
Hace poco hablamos de la controversia que todavía existe sobre la ubicación de los restos de Cristóbal Colón y en un comentario, Oihane, dijo algo que me llamó la atención: Hernán Cortés, mejor dicho sus restos, sufrieron también un periplo viajero similar.
En sus últimos años de vida su salud empeoró en parte debido a su infortunio. Carlos I lo apartó ignorándole las ventajas y los reconocimientos a sus méritos militares y a pesar de ello acudió a su llamada en la incursión contra la piratería berberisca en Argel. Agotado por esa malograda y última misión ya nunca se recuperaría. Toda su fortuna acabaría en el fondo del mar al naufragar el barco que la transportaba, en total 100.000 ducados de oro y esmeraldas, dirigiéndose a Valladolid en un intento de rehacer su vida, hasta que a finales del año 1545 se trasladaría a Sevilla para emprender su último viaje hacia México, un viaje que nunca llegaría a emprender vivo pues la muerte le sorprendió tras un ataque de pleuresía, tenía 62 años.
Uno de los motivos que pueden explicar en parte el título que propuse para este artículo es que cambiara en más de una ocasión en su testamento el lugar en donde quería ser enterrado. Primero pidió ser sepultado en la iglesia contigua al hospital de Jesús en México, después en el monasterio que mandó construir en Coyoacán y que nunca llegó a ser fundado, y pocas semanas antes de morir dejó escrito que sus restos deberían descansar en la parroquia del lugar donde falleciera, hecho que ocurriría el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), siendo enterrado en el monasterio de San Isidoro del Campo. Y es ahora que comienzan sus nuevas «aventuras»…
Tres años después de morir sería exhumado por primera vez para trasladar sus restos junto al altar del mismo monasterio y en 1566, serían trasladados a la Nueva España al templo de San Francisco de Texcoco (México) hasta 1629 que volvería a ser exhumado para yacer cerca del altar mayor de la misma iglesia. Más tarde, en 1716, se remodeló el templo debiendo exhumar nuevamente los restos (y ya van tres) para trasladarlos a la parte posterior del retablo mayor, donde permanecerían hasta 1794, fecha en la que por cuarta vez se exhumarían para ser sepultado en la iglesia contigua al hospital de Jesús en México.

Lejos de descansar por fin en paz, dos años después de la Independencia de México, en 1823, se desmanteló el mausoleo para evitar que lo profanaran. El busto y otros ornamentos se enviarían a Italia engañando así a los agitadores, aunque en realidad sus restos no salieron del país siendo escondidos durante trece años bajo la tarima del templo del hospital. Después se depositarían en un nicho construido en la pared del templo a un lado de donde estuvo el mausoleo, quedando relegados a un total olvido. No será hasta 1946 que se redescubrirían tras acceder al acta notarial que describía el lugar exacto donde se encontraba la urna, siendo sus huesos autentificados.

Cuenta la leyenda que en el primer encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés se realizó precisamente en el mismo lugar donde ahora reposan su restos, en el Hospital de Jesús, concretamente tras un muro de la iglesia contigua al mismo, en pleno centro histórico de la ciudad de México. Este hospital es el más antiguo que aún permanece en activo en América y el tercero del mundo junto con el Hotel-Dieu de París (651) y el Saint Bartholomew de Londres (1123). Su construcción la ordenó en 1520 el propio Hernán Cortés para atender a los más pobres. Además, tiene el honor de ser el primer hospital de América donde se realizaría una autopsia y las primeras intervenciones de cataratas y a corazón abierto en México. El motivo de que junto al hospital se encuentre la iglesia lo encontramos en la disposición de los reyes de España para que cualquier hospital que se construyera debía tener su iglesia para atender las almas de los pacientes. El Papa Clemente VII concedió a Hernán Cortés (que también tenía el título del marquesado del Valle de Oaxaca) una bula que le convertía en patrón perpetuo (también a sus descendientes) de los hospitales e iglesias que fundara en América.
Para algunos, héroe y conquistador, para otros, uno de los más viles seres que pisaron la tierra, encontramos la única estatua erigida en su nombre en México junto a su humilde tumba, un lugar discreto, inadvertido e ignorado por muchos, donde una sencilla placa de metal solo dice «Hernán Cortés».
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Henryficar; AlejandroLinaresGarcia; fabioj
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