
Los romanos eran buenos conocedores de las virtudes del agua y muestra de ello la encontramos en su máxima Salus per Aquam, algo así como «salud a través del agua», que algunos atribuyen como origen del término conocido como SPA. Hoy me permitiréis que os acerque un lugar, un rincón muy especial para mí, no solo por lo idílico del paraje donde se encuentra, sino por tener mucha relación con la salud y ser uno de mis destinos preferidos para descansar y encontrarme con la Naturaleza desde hace años, muchos años, se trata del Balneario de Caldes de Boi.
Con sus 37 manantiales de temperatura entre 4 ºC y 56 ºC y sus aguas con distinta composición química, tiene el privilegio de ser el Balneario con más variedad de aguas de todo el mundo, algo que ya dice mucho de sus propiedades curativas. A tan solo 250 km. de Barcelona y situado a 1.500 metros sobre el nivel del mar, en el centro de los Pirineos, en Lérida (España), se encuentra rodeado de paisajes espectaculares en la Vall de Boí del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio, bañado por el río San Nicolás y la cabecera del valle del río Noguera de Tor. En este enclave de ensueño para cualquier excursionista, se respira historia en cada pueblo gracias al conjunto de iglesias románicas de los siglos XI y XII, bien conservadas y en perfecta armonía con el entorno, declaradas en el año 2000 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Un poco de historia…
Se tiene registro del efecto terapéutico de sus aguas ya en época romana desde el siglo I d. C., apareciendo en el siglo XI una imagen de la Virgen escondida cerca de uno de los manantiales, que será origen de una pequeña capilla y que motivará la relación (frecuente por otra parte durante el Medievo) entre los efectos terapéuticos de sus aguas con la intervención de Nuestra Señora de Caldes. El valle era un territorio feudal bajo el dominio de los Barones de Erill, siendo el primer titular Guillem XI de Erill, responsables a su vez de la construcción de las iglesias románicas que antes comentaba. A finales del siglo XV, dos curas párrocos y tres acaudalados propietarios, gestionan las donaciones para construir la capilla y el hospedaje, formándose la cofradía «La Consorcia» que a partir de 1532 terminaría por aceptar laicos. Con los años el aumento de bañistas y peregrinos al Santuario de Caldes de Boi no dejarían de aumentar. En 1599 el rey Felipe III concedería el Condado de Erill a Felipe I de Erill, y en 1657 ya existía una Casa de Baños gestionada por cuatro ermitaños. Las guerras napoleónicas eclipsarían la cofradía, siendo expropiada por el Estado en 1834 (Ley de desamortización de Mendizábal) y subastada públicamente a finales del siglo XIX.


A finales del siglo XVIII se realizan los primeros análisis científicos, inaugurándose en 1868 la primera estufa natural, declarándose sus aguas minero-medicinales de utilidad pública el 20 de diciembre de 1887. La propiedad es adquirida en 1896 en subasta pública por un joyero de Barcelona, Federico Vallmitjana, y su esposa Josefa Colomina, bisabuelos de los actuales propietarios, que ampliarían en 1932 la capacidad del Hotel Caldas. Su nieta, María José Joaniquet, se casa en 1941 con Walter Ankli, un suizo enamorado del lugar quien agrandaría los baños, construyendo el Hotel Manantial, las actuales piscinas y mejorando las instalaciones así como el acceso en coche a partir de 1953.

Cloruradas, sulfatadas, sulfuradas, bicarbonatadas, sus aguas se utilizan en las más diversas formas de aplicación (inhalaciones, aerosoles, fangoterapia, duchas, estufas…) en tratamientos tanto para adultos como para niños, en enfermedades respiratorias, neurológicas, dermatológicas, reumatológicas, renales, cardiovasculares y del aparato digestivo, siendo ideales como anti-stress y para ayudar en la recuperación física tras un tratamiento oncológico por radioterapia o quimioterapia, siempre todo previa valoración del servicio médico y personal técnico especializado.

Famosas (y muy recomendables) son sus ocho estufas naturales, grutas excavadas cerca de los manantiales y utilizadas desde 1850, con una temperatura de 44 ºC y con un ambiente de saturación de vapor cercano al 100%, en las que su reducido tamaño no permite acceder a ellas de pie (abstenerse los que sufran de claustrofobia).



Fruto del desarrollo e investigación de expertos en hidrología, farmacología y dermatología, nace la gama de «Cosmética Dermatológica Termal» Caldes de Boí in your skin (dejo el enlace más abajo) con productos especialmente recomendados en el tratamiento de patologías dermatológicas como puede ser la psoriasis, así como en el tratamiento diario de cuidado de la piel. Una manera de traerse el balneario a casa.
No quiero terminar sin dejaros el nombre de otros grandes balnearios de Europa y del resto del mundo, por si os animáis a visitarlos. Claro está que no están todos los que son, así que os dejo los comentarios para que compartáis otras recomendaciones.
En Budapest encontramos el de Gellert, el Széchenyi –uno de los más grandes de Europa– y el histórico de Rudas que data del siglo XVI; el de Karlovy Vary a dos horas de Praga (República Checa); en Bath, la única ciudad inglesa que cuenta con aguas termales que ya fueron descubiertas y utilizadas en la época romana; en el paisaje toscano (Italia) Bagno, en el corazón del valle de Orcia, en Vignoni se alza esta localidad donde las aguas termales se disfrutan desde tiempos del Imperio romano. En el centro del pueblo se halla una enorme piscina de más de 2000 años de antigüedad en la que el agua mana a 49ºC de una fuente situada a 1000 metros de profundidad, las modernas instalaciones de Le Terme o las históricas de Santa Caterina son dos buenas elecciones; los Alpes suizos esconden numerosas fuentes termales pero en Vals encontramos el Hotel Therme Vals, escondido en el valle de los Grisones; muy cerca de Reikiavik (Islandia), en Grindavik, se encuentra uno de los balnearios más famosos del mundo, La Laguna Azul (Blue Lagoon) con sus aguas turquesas, ¡espectacular!; en Estambul encontramos muchos hammams donde el Çemberlitaş y el de Suleymaniye, ambos construidos en el siglo XVI, y el Cagaloglu, de 270 años de antigüedad, ofrecen experiencias inolvidables; en la ciudad de Evian les Bains, en la frontera entre Francia y Suiza, las Termas Evian; en la Selva Negra alemana encontramos las Termas Caracalla y los baños irlandeses-romanos de Friedrichsbad, en Baden Baden. Fuera de Europa mencionaría el Chiva-Som, en el Golfo de Tailandia; el Ananda Spa, ubicado en el Himalaya; el Pangkor Laut Spa Resort, ubicado en Malasia; el Maya Tulum, Península de Yucatán, México; en Costa Rica, los manantiales termales de San Carlos; en México hay 600 manantiales de aguas termales repartidos por todo el país encontrando en Tequisquiapan, una atractiva región del estado de Querétaro, uno de ellos, y en la Patagonia (Argentina) el de Puyuhuapi, al norte de la región, aunque no apto para todos los bolsillos.
Por cierto, me perdonaréis que el post de hoy parezca una invitación a que conozcáis el Balneario de Caldas de Boí, pero sí, es una invitación en toda regla, así que, venga, a relajarse. 😉
Un video muy recomendable sobre el Balneario (explicado por Walter J. Ankli y con documentos históricos de lo más interesantes)
Para saber más:
Los Ankli, precursores del termalismo (entrevista. Pág. 10-15)
Centro del Románico de la Vall de Boí
Fotos:
Balneario de Caldes de Boí (propias)
Información extraída del propio centro de Caldas de Boí.
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