En el siglo XVII hubo una mujer que ilustra como pocas la seducción y la liberación de la sexualidad, Ninon de L´Enclos, una cortesana francesa adelantada a su tiempo en una época en la que las mujeres seguían subordinadas a los hombres.
En la Corte del Rey absoluto, Luis XIV, podían verse en el Palacio de Versalles a numerosos cortesanos, en ocasiones se contaban hasta 10.000 personas en el mismo día, que hacían lo indecible para ganarse los favores del monarca. Frecuentaban regularmente las residencias reales y eran invitados a las fastuosas fiestas que allí se organizaban, y si dejamos volar nuestra imaginación no creo que erráramos al pensar que el vino y el sexo acabaran siendo protagonistas de la ceremonia. Entre todos ellos destacaba una persona, concretamente la mujer de la que hoy os hablaré, Anne «Ninón de l´Enclos», de quien se dijo que a lo largo de su vida tuvo sexo con más de 5.000 personas.
Solía decir «el amor nunca muere de hambre; con frecuencia, de indigestión», y es que Ninón no era una cortesana cualquiera, también fue una escritora y mecenas de las artes francesa. Inteligente y amiga de sus amigos, a su casa acudieron Molière, la reina Cristina de Suecia y muchos otros buscando su verdadera amistad.
Nació en París en el año 1620, su madre, una devota religiosa, y su padre, muy conocido por los burdeles de la ciudad. Tras quedarse huérfana a los 17 años de edad heredó una fortuna que le permitiría comprar una casa en la calle Turnelles, en el Marais, donde acabaría convirtiéndose en uno de los centros ilustrados y uno de los «salones» más prestigiosos.
Ya de adolescente había leído prácticamente a todos los clásicos y autores de su época, pero su pasión por la literatura no era mayor que por la filosofía. Además de francés hablaba el italiano y el español, y su erudición quedaba bien patente cuando se conversaba con ella. Todos quedaban embelesados no solo por su belleza e irresistible atractivo, sino por su intelectualidad. Y es así como despertaba pasiones.
Cuentan que la mayor parte de la nobleza pasaría por su cama, algunos dicen que todos menos el Rey y… Richelieu, quien la pretendió aunque fue rechazado. Sus amoríos no duraban más que una noche, en ocasiones unos días o semanas, y los más afortunados algunos meses. Al perder su favor algunos acabaron por suicidarse, pero con los años su liberación sexual terminaría pagando un precio: su confinamiento en un convento.
Lejos de «redimir» su impulso sexual, allí descubriría el lesbianismo y cuando salió de su obligado encierro continuaría mostrando sus dotes sexuales hasta bien cumplidos los 60 años, aconsejando después a todas las mujeres que se le acercaban buscando su «sabiduría» en lo que a sexo se refería. Según cuentan también, el último amante que se le conoce lo tendría con 80 años, un afortunado de nombre Gédoyn.
No se casaría nunca y escribiría más bien poco, pero si hay un escrito que resume acertadamente su pensamiento son las Cartas al marqués de Sévigné, escritas probablemente por una tercera persona basándose en las auténticas cartas escritas de su puño y letra.
Tras su muerte en el año 1705, el duque de Saint-Simón escribiría de ella:
Un claro ejemplo del triunfo del vicio, cuando se dirige con inteligencia y se redime con un poco de virtud.
Para saber más:
Información extraída de Wikipedia y otras fuentes.
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