Muchos recordaréis la magistral interpretación de Katharine Hepburn en su papel de dama inteligente, progresista y vindicativa de la igualdad de la mujer en «La costilla de Adán» (1949), una de las mejores comedias norteamericanas, dirigida por George Cukor. Pero no, ni hablaré de Hepburn, ni de cine, ni de ninguna comedia, más bien hablaré… de la costilla.
Costilla o no costilla
Hace tiempo que publiqué dos artículos que trataban el papel de la mujer a lo largo de la Historia, y aunque en estos dos últimos siglos se ha avanzado mucho en igualdad de género aún hay personas que mantienen insólitos argumentos para justificar el sometimiento de las mujeres a los hombres. Uno de estos «razonamientos» es el que se refiere al versículo del Génesis 2,22, que dice:
El Señor tomó una costilla y rellenó el hueco con carne, plasmó a la mujer y la presentó al hombre.
En el antiguo Israel, al menos en lo que a fuentes bíblicas se refiere, no encontramos ninguna declaración de inferioridad de la mujer respecto al hombre, será en la Alta Edad Media que se prodigará la escena de la extracción de la costilla o incluso a Eva saliendo del costado de Adán.
Si nos paramos a pensar en ello, y algo más importante, si hacemos caso de los expertos, el versículo del Génesis se traduce como la palabra צֵלָע que significa también «flanco, lado, banda”, y también «ejes», y es que la misma palabra puede adquirir distintos significados dentro del contexto en que se encuentre. La traducción del término en el versículo en cuestión es por tradición «costilla», pero sería mejor hablar de «flanco» al expresar más precisamente una parte colocada simétricamente respecto a otra igual.
Otros piensan que el error hay que buscarlo en el hecho que los judíos tomaron muchos mitos sumerios. En el año 587 a. C., diez años después de entrar en Jerusalén el soberano babilonio Nabucodonosor, se produciría una nueva deportación de judíos influyentes a Babilonia donde contactarían con dicha mitología. Entre estos mitos encontramos unas figuras conocidas como ME, creadas por los dioses con el fin de mantener el equilibrio del mundo. Y entre ellas se encontraría el TI, que en la escritura cuneiforme de los sumerios podía significar «costilla» o «el poder de dar la vida», según su colocación. Así, el mito sumerio del génesis relata como el dios Enki crea tanto al hombre como a la mujer en igualdad de condiciones, gracias al TI, que en este caso se traduciría como «el poder de dar la vida» y no «costilla».
La Eva mitocondrial
Dejando mitos a un lado, la ciencia avanza y demostró hace ya unos años que las mitocondrias se heredan por vía materna, mientras que los cromosomas Y se heredan vía paterna. La actual genética humana nos revela a la «Eva mitocondrial», el ancestro común más reciente femenino con las mitocondrias de las cuales descienden todas las mitocondrias de la población humana actual, y según recientes investigaciones se estima que vivió en el África Oriental.
No hay que pensar que esa «Eva» era la única mujer viva en el momento de su existencia, y tampoco que era la única mujer que tuvo descendencia hasta la actualidad, de hecho, los que entienden del tema y tras estudios nucleares de ADN, dicen que el tamaño de la población humana antigua nunca cayó por debajo de algunas decenas de miles de personas, por tanto, había muchas otras «Evas».
Lo que ocurrió es que en algún lugar en todas sus líneas de descendencia hay por lo menos una generación sin descendencia femenina pero sí masculina, así pues, no se mantuvo su ADN mitocondrial pero sí su ADN cromosómico. Con este suponer, podríamos decir que el ancestro común más cercano por vía paterna es el «Adán cromosómico» y que vivió tiempo después que la «Eva mitocondrial», pero no mucho después…
Se ha elaborado un mapa de la secuenciación del cromosoma Y humano que permite catalogar la variación genética humana de los hombres en todo el mundo. Así se sabe que el «Adán cromosómico» no apareció significativamente más tarde que la «Eva mitocondrial» como erróneamente se pensaba, apareciendo entre el 120 000 y 156 000 años, mientras que el ADN mitocondrial se originó entre hace 99 000 y 148 000 años. Lo que indica que el «Adán» existió antes que la «Eva» y probablemente vivieran cerca del mismo periodo de tiempo.
Así pues, la costilla de Adán no fue tal, sino que hay que culpar de ello a un error de traducción, y los que sostienen que la mujer es inferior al hombre porque lo dice la Biblia, no pueden estar más equivocados, las Sagradas Escrituras nunca lo dijeron, por cierto, ¿os imagináis cómo debió de ser ese encuentro genético entre la Eva mitocondrial y el Adán cromosómico? ¡Explosivo! 😉
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