Una de las nefastas consecuencias de la guerra de Siria es la destrucción del patrimonio histórico de la región incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Las ciudades antiguas de Palmira, Damasco, Bosra, la metrópolis de Alepo, aldeas antiguas del norte de Siria, el Crac de los Caballeros… han sufrido bombardeos, saqueos y hasta dolorosos martillazos que en pocos años han logrado lo que el paso de los siglos no consiguió: hacer desaparecer de manera irreversible monumentos históricos de valor incalculable.
El castillo
Entre ellos encontramos el Crac de los Caballeros (Krak des Chevaliers), un castillo situado en la actual Siria, sede central de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén durante las cruzadas y prototipo de la arquitectura militar de los siglos XII y XIII, considerado por los expertos como el castillo mejor conservado del mundo.
Conocido por los árabes como «el castillo de los kurdos» (Hisn al Akrad), se encuentra en un privilegiado lugar con espléndidas vistas del Valle de Nasara (Wadi Al-Nasara) del que tenemos constancia de su existencia desde el año 1031, cuando el emir de Homs ordenó levantar esta fortaleza en lo alto de una colina volcánica a 650 metros sobre el nivel del mar para acoger a una guarnición de soldados kurdos (en árabe akrad). Fue capturado en 1099 por primera vez para los cristianos por el conde de Tolosa, Raimundo IV, quien también luchó en la Reconquista española y era el más anciano y a la vez acaudalado caballero de la Primera Cruzada. En 1142, el conde de Trípoli, Raimundo II, se lo cedería a los caballeros hospitalarios, los verdaderos constructores de la fortaleza.

La Orden de los Caballeros Hospitalarios es conocida también con los nombres de Orden de San Juan, Orden de los Hermanos Hospitalarios, Orden Hospitalaria u Orden de Malta. Inicialmente se fundó en el año 1084 con fines puramente benéficos, concretamente fue la idea de crear un hospital para peregrinos junto a la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén bajo la invocación de San Juan Bautista (de donde cogieron el nombre) en la ciudad de Amalfi, en el reino de Nápoles.
Será con la conquista de Jerusalén (perdón, masacre) por los cruzados en el año 1099, que el primer maestro de la orden, Gerard de Sant Genís, decidiera extender la orden en Tierra Santa, adoptando el hábito negro y la cruz de paño blanco con ocho puntas (las ocho bienaventuranzas). A partir de entonces pasaría a convertirse en una fuerza militar que la codicia de sus líderes la haría apoderarse de tierras y tesoros.
Tras la Primera Cruzada, muchos regresaron a sus casas mientras que otros se instalaron allí estableciendo estados cruzados en las costas orientales del Mediterráneo. Este sería el motivo principal para crear una red de castillos que defenderían a estos cristianos de los ataques sarracenos.
Su ubicación no era debida al simple azar, sino que entre uno y otro había menos de un día a caballo pudiendo enviarse señales de noche encendiendo fuego en las almenas. Las obras del Crac de los Caballeros finalizarían en 1170, y poco después, un terremoto le ocasionaría daños que obligarían a acometer otra profunda reestructuración que conformarían la actual fortificación convirtiéndola en la mayor fortaleza de Tierra Santa.
Inexpugnable
Su muro externo tenía 3 metros de ancho, y sus siete torres entre 8 y 10. Sus laderas escarpadas y su otro muro, precedido con un enorme parapeto de hasta 25 metros de grosor, la convertían en inexpugnable. El asedio tampoco era opción para los atacantes, ya que en su interior disponían de un almacén de 120 metros de largo donde se almacenaban alimentos y agua suficiente como para aguantar un asedio de cinco años para 2.000 hombres.
Los ataques de Nur al-Din (1163) y Saladino (1188) resultaron inútiles, así como los más de doce asaltos musulmanes que sufrió hasta que el sultán de Egipto, Baibars, tomara la fortaleza el 8 de abril de 1271, probablemente ayudado por la escasa guarnición que contaba en esos momentos tras el fracaso de la Octava Cruzada. Lejos de destruirla, Baibars la refortificaría como base en su campaña contra Trípoli, convirtiendo la capilla en mezquita, siendo utilizada por los mamelucos en su ataque a San Juan de Acre en 1291.
Conserva todas sus dependencias: murallas, salas, almacenes, iglesia, comedores, pasadizos, calabozos… y la Galería, uno de los espacios más fascinantes, con sus arcos, capiteles y arcos en estilo gótico que contrasta con el resto del castillo. Destino obligado de todo turista, durante el año 2013, el castillo fue base militar de los rebeldes sirios siendo centro de numerosos combates que han provocado importantes daños en sus murallas. Un desastre colateral de una guerra civil sin sentido, como tantas otras.
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