Perdonarme la broma del título y la imagen de arriba, ni sé cómo se llama la mujer de la foto ni tiene mucha relación con lo que a continuación os explicaré, pero como en otras ocasiones no pude evitarlo y me sirve para introducir el tema de hoy. Hablaré de una mujer magnífica de la Historia (que también se llama María) y su invento: el baño María.
Todos sabemos del difícil papel que han tenido (y tienen) las mujeres en las sociedades de todos los tiempos, relegadas y discriminadas en algo tan fundamental como es la educación. En la antigua Grecia, solo recibían educación para realizar las tareas de la casa, sin poder participar en la vida política, sin embargo eran protagonistas en algunas fiestas religiosas y como ciudadanas estaban protegidas por la ley. En la antigua Roma, las niñas que pertenecían a clases acomodadas solían ir a la escuela hasta los 12 años, pero el matrimonio que les esperaba después hacía que muy pocas continuaran su educación aunque algunas disponían de preceptores que les instruían en los clásicos o algunas artes. Con un rol importantísimo dentro de la familia, a partir de Augusto gozaron de mucha más libertad que en otras sociedades, aunque no eran pocas las dificultades para poder desarrollarse plenamente en algún área científica.

Volviendo a nuestra María, retrocedamos al siglo I d. C. (no queda clara la fecha pues algunos la sitúan en el siglo III) para encontrar a un personaje histórico que vivió y trabajó en la Biblioteca de Alejandría, antes que lo hiciera la más conocida Hipatia de Alejandría. Se le conoce por diferentes nombres: María la Profetisa (como firmaba sus trabajos), la Judía o la Alquimista, este último nos da la pista sobre la rama de la ciencia a la que se dedicaba.
Escribió varios libros que por desgracia se perdieron en la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, conservándose solo algunos fragmentos que sin embargo han sido referencia y citados en múltiples ocasiones por alquimistas durante siglos: en los escritos del cronista bizantino Syncelles (siglo VIII); cuando la cita el árabe Al-Nadim en su catálogo de los 50 alquimistas más famosos (siglo IX) o cuando la nombra Zósimo de Panópolis “…os describiré el Tribikos, pues así se llama el aparato construido de cobre y descrito por María, la trasmisora del Arte…”. Actualmente se conserva en la Biblioteca nacional de Francia un manuscrito suyo «Discurso de la sapientísima María sobre la piedra filosofal».
Se le atribuyen varios ingenios, como el Tribikos, una especie de alambique de tres brazos hecho de cobre que se utilizaba para destilar líquidos hasta el siglo XX; el Kerotakis u «Horno de María», una estufa condensadora de vapores para obtener aceites vegetales y que se utilizó para elaborar perfumes y el más conocido, el «Baño María» utilizado incluso hoy en día no solo en la alimentación sino en los Laboratorios químicos. También ideó muchos otros procedimientos alquímicos utilizados para obtener distintos productos y es por ello que se le considera una de las precursoras de la Química moderna, muchos siglos antes que Isaac Newton.
Voltaire afirmó que «hay mujeres letradas como hay mujeres guerreras, pero nunca ha habido mujeres inventoras». Ya sabéis que nunca me han gustado las sentencias categóricas (en el sentido que sea) y está claro que el filósofo se equivocaba al decirlo.
Para saber más:
Mujeres y alquimia (en particular sobre María la Judía)
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