¿Quién quiere subir al Everest? En la actualidad uno puede plantearse la aventura, el reto o el desafío con bastantes posibilidades de conseguir la cima, eso sí, los meses de abril y mayo son los que la climatología puede resultar más favorable. Solo se necesita dinero -se calcula entre 35 000 y 90 000 dólares- tiempo y muchas, pero muchas ganas. Ya sea dirigiéndose a una de las agencias que organizan expediciones comerciales o de manera particular, eso sí, abonando la correspondiente cuota del permiso -unos 10 000 dólares- puedes organizar la subida, incluso, si uno no tiene ganas de caminar, puede hacerlo con un helicóptero, aunque en este caso no llegarías a los 8848 metros. Eso sí, en la cima podrás navegar con internet sin problemas, aunque claro, subir hasta allí y ponerse a ver una serie de televisión… como que tampoco tiene mucho sentido ¡Ups, perdonad el chiste malo! Lo que ya no tiene tanta gracia es lo que os explicaré a continuación.
Desde que en 1852 los científicos concluyeron que el pico XV de la cordillera del Himalaya, situado en la frontera entre el Nepal y China, podría ser la montaña más alta de la Tierra -pasó a llamarse Everest a partir de 1865 en honor al topógrafo Sir George Bestin Everest– muchos han sido los intentos por alcanzar la cumbre, hasta que por fin, a las 11:30h del 29 de mayo de 1953, Edmund Percival Hillary y Tenzing Norgay, lo consiguieron y regresaron con vida para contarlo. En su hazaña no irían solos, les acompañaron 12 escaladores, 40 guías sherpas y 700 porteadores. Desde entonces, el Everest se cobra un alto precio a quien pretende perturbar su descanso.
Recientemente el ultramaratoniano Kilian Jornet conquistó la cima del mundo por su cara norte en dos ocasiones en una semana, sin sherpas, ni oxígeno artificial y sin cuerdas fijas. Pero no todos somos Kilian Jornet, además, siempre se necesita ese poquito (o mucha) suerte para conseguirlo.
Los efectos en el cuerpo humano
La preparación física es algo básico antes de emprender esta aventura y una vez ya iniciada, es necesaria una climatización durante varias semanas en el campo base que se encuentra a 5361 metros, pues allí el oxígeno se encuentra un 50 % disminuido. Superados los 7500 metros de altura los brazos se congelan y se pierde la sensibilidad. Pero esto no es más que el principio, ya que las temperaturas heladas y la falta de oxígeno son algunos de los retos que han de superarse.
La ascensión debe realizarse de manera progresiva, no más de 300 metros al día, para evitar la tos, los dolores de cabeza y la dificultad respiratoria. Podríamos pensar que la tos de gran altura puede parecer inofensiva, pero respirar a un ritmo elevado en el aire frío puede secar y dañar los pulmones, incluso las costillas. Tampoco hemos de olvidar que el resplandor del sol puede producir graves quemaduras solares.
Cuanto más arriba estemos, más riesgo hay de sufrir edema pulmonar y edema cerebral y la fatiga extrema puede ocasionar que no se esté en condiciones de tomar decisiones correctas, y en esas situaciones puede resultar ser algo mortal. La hipoxia puede afectar al intestino, siendo la alimentación algo vital. Las comidas deben ser comidas pequeñas antes de ascender, el consumo de glucosa se debe incrementar y las proteínas pasan a ser más difíciles de digerir. Básicamente se debe consumir sopas, fideos, arroz, vegetales, carnes en lata, frutos secos y chocolate.
La cruel realidad
Hasta los años 90 del pasado siglo, el alpinismo del Himalaya comienza a masificarse. Antes, cuando alguien moría, si el cadáver era accesible se rescataba, si no, lo dejaban allí. A partir de entonces, todo aquél que inicie esta peligrosa aventura debe firmar un formulario en el que declara qué quiere que se haga con su cadáver si fallece (Body disposal form): dejar el cadáver en la montaña, que se retorne a Karmandú o retornarlo a casa.
Es una decisión que debe meditarse porque el esfuerzo humano y económico para rescatar un cuerpo es importante. Se requiere de promedio la participación de media docena de sherpas, y si el cadáver se encuentra por encima de los ocho mil metros de altura se tardan más de cinco días en hacerse, con el consiguiente riesgo para los rescatadores. También hemos de pensar que el coste económico de la repatriación es superior a los 25 000 euros, y en el caso de utilizar un helicóptero, el punto de no retorno se considera que está a los 8300 metros, a partir del cual los aparatos no pueden alcanzar esa altura.
No se sabe con certeza cuántos alpinistas han perdido la vida en esa montaña, se calcula que a la vista y semienterrados hay más de 280 cuerpos abandonados, y si hay un tramo especialmente peligroso ese es el conocido como la zona de muerte, a 800 metros de la cumbre, donde yacen medio centenar de cuerpos de alpinistas. Este hecho hace que en el ascenso a la montaña muchos de estos cuerpos sirvan como punto de referencia para los montañistas. Permitidme mostraros un ejemplo…
En una de las peores tragedias sucedidas en el Everest, me refiero al accidente ocurrido en 1996, y a consecuencia de una gran nevasca, fallecieron ocho personas entre las que se contaban tres escaladores hindúes. Se piensa que uno de ellos, Tsewang Paljor -que llevaba unas botas Koflach de color verde ese día- -es el que os muestro en la foto de arriba- fallecería por agotamiento en esa oquedad conocida desde entonces como «Cueva de Green Boots», en la arista sur de la montaña. Todo el que asciende por allí tiene que pasar a su lado y entre los alpinistas sirve como referencia para llegar a la cima, refiriéndose a él como «Botas verdes».
Existe otro suceso relacionado con Botas verdes:
El montañista británico David Sharp, intentó en mayo de 2006 escalar en solitario. La climatología adversa le obligó a refugiarse en la «Cueva de Green Boots» después de hacer la cima, donde permaneció toda la noche con una hipotermia severa que le congelaría junto a «Botas verdes». Antes de fallecer sería visto por al menos 40 escaladores que pasaron a su lado al día siguiente y que no hicieron nada por ayudarle. Puede que pensaran que se trataba del propio Botas verdes o que ya estaba muerto, lo cierto es que horas después, unos alpinistas se le acercaron y comprobaron que estaba todavía vivo. El sherpa Dawan intentó levantarle, pero fue inútil. Consideraron el rescate muy complicado y lo abandonaron hasta que falleció. Este desgraciado suceso indignaría a la sociedad y a Sir Edmund Hillary, ya que si le hubieran evacuado en aquél momento, habría dejado a sus rescatadores sin la oportunidad de subir al Everest.
Existen otras «macabras» referencias como el cadáver que quedó petrificado con un gesto de saludar con los brazos, conocido como El Saludador, y muchas otras, pero mejor lo dejo…
Hace pocos meses, una expedición liderada por el alpinista ruso Oleg Savchenko, pretendió cubrir los 15 cuerpos abandonados a más de 8300 metros de altura con una tela especialmente diseñada para no descomponerse por el frío intenso. Quedan muchos más cuerpos semienterrados, y más ocultos a la vista, pero es en las situaciones extremas que se demuestra el verdadero espíritu del alpinista, sin lugar a dudas.
Me gustaría terminar con alguna curiosidad más referente a esta mítica montaña:
- Más de 6500 personas lo han ascendido.
- La primera mujer en subir a la cima fue la japonesa Junko Tabei en 1975.
- Los primeros en ascender sin ayuda de botellas de oxígeno serían el italiano Reinhold Messner y el austríaco Peter Habeler.
- La policía china instaló en el año 2008 la comisaría a mayor altura del mundo, en el campo base situado a 5200 metros de altura. Un lugar idóneo para que alguno de nuestros políticos se plantee unas vacaciones.
- Cada año se retira de la montaña media tonelada de basura abandonada por los que allí suben, aunque el gobierno del Nepal impone multas a los que bajan sin ella.
Trailer de la película Everest (2015)
Para saber más:
Crónica de la conquista del Everest en La Vanguardia de 1953
Link imagen:
Muy interesante tu entrada, Fco Javier. Ayer en TVE1 vi la película «Everest» y ciertamente impresiona ver la dificultad de la subida y la conversión del alpinismo de riesgo en un objeto más de consumo, en una industria que en cierto modo traiciona los principios que siempre acompañaron a los alpinistas.
Un abrazo
Hola Juan Carlos,
lo cierto es que tenía esta entrada en el borrador y tras la emisión de la película me dije que era el momento de publicarlo. Tienes razón en lo que dices, aunque también en esas situaciones tan extremas se ven muestras de compañerismo al arriesgar las propias vidas para rescatarlos. Me impresionó la escena del helicóptero en la que se puede ver la dificultad del piloto a la hora de controlar el aparato mientras intentaba llegar a más de 7000 metros de altura. Actualmente existe controversia respecto al uso de helicópteros a gran altura y concretamente en el Everest, y más desde que el 14 de mayo de 2005 a las 7:08 horas de la mañana el piloto de pruebas Didier Delsalle a bordo de un Eurocopter AS350 B3 sin modificar se posó en los 8848 metros de su cima durante más de dos minutos. Pero esto fue una excepción.
Abrazos
Muy interesante, un abrazo!
Hola Francisco,
otro grande y menos gélido para ti. 😉
Curiosa historia hoy, como todas las tuyas, con anécdotas desconocidas para los no versados en estos temas. Magnifico el vídeo de la ascension del belicoptero. Gracias por traérnoslo. Un abrazo de una nueva semana. Feliz tarde,
Hola elcorazondelmar,
subir a esta cima es exponer al cuerpo humano al extremo. Recientemente el ultramaratoniano y montañero Kilian Jornet, de 29 años, fue capaz de subir el Everest dos veces en seis días. Sin oxígeno artificial, sin cuerdas fijas, sin ayuda de porteadores. Creo que podemos considerarlo todo un Superman. Su cuerpo es una maravilla de la ciencia. Su consumo máximo de oxígeno está al nivel de las grandes figuras del ciclismo profesional y posee la facilidad de neutralizar el lactato que genera el músculo, causante del dolor. Eso sin contar su poder mental, inhibiendo la sensación de sufrir. Pero claro, también debemos tener en cuenta el factor… suerte. En el Everest todo cuenta.
Saludos y gracias a ti, siempre.
Hola FJ,, en mi vida de actividad laboral tuve que asistir a personas con congelaciones de extremidades sufridas en nuestro Pirineo y participé de alguna mesa redonda sobre este tipo de accidentes. Allí conocí al doctor Morandeira y fuimos amigos aunque él trabajaba en distinto hospital del mío. Que su Unidad de Congelaciones fue iniciada por él y tras su muerte continuada por el doctor Kiko Arregui. Las congelaciones tienen paradójicamente unas lesiones parecidas a las de la quemaduras en las que yo trabajé mucho tiempo, tratándolas por similitud de en el Centro de Grandes Quemados cuando aún no habían comenzado con la Unidad de Congelaciones. Así comenzó mi trato y amistad con Morandeira y Arregui. Los alpinistas sabían que sólo se debe comenzar la descongelación cuando se esté seguro de que no se va a recongelar porque en ese caso la destrucción tisular será mucho mayor; que nunca se debe frotar esa piel congelada con nada; que lo primero que se suele congelar es la nariz y después las puntas de los dedos; nunca quitarse guantes o botas y menos aún los calcetines; que, como has dicho tú, es más difícil bajar que subir; y que el recalentamiento debe ser lento. Seguro que me olvido de más cosas, pero me he extendido demasiado. Sorry man!
Hola astolgus,
magníficas recomendaciones las que nos aportas, aunque yo espero que nunca tenga necesidad de seguirlas (al menos no pienso subir al Everest de otra forma que no sea virtualmente). Muchas veces pensamos en las terribles secuelas que dejan las quemaduras y no pensamos igual cuando lo hacemos con las congelaciones, no sé, imagino que a primera vista no nos asusten tanto, sin embargo, como bien dices pueden llegar a ser incluso más mutilantes que las quemaduras por calor.
Abrazos y puedes extenderte más, mucho más… 😉