
Paseando por la calle Atocha, una de las vías principales de Madrid, nada hace pensar que tiempo atrás, donde ahora domina el bullicio y el ir y venir de los coches, olivares y cañizares rodeaban el camino que llevaba al santuario de Atocha, una ermita dedicada a la Virgen. Si retrocedemos en la Historia descubrimos que esa misma calle era un camino de trashumancia por el que los pastores llevaban a sus rebaños de ovejas en busca de pastos, era la cañada real. No era la única de la península (más abajo dejo un mapa con las principales) y su importancia fue innegable, no solo por los beneficios económicos que generaron a la Corona sino también como vía de comunicación en la península.

Sus orígenes hay que buscarlos ya antes de la Reconquista, cuando una franja de territorio prácticamente despoblado de cien kilómetros separaban los reinos musulmanes y cristianos. No merecía la pena cultivar en ellas y mucho menos vivir, era arriesgarse a acabar en medio de una refriega. Esa tierra de nadie (o de todos) era aprovechada por los pastores para desplazar su ganado en busca de pastos durante el otoño y el invierno. Principalmente se trataba de ovejas merinas, cuya lana era muy apreciada por toda Europa, y de ovejas churras, por su carne.
Con el avance de la Reconquista, y en especial durante el siglo XIII con el rey Fernando III, estas tierras serán más seguras, poblándose y cultivándose. Es entonces cuando surgen conflictos entre los pastores y los agricultores, al no permitirles el paso de ganado por sus tierras, ya que los animales daban al traste con sus cultivos. El hecho de que el trigo generara grandes beneficios a Castilla hizo que los reyes promulgaran leyes que permitieran el paso del ganado por caminos previamente establecidos. Así, en Gualda, en el año 1273, el rey Alfonso X el Sabio, reuniría a los pastores de León y Castilla en una asociación que se conocería como la «Real sociedad de ganaderos de la Mesta», siendo determinada su reglamentación con Alfonso XI, en 1347. No era la primera vez que los ganaderos se reunían en consejos (mestas) pero será a partir de entonces que se les aportarían privilegios como eximirlos del servicio militar y de testificar en juicios, además de derechos de paso, pastoreo y una fiscalización especial frente a los agricultores, algo que provocaría innumerables pleitos hasta su disolución en 1836. Durante la Edad Media y con los Reyes Católicos, la importancia de la ganadería acabaría por decretar el paso libre de rebaños entre Aragón y Castilla.

No se conoce mucho sobre su funcionamiento institucional pero sí se sabe que celebraban dos asambleas anuales, una en el sur y otra en el norte, y que los beneficios que generó el negocio de la lana terminaría por desplazar a la agricultura, siendo también una de las causantes de la deforestación de la península debido al gran número de ganado que se necesitó para cubrir la demanda, construyéndose caminos más anchos, conocidos como cañadas, y otros más importantes, las cañadas reales, que debían tener una anchura de 90 varas castellanas (72,22 metros) y más de 500 km. de recorrido.

En la actualidad, el medio rural conserva la mayoría de su trazado original siendo utilizadas básicamente por excursionistas, pero en las ciudades, ya no queda nada que pueda recordar aquellos tiempos en los que el ganado formaba parte del paisaje de esas tierras. Desde el año 2007 se incluyeron en la lista indicativa de la Unesco, esperando ser Patrimonio de la Humanidad en el futuro.
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