Hace un tiempo hablamos de las enfermedades de Carlos V y entre ellas destaca sin lugar a dudas la gota que sufrió. Pero hoy no toca hablar del emperador, sino del petróleo y, ¿qué relación puede haber entre el monarca y este compuesto orgánico? Uno de los mayores países productores de petróleo es Venezuela y el primer envío de petróleo desde ese país documentado históricamente ocurrió en 1539, un barril destinado a España para aliviar la gota del emperador.
La importancia y explotación a gran escala del petróleo tienen poco más de un siglo de historia, pero su conocimiento y su uso es tan antiguo que debemos retroceder a la prehistoria. La Biblia lo menciona como betún o asfalto y podemos encontrar en épocas distintas manantiales de petróleo por todo el mundo.
Los egipcios lo empleaban, así como los productos elaborados con él, para el embalsamiento de los cadáveres y como desinfectante. El cemento de asfalto procedente de fuentes cercanas al Is, un afluente del Éufrates, fue utilizado como argamasa en la construcción de la gran Babilonia, incluso las primeras calles de Bagdad se pavimentaron con alquitrán. En China, encontramos perforaciones de pozos de petróleo que datan del año 347 a. C., con una profundidad que alcanzaban los 240 metros, usando unas brocas fijadas a pértigas de bambú.
En la provincia romana de Dacia también se explotó el petróleo y se sabe por Dioscórides que «flotaban manantiales» en Agrigento, donde se utilizaba en lámparas en lugar del aceite de oliva.
Como decía al principio los indígenas americanos de la época precolombina utilizaban el petróleo crudo que se extraía naturalmente del suelo (mene) para fines medicinales, alumbrarse y como impermeabilizante de sus embarcaciones, algo que no pasó inadvertido para los conquistadores españoles y que emplearon en el mantenimiento de sus armas.
No será hasta 1853 que un abogado de New York, George Bissell, viendo el potencial del crudo, realizaría grandes compras de petróleo encargando a los técnicos que estudiasen la manera de purificarlo a gran escala. Lo cierto es que consiguió excelentes resultados que no se correspondieron con los beneficios al utilizarlo únicamente para el alumbrado. La fortuna terminó por sonreírle tras comprar unos terrenos en el valle de Oil Creek donde abundaba el petróleo, fundando la primera compañía de aceite mineral de Pensilvania, la Pennsylvania Rock Oil Company, y empresas de refinerías de petróleos que acabarían por convertirle en el «Rey del petróleo».
El primer pozo petrolero del mundo lo perforó en los Estados Unidos en 1859 Edwin L. Drake, apodado «El coronel» por su autoridad y disciplina, un conductor del ferrocarril desempleado tras ser contratado por Bissell dos años antes. Será a partir de 1895 que la necesidad de gasolina como combustible en los primeros automóviles aumentó la demanda exponencialmente, sobre todo cuando Henry Ford lanzó al mercado en 1922 su famoso modelo «T».
El petróleo se había convertido en oro líquido, algo imprescindible no solo en la vida cotidiana sino incluso en las guerras. El ministro inglés, Lord Curzon, se refiriría en 1918 a la Gran Guerra diciendo…
Verdaderamente, el porvenir dirá que la victoria de los aliados ha flotado sobre una ola de petróleo
Podría sorprendernos saber que el petróleo se ha utilizado a lo largo de la historia como tratamiento médico: antiespasmódico, desinfectante, para eliminar lombrices intestinales, en las enfermedades parasitarias de la piel -como la sarna y la tiña-, para tratar los sabañones… hasta para la higiene de la cabeza por su efecto disolvente de la grasa. Así que, si después de llenar el depósito del coche os sobra gasolina siempre podéis haceros fricciones suaves en la cabeza para evitar la caída del cabello y conseguir un pelo brillante y suave. Bueno, eso, o comprar un buen jabón.
(Esto último es broma, que a nadie se le ocurra hacerlo) 😉
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