
¡Sobrecogedor! Y es que este cuadro no deja impasible a nadie. Su autor, Moreno Carbonero, obtuvo la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1884 sin que nadie dudara de que estaba delante de una obra maestra, no solo por su calidad artística sino también por la manera de reflejar la Historia.
La escena muestra a un Francisco de Borja desolado, roto por el dolor que le representó ver el cadáver putrefacto de su bella amada reina, Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos I, muerta el 1 de mayo de 1539 a los 36 años de edad. En el cuadro identificamos a la propia esposa de Francisco de Borja, Leonor de Castro, ocultando su rostro para enjugar su llanto, quizás por “sentimientos encontrados», mientras el personaje que abre el ataúd se cubre la nariz para evitar respirar el hedor que desprendía y el clero observa impasible la escena. La gruesa alfombra arrugada, el gorro abandonado, sus botas, la capa pontifical, todos magníficos detalles pintados con la maestría de una gran obra del barroco.
El propio Francisco de Borja se encargó de organizar la comitiva que escoltó el cuerpo de Isabel hasta su tumba en la Capilla Real de Granada, donde sería enterrada junto a los restos de los Reyes Católicos, un funeral que estaría encabezado por el propio hijo de la emperatriz, Felipe. Como era preceptivo, antes de introducir el cuerpo en el sepulcro se debía confirmar una vez más la identidad de la misma y fue entonces, descubriendo que la belleza de Isabel había sido corrompida por la descomposición, que exclamaría nuestro caballero:
He traído el cuerpo de nuestra Señora en rigurosa custodia desde Toledo a Granada, pero jurar que es ella misma, cuya belleza tanto me admiraba, no me atrevo (…) Sí, lo juro (reconocerla), pero juro también no más servir a señor que se me pueda morir.
Fueron sus palabras y así lo cumplió.
De niño ya mostraba voluntad para dedicarse al sacerdocio aunque su padre acabó mandándole a la corte del emperador Carlos I de España. Sirvió a la reina Juana I durante su reclusión en el palacio de Tordesillas y acabó siendo caballerizo mayor de la emperatriz Isabel de Portugal.

Bisnieto del papa Alejandro VI, General de la Compañía de Jesús, duque y patrón de Gandía, marqués de Lombay, Grande de España, Virrey de Cataluña, beato y canonizado por el papa Clemente X, incluso fue compositor musical de valía reconocida aunque injustamente olvidado siendo precisamente recordado por la Historia por el aprecio que tenía hacia la emperatriz Isabel. Una relación probablemente más platónica que real y que inspirará al Romanticismo literario como podemos ver en la obra “Amores en la luna” de Campoamor o en algunas de las páginas de las “Historietas Nacionales” de Pedro Antonio de Alarcón.
Tras la muerte de su mujer en 1546, ingresaría en la Compañía de Jesús rechazando el título de cardenal para dedicarse por completo a la orden hasta su muerte, veintiséis 26 años después. Durante este tiempo daría impulso a las misiones y ayudaría económicamente a la orden fundada por Ignacio de Loyola, pero nunca olvidaría a Isabel de Portugal recordando cada año en su Diario ese momento, el momento que abrió ese ataúd, el de su conversión.
Para saber más:
Premios de pintura en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de España
Visitatio sepulchri (1551)
Tal como dices el cuadro representa perfectamente aquellos momentos tan dramáticos por el estado avanzado de putrefacción del descubrimiento del cuerpo de Isabel -recordada en la serie que vimos ultimamente-. Gracias por las explicaciones de su vida pues poco sabía de ella.
Abrazos…
Hola Rosa,
un episodio de nuestra Historia que, lejos de ser crucial para nuestro protagonista también lo fue para la Compañía de Jesús. ¡Apasionante en todos los sentidos!
Un abrazo
Nada que añadir a tan brillante artículo, Francisco Javier. Uno de los más brillantes e inspirados que has escrito, en mi humilde opinión.
La historia de Francisco de Borja, su vida, el amor platónico que sintió por la reina Isabel de Portugal, y el horror que le causó la vista de su cadáver terriblemente deformado por la putrefacción, origen al parecer de su vocación religiosa y su brillante trayectoria como jesuita y humanista, siempre me impresionaron.
Gracias por informarnos de tan interesante episodio de nuestra historia, el magnífico cuadro de José Moreno Carbonero, y los nuevos detalles con los que siempre nos ilustras.
Feliz día, amigo.
Hola Luis,
está expuesto en una gran sala del Museo del Prado justo al lado de otra obra maestra en la que se puede ver aJuana la Loca velando el cadáver de Felipe el Hermoso, de Francisco Pradilla. Puedo asegurarte que sentarse en el banco que hay delante de ellos, mirándolos, uno a la derecha, el otro a la izquierda, te transporta a esa época. Toda una experiencia difícil de olvidar.
Doña Juana «la Loca»
Un abrazo y muchas gracias por tus amables palabras, no las merezco.
Cierto, Francisco José. Yo lo he hecho, y lo he experimentado. Gracias de nuevo.
HERMOSA PINTURA,
Hola Daniella,
sin duda que lo es.
Un saludo
La conversión es una renuncia al fingimiento, que no por ignorancia, de aquellas cosas resonantes, desoladoras… acogidas, tratando de resolver congojas. Interpretar el cuadro de Carbonero es visualizar su técnica al exponer sus ideas con calidad artística, exclusivas para la interpretación histórica, propia de su militancia en esos movimientos artísticos. Pintar penas y necesidades del tiempo es regresar con brújulas del destino, con rumbo ya fijado, irrevocablemente por el espíritu de épocas vividas. Gracias, FJ, por mostrar cuadros que nos mantienen atentos e esa época. Un abrazo, contemplativo.
Hola marimbeta,
la conversión es el «sí» total de quien entrega su existencia a la religión, la que sea, así es definida. San Pablo la encontró tras su caída del caballo en el camino de Damasco; San Francisco con la voz que le hablaba en el silencio mientras contemplaba una imagen románica de Cristo «Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves: está hecha una ruina» y otros, como Santo Tomás de Aquino que a los cinco años fue enviado a recibir su primera formación con los monjes Benedictinos de Monte Casino, un destino predestinado por un santo ermitaño. Todas diferentes, muchas inesperadas, algunas santificadas.
Un abrazo convertido en agradecimiento por estar siempre aquí. 😉
De acuerdo, FJ, todo se hace por sanación de la iglesia de esas lacras históricas, de vez en cuando, para que se vuelva a poner al servicio del creador. Es una transformación permanente para su propia auto-comprensión. Es una manera de evitar su mundanización. Por eso busca su conversión permanente. Es la única manera de representar al pueblo crucificado. Gracias, FJ, por hacerme ver cómo la iglesia nace continuamente luchando contra el pecado histórico-social. otro abrazo, liberado.
La historia es siempre Historia, pero contada por ti, al margen del especial deseo que tengo por leerte, se me hace un dulce como al paldar de un niño.
Un abrazo efejota.
Hola Enrique,
se ha convertido en costumbre leernos cada día, bendita rutina, todo un feliz hallazgo encontrarte.
Abrazos amigo.
Es un cuadro muy impactante. Gracias por compartir y explicar su historia.
Hola melbag,
me alegra comprobar que gustó.
Gracias a ti
Reblogueó esto en maragomezcejasy comentado:
…me encantó..!
…te hice caso y amplié la imagen….morí….por un momento era como estar allí, podría mirarla por horas…..es realmente extraordinaria…
Hola Ale,
tienes razón, al ampliar puedes ver detalles que de otra manera se escapan a la vista. Te trasladas a ese lugar, entre ellos.
Un besazo
¿Soy yo, o entre el publico asistente se ve una especie de diablo negro con cuernos? ¿podría ser la representación de la muerte?
Hola Pascual,
¡ostras, qué vista tienes! Pues me dejaste dudando porque es verdad que lo parece. Es esa figura detrás a la derecha de la mujer llorando (ampliando la imagen se puede distinguir) ¿Efecto óptico? No sé, no sé.
Un saludo y gracias por animarte a comentar 😉
Sorprendente la figura de Francisco de Borja. Tengo más preferencia y curiosidad por las personalidades del pasado que no de las presentes, sobre todo por los consejeros espirituales de los Reyes…Juan de Quintana, Arias Montano…¡Cielos toda la Sabiduría que tenían!, menudos consejeros de altos vuelos tenían los Reyes, no eran tontos, no. Creo que la figura de la Reina Catalina de Aragón es muy interesante. Gracias por traer la figura de este Señor. Un abrazo, Francisco.
Por cierto, el cuadro es precioso.
Hola Teresa,
creo que eso de que tienes más «preferencia y curiosidad por las personalidades del pasado» es algo que nos pasa también a muchos de nosotros. Es lo que tiene la historia… Mencionas la figura de Catalina de Aragón y la tengo en mente, seguro, apasionante, REINA con todas las palabras en mayúsculas. Encontré esta imagen de su tumba en la catedral de Peterborough, en Cambridgeshire (Inglaterra), como podrás ver, tiene encima la leyenda «Catalina Reina de Inglaterra», fue muy querida.
Imagen de DAVID ILIFF
Abrazos y muchas gracias por este interesante comentario.
Gracias a ti Francisco por mostrarnos tantas Historias importantes y sus protagonistas y por tu entrañable amabilidad en respondernos a todos. No tengo dudas que algunos de tus niños que traes a la Vida serán Historiadores…lo intangible tiene fuerza y tu preferencia Histórica en el paritorio se la transmite seguro de alguna manera. Catalina sí es una Verdadera Reina, no solo por su inteligencia sino por su bondad y sí es verdad que fue muy querida en Inglaterra, quizás la primera y la única esposa que quiso a Enrique, ella valía más que él. Dicen Francisco que vestía interiormente la ropa de las terciarias franciscanas y por fuera la vestimenta de Reina, casi nada…la orden de San Francisco de Asís…no es cualquier orden…
Preciosa imagen de su tumba. Gracias por el regalo. Un abrazo, Francisco.