El líder de la revolución bolchevique, Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, genera en la actualidad sentimientos diferentes. Poco más de la mitad de la población rusa tiene una opinión favorable a su persona, el resto, negativa o simplemente no opina. La generación más mayor aún lo ven como alguien importante históricamente hablando, un símbolo, opinión que contrasta con los jóvenes, de hecho, la figura de Lenin hoy no influye en la manera de pensar de la mayoría de la población.
Su mausoleo
En la Plaza Roja, junto a los muros del Kremlin, encontramos el mausoleo del líder de la Revolución de Octubre de 1917 donde los soviets derrocaron al gobierno provisional (sucesor del zar Nicolás II). Abierto al público desde 1930, millones de rusos entran para contemplar su cuerpo embalsamado. En su momento aparecieron voces a favor y en contra para mantenerlo «vivo», entre los primeros, Stalin, y entre los segundos, Nadezhda Krúpskaya, la viuda de Lenin. En la actualidad queda un 23% del cuerpo -se extrajeron los órganos internos-, pero sigue conservando el aspecto físico y la elasticidad de la piel. Por cierto, mantener el mausoleo cuesta a las arcas públicas casi 200.000 dólares anuales, que son destinados a trabajos médicos y biológicos para conservar su imagen, y así convertirse en una de las momias mejor conservadas del mundo.
Muchos quieren trasladarlo a otro lugar, algunos opinan que una opción sería la casa donde vivió, fuera de Moscú, pero no quisiera entrar en este debate, sino en otro que sigue generando las mismas dudas que hace casi un siglo y que no se resolverá si no existe voluntad política: ¿qué o quién le provocó su muerte?
Hipótesis sobre su muerte
Lenin falleció la tarde del 21 de enero de 1924, la versión oficial dijo que la causa fue un ictus masivo secundario a la ateroesclerosis cerebrovascular que padecía, algo confirmado en la autopsia que se le practicó y que se correlacionaría con la historia clínica previa. De hecho, tres años antes de su muerte comenzaría a presentar dolores de cabeza y desmayos, y en 1922 empeoraría presentando problemas en el habla y la escritura, paralizándose la mitad derecha de su cuerpo, secuelas todas ellas de infartos cerebrales.
El hecho que no fumara, ni presentara hipertensión, ni diabetes, ni obesidad, y que incluso realizaba ejercicio con regularidad, cuestionan el origen de la arterioesclerosis que presentaba, apareciendo otras hipótesis.
La neurosífilis podría explicarlo, sin embargo, la autopsia no describe o se obvia (¿conscientemente?) que lo vasos más frecuentemente afectados por esta enfermedad (pequeñas arterias meníngeas) presentaran signos de alteración, por contra, los grandes vasos del cerebro sí, concretamente calcificaciones sorprendentemente duras.
El envenenamiento se barajó también como causa de su muerte, y Stalin sería el principal beneficiario de ella. Es conocida la rivalidad entre Stalin y Trotsky para hacerse con el poder tras la muerte de Lenin, por cierto, Trotsky murió asesinado por el español Ramón Mercader, y también es conocido el «testamento» dictado en 1923 por Lenin en el que manifestaba que «el enorme poder» de Stalin podría resultar peligroso. Además, no podemos olvidar que la práctica del envenenamiento resultara muy útil a Stalin para acabar con más de un enemigo, y sorprende que en la autopsia de Lenin no se incluyera ningún estudio toxicológico.
En el año 2011, un estudio de la Dra. Cynthia St. Hilarie publicado en New England Journal of Medicine que hacía referencia a casos excepcionales de calcificación extrema de las arterias en miembros de una misma familia, mostraron la mutación del gen NT5E, que actúa en la ruta metabólica del calcio. El padre de Lenin murió de un derrame cerebral a su misma edad. Dos de sus hermanas sufrieron los mismo intensos dolores de cabeza e insomnio que tenía el líder soviético.
Las dudas envuelven a su muerte, más cuando solo 8 de los 27 médicos que lo atendieron en sus últimos días de vida firmaran los resultados de la autopsia, que por cierto, se hizo con premura.
El cerebro se conserva en Moscú, y si se autorizara a estudiar con las actuales tecnologías de ADN y se realizara un análisis toxicológico, podría confirmarse el motivo de su muerte. No sé cuál sería el resultado de dicho análisis, pero si se confirmara el envenenamiento todas las miradas apuntarían a una persona, Stalin, y es que la muerte de Lenin no sería más que un asesinato más en su larga lista de atrocidades.
La ocultación de la incapacidad de la salud de Lenin al final de su vida facilitó la llegada de Stalin al poder, una muestra más de las fatales consecuencias que puede generar la desinformación de la salud de los líderes políticos, incluso en nuestros tiempos.

Para saber más:
Panteón de los cerebros (en ruso)
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