Sí, cada vez se utiliza menos, una de las ventajas de escribir con el teclado de un ordenador, aunque todos hemos recurrido a ella en algún momento de nuestra vida ya sea en el colegio, en casa o en el trabajo. La goma de borrar ha sido, y sigue siendo, un elemento imprescindible en los estuches de cualquier escolar o en la mesa de cualquier escribiente. Pero, ¿de dónde viene su origen y quién tuvo la genial idea de su invención?
En 1736 un explorador francés observó que los nativos mesoamericanos extraían del jugo del hule (Castilla elastica) una resina con la que hacían unas pelotas que botaran con las que jugaban haciéndolas pasar por un aro de piedra. Eran elásticas permitiendo que rebotaran en las paredes de la cancha. Para evitar que se pudrieran las mezclaban con el jugo de una planta, normalmente una enredadera. En el año 1770, el químico Joseph Priestley, que descubrió entre otras cosas el oxígeno, tras frotar fortuitamente con la goma del caucho unas anotaciones realizadas a lápiz, comprobó que estas se borraban.
Edward Naine comercializaría el invento, pero su precio, tres chelines de la época, resultaba estar al alcance de muy pocos, un artículo de lujo. A pesar de ello, tenía un problema, se pudrían. No será hasta 1839 que mediante el proceso de vulcanización ideado por Charles Goodyear, al añadir azufre al caucho en presencia de calor, se consiguiera preservar.
¿Por qué borra una goma? El caucho de una goma de borrar es un polímero formado por cadenas muy largas hechas de “eslabones” de isopreno. Al frotar un trozo de caucho sobre un papel con grafito, el material del cilindro del lápiz, sobre él, el isopreno es capaz de asociarse muy bien al grafito, dejándolo “colgado” del polímero, pegado a algunos escalones de la cadena.
Poco después, en 1858, el norteamericano Hymen Lipman tendría la genial y práctica idea de insertar un trozo de goma en el extremo superior del lápiz, siendo comercializada con gran éxito por Faber Castell en la década de 1860. Ya que hablamos de gomas, la más conocida en los EE. UU. es la llamada Pink Pearl (perla rosa), lanzada al mercado en 1916 por Eberhard Faber.
En la actualidad, encontramos gomas fabricadas de otros materiales como los sintéticos derivados del petróleo, por desgracia, ninguno ha resultado eficaz para borrar la mancha más terrible que pueda existir: el hambre y las injusticias de este mundo. Por cierto, antes de este genial descubrimiento también se las ingeniaban para borrar con… ¡migajas de pan húmedas! No será por falta de ingenio.
Un video:
Para saber más:
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Me ha gustado. Estab pensando mientras lo leía que en casa alguna vez recurríamos a la miga del pan fresco… y lo has citado.
Hola María,
si es que no hay nada como improvisar… ¡Ja, ja, ja!
Un abrazo
Pues sí, en los tiempos de posguerra civil mis padres utilizaban miga de pan amasada para borrar los trazos de lápiz. ¿Podrías escribir algún día sobre los compases y el papel vegetal en el que dibujábamos con tinta china y borrábamos con cuchillas de afeitar?
… apuntado queda 😉
Y ahora veo entre las entradas relacionadas la de nuestra Fregona y siendo como soy aragonés y viejo conocí a Manuel Jalón y la lucha que tuvo que mantener con Bellvis para que se reconociese que Manuel fué el auténtico inventor de semejante ayuda para las mujeres ¡y para los hombres! que yo la tuve que pasar cuando mis críos eran pequeños y hacían toda clase de trastadas. Es curioso que, efectivamente, hubo muchas mujeres que se resistieron a adoptar tan extraordinario invento que las liberaba del suelo
Hola Astolgus,
imagino que lo nuevo y desconocido siempre da una cierta inseguridad y desconfianza. A mí siempre se me hizo extraño el pensar que a nadie se le ocurriera antes el invento de la fregona, vamos, tampoco es tan difícil poner un palo y un trapo al final del mismo. Ya sé, que lo perfeccionó, pero algo tan simple y tan útil lo convierte en una genialidad.
Abrazos
Suprimir esta entrada, porfa