pinterest; Augi de Freitas-Pinterest; cine-rovich.blogspot.com.es
Es una historia llena de sensibilidad que gracias a la injusticia no ha podido recompensarse.
Excelente trabajo Amigo.
Hola Francisco,
es justo reconocerle el mérito que se mereció y no obtuvo. Mucho se ha hablado sobre ese primer trasplante de corazón y puedo decirte que todavía hoy entre los médicos nadie conoce la figura de Hamilton Naki. Dejo aquí mi humilde homenaje a este grande de la medicina.
Abrazos
Un homenaje a un ser injustamente maltratado por el color de su piel, otro más de millones. Creo que el Dr. Barnard ha debido hacer algo distinto a excusarse… No sé llevárselo con él al exterior y allí hacer lo correcto pero no pasó, se dedicó a disfrutar de su gloria…
En el 2002 le entregan a Hamilton Nakila la orden de Mapungubwe pero le dejan la misma pensión hasta el fin de sus días ¿Únicamente “eso” en 40 años? La sociedad cómplice…
Es una bella y triste historia, quizás Naki no era vanidoso, disfrutaba tan solo, ser, compartir, entregarse en su vocación de servicio ¡Maravilloso! Saludos, Scarlet
Hola Scarlet,
me quedo con lo que dices al final «disfrutaba compartiendo y entregándose a su vocación de servicio» y cito a Marañón que lo definió como pocos: «en la vocación médica se entremezcla un gran amor al prójimo, con un deseo de curar o al menos de aliviar sus males, un afán de investigar, de correr en pos de la verdad y el deseo de enseñar lo que se ha aprendido sobre el conocimiento del hombre».
Saludos
Hola Fracisco
Hermoso comentario y cita. Felizmente, hay seres así, entregados… ¡No esperan nada a cambio!
La medicina es tanto una ciencia como un arte. Saludos, Scarlet
Interesante e revelador tu artículo, Francisco Javier, como todos con los que nos instruyes.
Interesante… e indignante. ¿Cuántos Hamilton Naki no habrá habido, aplastados, relegados y segregados por el régimen de Apartheid sudafricano, sólamente por el color de su piel?. ¿Cuántos talentos ocultos y desperdiciados por la misma razón?.
Yo mismo ignoraba totalmente la existencia de este coartífice del primer trasplante de corazón de la historia moderna.Estoy real e íntimamente indignado con esta historia.
Gracias una vez más, amigo mío. Que tengas un buen día.
Hola Luis,
como decía a Francisco en el primer comentario no solo la población en general no sabe de su historia sino que entre el personal médico y sanitario su desconocimiento es absoluto. Considero que encarna como pocos esa vocación. ¿Sabes cómo se daría a conocer? Cuando un director de Hollywood filmara una película sobre su vida. Aún no entiendo que nadie la hiciera, solo el argumento merecería un Oscar.
Un saludo y buen día también para ti.
Es una lástima que los prejuicios e injusticias de una época no le hayan otorgado el reconocimiento que se merecía Hamilton Nakila. Gracias por hacernos conocer esta historia, siempre conocí la versión oficial donde era Barnard quien se llevaba el prestigio de esa importante cirugía. Creo que la posterior compensación debió ir ligada a una recompensa monetaria. Saludos.
Hola Capullanita,
pues sí, las medallas pueden ayudar aunque no son suficientes para compensar tal injusticia.
Saludos
Esta entrada merecería un meneo y que la leyese mucha gente.
Un abrazo, Francisco.
Hola Chus,
pues sí, alguien me la subió al meneame nada más publicarla esta mañana, aunque ya sabes que existen trolles negativos (y vengativos entre otras cosas) que se encargan de manipular votando negativo todos los artículos que la gente me sube en esa red social. Lo cierto es que me da igual, compartirlo con vosotros en este espacio es toda la recompensa que tengo y que quiero.
Abrazos amigo.
Ese personaje que los dos sabemos no sabe hacer otra cosa.
Incursionar en trasplantes de corazón es navegar por mares de sangre de todos los colores al atardecer; unos más notables que otros. Soñadores, como los cuatro protagonistas, unos más que otros. Pintores auxiliados con cerámica, tal como nos muestra Belén Soto en sus prodigiosas obras… ¡ Tanto realismo expresado ! Es sentirse impresionado por esas olas sanguíneas fluyendo a «borbotones», prodigio de mar de ideas. ¡ Tan rico en acontecimientos ¡ Generador de formas y proyectos extraordinarios como sus diferentes colores. Todo un arco-iris dador de innumerables aventuras del corazón que salen y llegan al alma. Gracias, FJ, por regalarnos esos colores sanguíneos que el corazón irradia cuando se realiza un trasplante. Un abrazo, de pescador de colores en esos mares.
Hola marimbeta,
hace tiempo que sigo el trabajo de Belén Soto en su blog y desde el primer día me pareció fantástico. La casualidad quiso que mientras preparaba este artículo ví «su» corazón en cerámica. No pude evitar pedir incluirlo en el artículo y desde aquí le vuelvo a dar las gracias por ello.
Abrazos
Desde aquí, le pido a Belén Soto que nos pinte «Angelitos negros», precioso himno contra la discriminación racial. Gracias de nuevo FJ, y abrazos que sigan el rumbo de tantos pintores viejos rescatando lo nuevo.
Gracias a ti por elegirla, eres genial!!!
Muchas gracias marimbeta, eres muy amable!! (por la parte que me toca)
Es un gran honor recibir vuestro agradecimiento y saludo. Todos mis respetos para usted. Adelante.
Ya había leido sobre el doctor Naki, tan injustamente tratatado por el color de siu piel -tal como apuntas, una vergüenza. Ya sabes que las entradas sobre del corazón, me llegan al «corazón» por estar involucrada, por cierto, no se si te comenté que la otra válvula, la mitral, no trabaja como debería, pero… de momento no pueden hacer nada. Yo por lo visto tengo que estar pegada a los médicos, jajaja, más vale que me ria, seguramente me habrán de operar de las tiriodes… biueeeeno… otra más para contar. Menos mal que soy el Ave Fénix!
Que os vaya muy bien este finde!!!!!!!
Hola Rosa,
ya sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites. Hoy en día se tienen controles, tratamientos y recursos inimaginables tan solo pocos años atrás, y buen ejemplo de lo que digo es el artículo de hoy. ¡Muchos ánimos! aunque sé que los tienes. Tus ganas de conocer, de saber y vivir la vida son ejemplo para todos.
Abrazos y ya te contaré, por cierto, puede que desconecte un poco (solo un poco) del blog durante el finde.
Qué bueno que compartieras esta historia en tu blog. Lo cierto es que Barnard todo el mundo lo conocía. De hecho, hasta un anuncio de aspirinas hacía no va tanto donde ponían en letras pequeñitas que había sido el que realizó la gran hazaña del primer transplante de corazón. Si no hubieras contado esta historia aquí, yo no habría sabido nunca de Hamilton Naki. Ciertamente las injusticias sociales nos han acompañado a todas partes, incluyendo al quirófano. Felicitaciones por este reportaje. Me encantó.
Hola melbag,
al menos (y para defender un poco a Barnard) reconoció que su pericia quirúrgica se quedaba corta si la comparábamos con la de Naki. Imagino que dentro de la facultad donde formaba a otros cirujanos estaba bien valorado y reconocido por sus estudiantes.
Un saludo y ya sabes que me encanta que te encante 😉
Genial entrada Fco. Javier una lástima que aún el color importe, besos y feliz miércoles.
Hola Silvia,
blancos, negros, rojos, azules, ¡qué más dará! Lo importante es el interior, los valores y la capacidad de la persona. ¿Cuesta tanto entenderlo?
Abrazos
Desgraciadamente parece que sí pero ¡ QUÉ MÁS DARÁ! estoy totalmente contigo, muacks.
Además de tus publicaciones, me encanta tu mentalidad abierta y gran calidad humana. Yo sí conocia ésta penosa historia. Cada vez que la recuerdo me da piquiña.Sera que al Dr. Barnard le dió??? grrrrrr.
Un ejemplo más (de los muchos que por desgracia hay) de las incoherencia del ser humano. Abrazos 😉
Años que no leia un articulo asi de interesante, gracias.
Hola oskarmaria,
¡qué subidón acabo de tener con tus palabras! ¡Ja, ja, ja!
Muchas gracias
Enhorabuena Francisco, que artículo tan interesante, desconocía la historia de la cuarta cara del trasplante, la Sudáfrica que le tocó vivir a Hamilton Naki fue el reino injusticias …
Gracias por compartirlo, por cierto, un post muy bien ilustrado 🙂
Hola Belén,
lo mejor de todo la ilustración 😉
Un beso y mil y una gracias
Que mezquinos podemos llegar a ser los seres humanos muchas veces. Gracias Francisco Javier por este estupendo artículo, dándonos a conocer, al menos en mi caso, el importante papel de Hamilton Naki en el que fue el primer trasplante de corazón, y que demuestra una vez más que la valía de las personas está por encima no solo de si color , raza, también de otras muchas cosas.
Imagino esas ganas de saber, de ir adquiriendo conocimientos sin poder acceder a unos estudios reglados, la fuerza de voluntad y a la vez la humildad del Sr. Naki. todo un ejemplo de perseverancia dentro de la situación que durante tantos años ha vivido su país.
Que pena que se tardase tanto tiempo en darle su reconocimiento, y que para otros/as llegue tan fácilmente solo por su posición en la sociedad muchas veces.
Ya tengo algunos años, y recuerdo cuando tuvo lugar este primer trasplante, como estábamos todos pendientes de las noticias, por lo menos en nuestro caso a través de la radio, y los agasajos y honores al Dr, Barnad. incluso alguna visita si mal no recuerdo que hizo a España algún tiempo después.
Una vez más gracias y saludos.
Hola Azahara,
Naki fue tenaz sin lugar a dudas, una fuerza de voluntad que muchos desearían.
Saludos también para ti y gracias por acercarnos de primera mano esos recuerdos que nos muestran un poquito más el reconocimiento de ese hito de la medicina.
Recuerdo, amigo EfeJota, que recibí la noticia con emoción y la viví y vivimos la gente de mi edad, con inusitada expectación. Fue muy emocionante … hoy, no sé por qué, he vuelto a emocionarme al recordarlo.
Gracias, amigo, un reportaje 10, como todos los tuyos.
Hola Enrique,
te he tocado entonces tu fibra miocárdica ¡ja, ja, ja!
Un abrazo de corazón.
Reblogueó esto en Los Reblogueos de etarrago.
Un articulo fantástico, me has hecho recordar un programa de la tv3 » S(avis) entrevistaban a un cardiologo muy importante y hablaron sobre la historia de los trasplantes y hablo del Dt. Barnad. Muy interesante te lo recomiendo.
Muy mal que a una persona por ser de otro color o origen le veten el reconocimiento
Un abrazo Francisco
Hola Cristina,
recuerdo esa serie aunque no el capítulo que mencionas. Si tengo un rato después lo busco.
Abrazos y que tengas un muy buen puente 😉
Yo los suelo ver por internet y este en concreto fue alrededor del verano, me gusta mucho como explican estas personas su vida y su profesión, en una perspectiva de su edad.
Pues estoy aun de baja con la tendinitis ó sea en descanso total
¡Ostras! Recupérate lo más pronto posible… ¡Ánimos!
Muchas gracias😊
Cuando vi los corazones creí que me había equivocado de blog, recordaba que los había hecho una alumna en el taller de Belen. Un detallazo por tu parte, ambos sois unos artistas. Me gustó mucho esta entrada, me sorprendió la historia escondida del «doctor» Naki, otra injusticia más. Un abrazo
Hola Antonio,
¡ja, ja, ja! entiendo que te pasara aunque como habrás comprobado que tiene toda su relación con el artículo. En cuanto al trabajó de Belén, genial. Puede que yo, al reconocerme un total patoso en lo que ha manualidades se refiere, valore aún más estas creaciones.
Abrazos y buen finde.
De patoso nada, eres médico.
Reblogueó esto en Arcilla y fuegoy comentado:
Nuestra buena fortuna sigue aportándonos agradables sorpresas, en esta ocasión ilustrando una interesante publicación de Francisco Javier Tostado
Pienso que Naki es uno de los tantos héroes anónimos que a través de la historia han dejado su importante contribución a la humanidad y muchos de ellos jamás reconocidos.
Hola Patricia,
lástima que no naciera en otro país, lejos de las políticas raciales que sufrió durante el Apartheid.
Abrazos
Gracias por la difusión de esta historia. Puede contribuir a la rectificación de esta injusticia y poner de manifiesto tantas otras como, de acuerdo con lo que dice algún otro con tertulio, se dieron y seguirán dándose, en este mundo donde tantas calamidades nos escalofrian.
Hola Alfonso,
gracias a ti por leerlo y comentar.
Saludos
FJ: voy a decirte algo que no sé si sabes: Chris Barnard, después de realizar el primer trasplante cardíaco con éxito en su país Sudáfrica alcanzó la fama normal ante un hecho científico de tal categoría. Un año o dos más tarde fue invitado por Ibercaja a Zaragoza para pronunciar un par de conferencias. No existía aquí la traducción simultánea pero el presidente de Ibercaja Sr. Sancho Dronda me conocía, sabía que había estado 5 años en UK especializándome en C. Plástica y me llamó para traducir EN VIVO y FRASE A FRASE, (¡horrible experiencia!) También convocó a un propietario de una Academia de Inglés pero este no pudo actuar casi porque se le escapaba la terminología médica. Tengo una fotografía de entonces que intentaré mandarte. Un año después coincidí con él en un Congreso de Trasplantes en París y allí conocí a su mujer (fea como un dimonio que la cambió pronto por una guapaza) y a su hija que era un pibón. Luego le sobrevino la artritis reumatoide severa que le impidió seguir su carrera y se dedicó a dar conferencias (pagadas, por supuesto) por todo el mundo. ¿Te he sorprendido? Jejejejejeje.
Hola astolgus,
¿qué me dices? ¡Qué pasada! Me encantaría ver esa foto (si no es demasiado pedir, claro) y me has sorprendido, sin lugar a dudas.
Un abrazo