Literalmente, sí. Al menos en dos millones de personas según su árbol genealógico principalmente localizadas en la provincia de Shandong al este de China, de donde era originario el filósofo. Descendientes vivos identificados tras el estudio realizado y completado en el año 2009 por el Comité de Compilación de la Genealogía de Confucio, un registro que suma 83 generaciones y que cuenta con 43 000 páginas distribuidas en 80 libros. Y no solo hay personas por cuyas venas fluye sangre de Confucio sino que su pensamiento permanece vivo gracias a las Analectas, una recopilación de las discusiones y charlas que dio a sus discípulos y que ellos mismos recogieron.
El jesuita Matteo Ricci introdujo sus ideas en Europa durante el siglo XVI y sería él quien latinizara su nombre como “Confucio”, en chino su nombre es Kongzi, algo así como “Maestro Kong”.
Su vida
Nació en 551 a. C. en el seno de una familia arruinada y en una época más que convulsa en la que el territorio estaba formado por pequeños estados que luchaban por aumentar el suyo propio. A los quince años empezaría a estudiar y cuatro años después se casaría teniendo un hijo, Li, que morirá antes que él, y una hija. Uno de sus descendientes, puede que su nieto, dirigiría tanto él como sus descendientes la escuela confuciana.
Aprender sin pensar es inútil y pensar sin aprender es peligroso.
Su filosofía moral se basaba en la benevolencia, el respeto, la lealtad y la reciprocidad de la humanidad, y pensaba que la sabiduría de una persona consistía en dedicarse a las obligaciones para con ella.
Como persona era tranquilo, afable, muy educado y accesible a cualquiera. De gran inteligencia, pasaba el día leyendo y hablando, aunque nunca escribiría nada. Empezaría sus enseñanzas a la edad de 50 años viajando acompañado por algunos de sus discípulos.
Pensaba que el estudio era la clave para alcanzar la armonía social y nunca reclamaba ningún pago por sus consejos. De sus numerosos discípulos, más de tres mil, 72 de ellos ocuparían altos cargos en varios estados chinos. De hecho, los gobernantes se disputaban a sus discípulos como consejeros, implantándose en China la pionera idea de que para promocionarse socialmente era básico estudiar. Esa idea permanecería durante dos mil años siendo el gérmen de los mandarines, los funcionarios de la administración.
Existen dos tipos de personas que nunca cambian: los extraordinariamente inteligentes y los extraordinariamente estúpidos
A partir de 1949 el comunismo de Mao Zedong declararía al gobierno ateo y tanto el budismo como el taoísmo y el confucianismo cayeron en desgracia, no obstante, la figura de Confucio permanecería como el gran educador de la nación. Sus enseñanzas se pueden seguir o no pero sus recomendaciones fueron muy sabias y siguen siendo aplicables en nuestros tiempos, algo que nos recuerdan sus discípulos…

Para saber más:
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Me quedo con estas dos frases, que guardo. Aprender sin pensar es inútil y pensar sin aprender es peligroso y Existen dos tipos de personas que nunca cambian: los extraordinariamente inteligentes y los extraordinariamente estúpidos…¿Por qué no se las leen, por ejemplo aquellos que leen el Marca, y nombro este periódico que según dicen es el más leído de España. Feliz semana.
Hola elcorazondelmar,
esconden tanta sabiduría estas frases. ¡Cómo cambiaría el mundo si se tuvieran en cuenta!
Saludos
Buenas tardes, tiene que haber gente para todo. Y si leen , aunque sea el Marca o el Hola, ya hacen algo. No todos podemos leer el Ulisses igual que no servimos todos para competir deportivamente. Sin embargo, creo como Confucio que para atreverse a mandar y administrar sí que es imprescindible una formación intelectual. Si no se exige, seguiremos como hasta ahora. ( poderes públicos = mediadores públicos )
Perdòn era «mediadores públicos»
Medradores, vaya
Hola Paloma,
realmente lo importante son las ganas de aprender, el interés, lo otro, es secundario.
Un saludo y bienvenida a esta sección del blog.
Excelente Post, como siempre!
Hola Patricia,
muchas gracias, como puedes comprobar el blog no descansa ni el verano ¡Ja, ja, ja!
Un saludo
Así veo, pues te admiro porque a mí sí el calor me aleja un poco de mi querido Blog, esto es, en los meses de enero y febrero. De todos modos espero te des tiempo para disfrutar de la playa, yo al menos la adoro porque es super relajante. Un abrazo.
El aprender y el pensar fueron a bailar un día, pudo más el pensar que el interés por aprender a bailar tenía. Gracias, FJ, por este consejo de la moral con humildad. Sin ella, nada soy, nada puedo, nada sigo. Un abrazo que lleva mi ser contigo.
Hola marimbeta,
pienso que el interés en aprender siempre vencerá al mismo hecho de aprender en sí. Sin interés, no tenemos nada.
Abrazos «bailongos» 😉
Mira que son muchos los descendientes. Interesante y sigo confundida… Jajajaja. Saludos.
Hola melbag,
¡ja, ja, ja! Si es que hasta tú y yo tenemos algún átomo suyo. Esperemos que este hecho no te confunda…
Saludos 😉
Qué le vamos a hacer…Ya yo puedo creer cualquier cosa con esto de la genética. Si tengo un judió y un árabe en mis genes, que tenga un confusio, no es nada. El universo está en mí.
Gracias por compartir el post. Es muy interesante. Mientras lo estaba leyendo, he intentado aprender pensando…es broma. Me ha ilustrado mucho.
Hola siquescurioso,
¡ja, ja, ja! la cuestión es aprender, de una forma u otra.
Un saludo y aprovecho para felicitarte también por vuestro blog. De lo más interesante.
Pues mira, no me extrañaría que más de un chino se autoproclamase «descendiente de Confucio» al igual que muchos otros lo hicieron con Mahoma y aprovecharse de ciertas ventajas.
Hola Jenny,
en realidad todos estamos formados por átomos y alguno hay de Napoleón, Julio César… en nuestro cuerpo.
Un saludo y me alegra comprobar que sigues el blog 😉