
Tras el Brexit del Reino Unido, Theresa May, líder del Partido Conservador, fue nombrada por la Reina Primer Ministro, un cargo que no está establecido en ninguno de los textos que dieron origen a la constitución británica en el siglo XVII, pero que existe por convención constitucional desde que se mencionara por primera vez en un documento oficial en el Tratado de Berlín de 1878 y fuera reconocido oficialmente en 1905. Este cargo implica también ser Primer Lord del Tesoro y tener ciertos privilegios como el de residir en el número 10 de Downing Street, en la Ciudad de Westminster de Londres. Seguro que todos hemos visto en la prensa y televisión esta famosa entrada, pero ¿cuál es la historia que esconde de puertas para adentro? No, no desvelaré ningún secreto, aunque puede que tras leer el artículo la próxima vez que la veáis la miréis con otros ojos, y si me lo permitís, antes de entrar en materia os diré que a lo largo de estos siglos muchos de sus inquilinos la ocuparon un poco «obligados» por el cargo, ya que hubieran preferido vivir en su propia mansión, de hecho, pocos son los que la han habitado, es más, estuvo a punto de ser derribada por su mal estado, ahora os explicaré el porqué.
Todo empezó con un espía, y no, no me refiero a 007, sino a Sir George Downing, que trabajó para Oliver Cromwell y para el rey Carlos II. El monarca le recompensó los servicios prestados cediéndole unos terrenos próximos al parque de St. James en los que astutamente planearía la construcción de una fila de casas en la calle donde ahora lleva su nombre. El Número 10 era en realidad tres casas, la más grande de ellas se conocía como «La casa de atrás» que durante el siglo XVII llegó a ser utilizada como sala de conciertos y teatro, en la época de los Tudor sería la morada del responsable del mantenimiento del Palacio de Whitehall, y posteriormente de los miembros de la realeza y el gobierno, entre ellos, el propio Cromwell.
Debo decir (de ahí el título), que la zona de Westminster era un pantano conocido en la Edad Media como «Thorney Island», y tanto el Número 10 como todo Downing Street, están asentados sobre unos cimientos muy superficiales, hecho que implicaba realizar continuas obras de restauración por las numerosas grietas que se producían. Cuando su inquilino de principios del siglo XVIII, el Conde Bothmar, falleció, la casa volvería a pasar a manos de la Corona, ofreciéndosela el rey Jorge II a Sir Robert Walpole, quien la aceptaría con la condición de que fuera un regalo a la oficina del Primer Lord del Tesoro. Contrató a William Kent para unir las tres casas y abrió una terraza y un jardín, que todavía existen, con vistas al parque de St. James. Por cierto, el Número 10 fue durante un tiempo el número 5, no siendo hasta mucho después que adquiriría ese otro número.
Entre los años 1735 y 1902 muchos de esos Primeros Lores, miembros aristócratas, no harían suya la residencia oficial, unos por preferir vivir en sus más lujosas y grandes mansiones, otros por considerar que era incómoda y peligrosa por el riesgo que tenía de hundirse. A finales del siglo XIX la situación empeoraría adueñándose la delincuencia y prostitución de los oscuros callejones del barrio. En 1857 ya solo quedaba el Número 10 en Downing Street, el Número 11 (residencia del Ministro de Hacienda) y el Número 12, el resto de casas habían desaparecido.
Durante el siglo XX, el Primer Ministro Arthur James Balfour, reviviría la costumbre iniciada por Walpole, y entre otros inquilinos encontramos a Winston Churchill, que vivió en un búnker anexo al Número 10 durante la Segunda Guerra Mundial ¿quien no lo recuerda saliendo de ella realizando la «V» de victoria con los dedos?. Pero la discusión sobre su derribo (junto con los Números 11 y 12) no cesaron hasta que finalmente se decidió su reconstrucción con un coste que se acercó a la cifra de 3 000 000 de libras, reforzándose sus cimientos con metal, cemento y hormigón armado, modernizándose las plantas superiores y ampliándose la tercera planta por los números 11 y 12.

Situada en el centro de Londres, en su interior encontramos distintas estancias como la sala del Gabinete, la Gran Cocina, la sala de los Pilares, el Comedor de Estado, el pequeño comedor o sala del desayuno. El edificio se encuentra cerca del Palacio de Westminster, que alberga el Parlamento y el Palacio de Buckingham. Vaya, un lugar privilegiado. Y, aunque no hay ninguna ley que obligue a vivir allí y a pesar de estar construida en un terreno pantanoso, ¿quién no codiciaría pasar allí al menos unas vacaciones? Aunque si nos permitieran hacerlo, tendríamos que convivir con el retrato que cuelga en el vestíbulo de entrada de ese Número 10 que no es otro que el de Sir George Downing, su permanente inquilino.
Para saber más:
Oficina del Primer Ministro, el 10 de Downing Street
Link imagen:
Hola Francisco,
10 Downing Street es una de las residencias del poder más célebres del mundo, y como nos has contado, una con gran historia. Desconocía que estuviese construida sobre un pantano, pero sí se que sólo está a la vista la planta principal,y que por debajo hay hasta siete plantas subterráneas, donde el gobierno de su majestad tiene su «War Room» y salas de comunicaciones, entre otras muchas dependencias. Desgraciadamente, contrario a lo que ocurre en la Casa Blanca, no hay visitas para turistas. Lo bueno es que por medio de este gran artículo hemos aprendido mucho sin entrar en ella. Enhorabuena y gracias.
Hola Jesús,
a mí, si me preguntaran si quisiera vivir en esa ilustre casa lo tendría claro. ¡Nooo! Como en la casa de uno mismo no hay ningún sitio.
Un abrazo y gracias por comentar.
Arquitecturas levantadas sobre pantanos, pausas suspendidas, habitadas en este instante de este instante, interminable todavía. Habitada de toda la vida, nunca tocada, enorme pintura de Sir George Downing con claridad en la cara, nacimiento transparente, ventanas desoladas, azoteas viendo pasar nubes rápidas mientras el día se apaga y se encienden las luces de la ciudad, remota, recordada calle del número 10… Hace frío, habrá que cerrar las ventanas. La gente respira el aire vacío que azota. Gracias, FJ, por llevarnos al interior de esta enorme mansión. Un abrazo, reflejado.
Hola marimbeta,
es curioso comprobar cómo un mismo barrio puede cambiar con el tiempo, o quizás no. Antes era insalubre y con gente «malsana», ahora parece que sea zona vip, pero puede que las personas (aunque con traje y corbata) no cambiaran tanto.
Cien abrazos (10×10)
Muy interesante esta visita a esta casa. Me pregunto si huele a pantano. El mantenimiento de esta casita es muy caro. Gracias Francisco Javier, por el viaje.
Hola melbag,
por ambientadores seguro que no será. Al menos, dinero seguro que tendrán para poner uno en cada habitación. ¡Ja, ja, ja!
Abrazos
Abrazos a ti.
Hola Javier ¿qué interesante!, me fascina todo lo referente a Londres. Las 2 veces que he ido, me sentido como en mi casa, me encanta oír hablar a los ingleses, bueno ea acento británico.
Gracias por compartirnos esto.
Abrazos de luz
Hola Silvia,
debo reconocerte que yo no he ido todavía y es uno de mis viajes pendientes. Todo llegará, seguro.
Abrazos de luz
Gracias Francisco por aportar tu tiempo investigando sobre temas tan interesantes, es realmente fascinante tu curiosidad y deseos de compartirla con todos nosotros. Enhorabuena amigo.
Hola Alfredo,
siempre es un placer compartirlos con gente que te sabe valorar el esfuerzo que significa mantener siempre vivo el blog. Por cierto, estoy abierto a propuestas de temas que puedan interesar a todos.
Saludos y bienvenido a los comentarios.
En mis viajes a Londres he pasado por esta casa pero no imaginé que había tanta historia detrás de ella. No sé si me gustaría vivir en ahí…. al menos no han torturado nadie en esa casa como en la Torre de Londres. Saludos
Hola Patricia,
quién sabe lo que se ha hecho de puertas para dentro, quién sabe… 😉
Saludos