
Dentro de la medicina reconstructiva, debido a la extensión de una amputación o malformación, el 5% de los pacientes no son tributarios de pasar por el quirófano con injertos de su propia piel o de donantes, En estos casos, cuando la cirugía no llega nos queda un recurso conocido como anaplastología, en el que se utilizan prótesis artificiales y personalizadas para restaurar esa anatomía malformada o ausente.
Primeras descripciones de la cirugía plástica
Puede que lo veamos como ciencia ficción, algo del futuro, pero nada más lejos de la realidad. Los orígenes de la cirugía plástica se pierden atrás en el tiempo. Encontramos las primeras referencias sobre el manejo de lesiones en la reparación de la nariz en jeroglíficos de hace más de 4000 años, concretamente en el papiro Edwin Smith, y en la India del 500 a. C. con la publicación del Sushruta Shamita, en el que se explica la utilización de un colgajo para reconstruir la nariz. Pensemos que entonces era frecuente castigar a los criminales con la amputación de las orejas o la nariz, incluso, arrancarlas de los enemigos vencidos tras la batalla, así que no se trataba de un problema puntual, sino bastante generalizado, al menos, en el continente asiático.
En el siglo XVI destaca el cirujano Gasparo Tagliacozzi, que describe la utilización de un colgajo de piel del brazo para reconstruir la nariz, y en 1818, Karl Ferdinand von Gräfe, usa por primera vez el término «plástica» en su libro «Rhinoplastik», popularizándose después con el.cirujano alemán, Eduard Zeis.
La Primera Guerra Mundial y el gran impulso de la especialidad
El gran número de soldados víctimas de heridas y desfigurados en sus rostros y sus cuerpos a consecuencia de los impactos por proyectiles, hizo evolucionar la Cirugía Plástica hasta nuestros días. Creo que debería decir antes de proseguir que la base de la Cirugía Estética, es la Cirugía Reconstructiva, y ambas forman parte integral de la actual Cirugía Plástica.
Es en este momento que encontramos a una pionera en el campo reconstructivo, y no se trata de ningún médico, sino una escultora: Anna Coleman Ladd.
Su trabajo es impresionante. Anna Coleman nació en Massachusetts, en 1878, y a fines de 1917, fundó en París el «Estudio de Máscaras de Retrato» de la Cruz Roja Americana. Su objetivo principal era el de proporcionar máscaras a los soldados que sufrían desfiguraciones tras la Gran Guerra. Su operativa era la de conseguir un yeso de su rostro y sus rasgos esculpidos en arcilla o plastilina, pieza utilizada después para construir la pieza protésica a partir de un fino cobre galvanizado. Tras pintarse de manera fiel a la piel del receptor, se fijaba la prótesis con cuerdas u otro material.
En estas imágenes podéis ver algunas de las fotografías capturadas en las que se muestran soldados franceses con terribles desfiguraciones faciales y que fueron tratados con máscaras que les permitieron llevar una vida relativamente normal tras la guerra.


Sus servicios le valieron reconocimientos importantes como la Legión de Honor y la Orden de Sait Sava, del gobierno de Serbia, y algo muy importante, su trabajo sería el predecesor de la actual anaplastología.
Anaplastología
Apenas encontramos en el mundo profesionales dedicados a esta ciencia. En España, poco más de una docena, entre los que destacaría al Dr. Julio Acero, jefe del servicio Maxilofacial del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y a José Luis Roch, del que aquí os muestro alguna de las prótesis elaboradas en su centro de Valencia.
Se modelan desde ojos, dientes, mamas, narices, orejas, dedos… y en el proceso lo habitual es que el paciente deba pasar por el quirófano para colocar unos anclajes en el hueso sobre los que se colocará después la prótesis. Este es un proceso largo que requiere incluso dos años, tiempo necesario para que el hueso se solidifice en torno al anclaje, algo que se complica más en los niños, ya que no puede realizarse antes de los 13 años de edad. Posteriormente, las prótesis, de silicona u otros materiales, requieren un arduo trabajo artesanal, para hacernos una idea os diré que se requieren unas 60 horas en el caso de un ojo.
El futuro
El tremendo potencial médico de la impresión en 3D no ha hecho más que empezar: fabricación de audífonos; en odontología; elaboración de férulas; la capacidad de imprimir y generar tejido tridimensional humano permitirá modelizar los test farmacéuticos, e incluso, eliminar la experimentación sobre animales; en la medicina personalizada, probando uno mismo una medicación antes de tomarla; en la implantación «in situ» de células en el cuerpo para evitar los temidos rechazos en los transplantes de órganos; imprimir vasos sanguíneos, usando azúcar como “tinta”…, y en el tema que hoy nos ocupa es probable que la impresión en 3D pueda proporcionar moldes exactos de orejas y otras partes de la anatomía humana que complemente el uso de nuevas técnicas de ingeniería tisular.
Un video donde puede verse a Anna Coleman en su taller…
Para saber más:
Más fotos del trabajo de Anna Coleman
Links fotos:
Imágenes de las prótesis cedidas por Jose Luis Roch de su Centro de anaplastología en Valencia
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