
Partiendo del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 y con víveres para tres meses, Colón y su tripulación iniciarían su gran aventura en tres carabelas, perdón, dos carabelas y una nao. Dos meses y nueve días después, dos horas después de la medianoche del 12 de octubre de 1492, el marinero español Rodrigo de Triana gritaría «Tierra a la vista» en un momento en el que el desánimo se había apoderado de todos los marineros. Un logro debido, en parte, a sus tres navíos.
La Santa María
No era una carabela, sino una nao o carraca, propiedad del maestre Juan de la Cosa. En realidad se llamaba María Galante, rebautizándola Colón como Santa María. Construida con toda probabilidad en Galicia, razón por la que se la conocía con el sobrenombre de la Gallega. La eligió como capitana por ser mayor que las carabelas Pinta y Niña, aunque era la más lenta de la flota. Tras encallar en las costas del norte de la isla Española, frente a lo que se conocería como Puerto de Navidad, Colón se quejaría de sus deficientes cualidades marineras y del excesivo calado para sus propósitos. En la Nochebuena de 1492 encallaría en un arrecife de coral en la costa norte de la isla y, a pesar de los intentos por parte de la tripulación para salvar el cargamento, acabarían por abandonarla no sin antes reutilizar sus maderas para construir el Fuerte Navidad.
La Niña
La predilecta de Colón por su maniobrabilidad y ligereza. Al igual que la Pinta fue aportada a la expedición por los vecinos de Palos. De nombre Santa Clara, fue siempre llamada la Niña por su maestre y propietario Juan Niño de Moguer. La capitaneaba Vicente Yáñez Pinzón. En las Palmas se cambió su aparejo latino por el redondo, igual al de la Pinta. Colón la utilizaría para regresar a España, dejando a cuarenta miembros atrás para que pusieran en marcha el primer asentamiento en esas tierras. Cuando regresó al año siguiente no quedaba nadie con vida. La Niña se convirtió en el más marinero de los buques de la flota colombina, tanto a la ida como a su regreso a Palos, por eso Colón contó de nuevo con ella para que formara parte de la flota del segundo viaje, siendo la capitana de las tres carabelas que Colón llevó en su exploración de las islas de Cuba y Jamaica. Una vez más en este segundo viaje fue una de las dos carabelas que regresó a la Península. Así mismo, se contó con esta nave para los descubrimientos en el tercer viaje y en la expedición de 1501 a la Costa de las Perlas.
La Pinta
Era una carabela redonda construida poco antes del primer viaje en Palos (Huelva), propiedad de Cristóbal Quintero (que se enrolaría como marinero). No se conoce su verdadero nombre, probablemente era La Pintá y es la embarcación de la que menos datos se poseen. Su principal característica era la velocidad. Desde ella el marinero Juan Rodríguez de Bermejo dio la voz de tierra, y capitaneada por Martín Alonso Pinzón fue la primera en llegar a la isla de San Salvador (Guanahanil). Más tarde, se separaría de la capitana y de Colón frente a la isla de Cuba el 22 de noviembre, hasta que se reencontraron el 6 de enero de 1493. En el viaje de regreso a España, recaló el 1 de marzo de 1493 en el puerto gallego de Baiona, por cierto, si miramos el reverso de nuestro antiguo pasaporte español comprobaremos que hay un error en el mapa de esa primera expedición, al marcar Lisboa como lugar de llegada y por tanto donde se conoció la noticia por primera vez en la península, cuando en realidad, La Niña llegó a Lisboa cuatro días después que lo hiciera La Pinta en Baiona.
En su primer viaje acompañarían a Colón 90 hombres (algunos historiadores mencionan 120), vecinos de Palos, Moguer y Huelva, vascos, gallegos, genoveses, portugueses, un calabrés, un veneciano y Alonso de Palos, criado de Juan Rodríguez, negro y natural de Guinea. Entre ellos había un sastre, un platero, un físico, un judío converso de nombre Luis de Torres que hacía de intérprete y cinco reos que cambiaron su condena por el viaje. Ninguno de ellos era religioso -en el segundo viaje fueron cinco- y tampoco se encontró una mujer entre la tripulación (la Corona Española permitió que fueran en el año 1547). La gran mayoría eran ignorantes y como marineros que eran, muy supersticiosos. Entre los salarios que recibieron figuran los 2000 maravedíes al mes para los pilotos y contramaestres, los 1000 para los marineros y los 666 para los grumetes, un sueldo que se mantuvo así hasta el año 1513.
Cristóbal Colón en su segundo viaje se hizo acompañar de diecisiete naves, regresando doce de ellas, mientras que en La Española quedó La Niña y otras cuatro; En el tercer viaje, partió de Sanlúcar de Barrameda con seis buques y entre sus ocupantes destacaba Bartolomé de Las Casas; en el último, utilizó cuatro carabelas, una quedó embarrancada y otra se hundió.
Para saber más:
Web Turismo Ayuntamiento Tordesillas
Links fotos e información:
Museo del Tratado de Tordesillas
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Deben leerse estas cosas. Qué bueno que internet nos permita contar lo que los de siempre no quieren contar…
¡Qué viaje! Nuevos mundos. Colón estaba consciente de sus limitaciones al salir en busca de nuevas tierras, sabedor de la realidad. En su trayecto, en medio de la niebla de la desesperanza y la duda cría poder enfrentar las cosas cara cara y poder enfrentarlas cuerpo a cuerpo : partiendo de sus limitaciones personales, de la naturaleza y, de sus tres carabelas…¡Ah, La Niña! Puso toda su confianza en ella, por sus cualidades, pos sus atributos contemplados desde su ombligo, los vecinos de Palos y, la bondades de Yáñez de Pinzón, incuestionables. Linda, la Niña, navegaba ese rumbo que se le imprimía con la velocidad deseada por tan diestro marinero… Colonizando conciencias, suprimiendo las vicisitudes de tan esperado y peligroso viaje.Claro, fue necesaria operarla, deliberadamente, con alguna falsa contra-cultura que encontró eco en los aventurados navegantes. Gracias, FJ, por mostrar como se logra ¡Descubrir nuevas tierras! con estas naves. Abrazos, que traen ¡Tierra a la vista! , gritó Rodríguez de Bermejo.
Hola Marimbeta,
sin duda, más que viaje, «El viaje». Permíteme añadir un poco de controversia histórica a tu contestación. Un amigo mío me preguntaba porqué Colón pidió un virreinato a priori si pensaba que iba a llegar a China y allí las tierras ya tenían dueño, algo que parece no tener mucho sentido y cuya respuesta se hace complicada. En el documento firmado por los Reyes Católicos con Cristóbal Colón en Santa Fe (cerca de Granada), conocido como Capitulaciones de Santa Fe, se le otorga los títulos de almirante, virrey y gobernador general de todos los territorios que descubriera durante su vida, entre otras cosas. El título de virrey durante el siglo XV se utilizó de manera oficial en la Corona de Aragón, sobre todo en el reino de Sicilia, pero en la Corona de Castilla no existía oficialmente el cargo (que no quiere decir que oficiosamente no se utilizara). Los Reyes Católicos cuidaron mucho a la hora de conceder cargos y títulos tan elevados para preservar el poder de la monarquía autoritaria y no deja de ser excepcional y anómalo que lo hicieran en estas Capitulaciones en favor de Colón. Más anómalo es aún que otorguen primero el título de almirante y después el de virrey, ya que el cargo de virrey era más importante (puede que el redactor del documento original fuera el propio Colón y para él el título de almirante era más prestigioso que el de virrey). Puede que Colón pensara que su prioridad era la de obtener el título de Almirante y lo de virrey fuera secundario. Otra cuestión que todavía genera más debate es el porqué la Corona aceptó conceder tantos títulos y excepciones a Colón, no sé, puede que fuera porque en ese momento las expectativas de su proyecto eran realmente bajas. Por suerte para la Corona, fueron increíblemente superiores. Espero que algún amigo nos pueda aportar más datos y opiniones en esta cuestión que encuentro de lo más interesante.
¡Abrazos a la vista!
Gracias, FJ, por esa aclaración; cuando tú narras las cosas históricas, le pones una exquisita forma de decir esas cosas que rápido impresiona y transportas a la gente a esos lugares. Fui llevado a los orígenes y los imaginé como si estuviera presente. Toda una comunicación plena. Abrazos, expresados.
😉
Afirmas: «si pensaba que iba a llegar a China y allí las tierras ya tenían dueño», te aclaro, cuando Colón llegó a America, estas tierras ya tenian dueño: los Aztecas, Incas, Tainos, etc.
Hola Ricardo, en la frase me refiero a China no a América. De todas formas te agradezco tu aclaración, acertada sin lugar a dudas.
….la primera foto me impresionó 😀 ..¿ tienes un parentesco con triana ?…. :D…chistecillo….me encantó tu entrada….
Hola Ale,
como diría mi amigo Jesús G. Barcala, todos tenemos en nuestro cuerpo átomos de todos, incluso alguno habrá de Julio César. Con esta premisa, sí tengo el mismo parentesco con él que el que pueda tener cualquiera, algún átomo habrá de él… ¡Ja, ja, ja!
Un abrazo
…eres un amor, besos…
Hola Javier, muy interesantes estos datos de las naves de Colón, la mayoría los ignoraba, gracias por darlos a conocer.
Abrazos de luz
Hola Silvia,
si uno se lo para a pensar se debía de tener mucho valor para meterse en una de ellas y cruzar el océano hacia lo desconocido. Lo más similar en nuestros tiempos sería lo de hacer un viaje a Marte, que por cierto, parece cada vez más cercano.
Abrazos de luz
Creo
Una interrupción en la internet dejó truncado mi comentario. Decía que todo el proceso histórico de la colonización de América se ha construido sobre una fuerte base de mitificación, los propios cronistas hispánicos contribuyeron a ello, dado que necesitaban en gran medida presentar un discurso que agradara a los reyes católicos. Así es que no conocemos cuanto de verídica o no tiene la descripción de los viajes del Almirante. Para los interesados en esta personalidad recomiendo en lo particular un texto del italiano GIANCARLO von NACHER MALVAIOLI que se titula Don Cristóbal Colón, es un material interesante.
Francisco, solo me resta sumarme al comentario de Ricardo, las tierras de América también tenían dueños, la única diferencia es que estos eran más fáciles de exterminar, como efectivamente sucedió.
Aun cuando creo que no debe tomarse todo este asunto como una masacre cultural, porque sería echar más leña a la llamada leyenda negra sobre la colonización, sí pienso que para los americanos todo el proceso no pinta precisamente como algo heroico por parte de Colón. A la larga creo que para España el balance costo-beneficio tampoco fue del todo satisfactorio.
Hola Aliney,
sí, ya me pareció que tu comentario era muy escueto… ¡Ja, ja, ja! Te agradezco mucho que dejaras esa recomendación que seguro interesará a más de uno.
Saludos y buen finde.
Me uno a tu comentario tan acertado, Aliney; aquí no hay heroísmo que valga, y todo lo que nos ha llegado durante años se ve como un hermoso cuento de reyes, héroes, luchas, grandezas y leyendas. Todavía se siente la voz de lo que queda de aquellos ancestros originarios, que sí existían antes de la «heróica» llegada.
Gracias, Francisco, por tu aporte siempre interesante.
Abrazos!
A ti, Poli. 😉
Si Colón redactó el documento,o alguien muy relacionado a él lo hizo, y como tú aclaras, va primero almirante y después virrey…pienso para un hombre de mar…almirante….para un aventurero…virrey…y para alguien que convenció a los reyes de España, me queda la duda si no pensó en otras tierras aparte de la ruta establecida hacia oriente, donde ejercer su poder. El misterio seguirá rondando éstos mares…
Abrazos desde el sur del sur…
Hola Stella,
en aquellos tiempos la tierra era el mayor poder que se podía conquistar y en esto seguro que Colón no era una excepción.
Abrazos desde un poco más al norte 😉