
No, no somos ni seremos inmortales, creo que en eso estamos muchos de acuerdo, sin embargo, gracias a los avances médicos y no médicos la esperanza de vida es de más de 80 años en muchos países, y aunque mejoremos la calidad de vida de las personas nunca llegaremos a vivir para siempre. La muerte ha sido entendida de maneras muy diferentes según las civilizaciones y épocas, pero la búsqueda de un elixir de la vida, una fuente de “Vida Eterna” y la piedra filosofal, se convirtió en una obsesión durante siglos.
Encontramos la primera referencia del mito de una fuente de la juventud en el siglo IV a. C. en las Historias de Heródoto cuando narra la entrevista entre el rey de Etiopía y los embajadores del rey persa Cambises II, y con la escuela aristotélica se pondrá la base de la alquimia al postular que “todas las cosas tienden a alcanzar la perfección”, es decir, los metales podrían modificarse para convertirlos en…¡ORO!
Alejandro Magno influido por las leyendas del “agua de la vida” también la buscaría en sus conquistas orientales, y en la antigua China del sigo III a. C. el emperador Qin Shi Huang Di, obsesionado por alcanzar la inmortalidad, además de enterrarse junto a los Guerreros de terracota, enviaría numerosas misiones por toda china para encontrar el elixir de la vida eterna. Entre estas destaca la misión naval a los mares del Este compuesta por un alquimista acompañado de 1000 hombres y mujeres, de la que ninguno regresaría, alimentando la leyenda que dice que descubrieron la isla de Japón.
Se pensaba que la ingestión de algunos minerales (jade, hematita, cinabrio, oro y mercurio) alargaba la vida, cuando en realidad muchas eran tóxicas para el organismo. Con la aparición del Budismo y el Hinduismo se abandonarían estas ideas al considerar la inmortalidad del alma.
Las leyendas no dejaron de multiplicarse y la referencia a esa fuente de la juventud la encontramos en el Libro de las maravillas del mundo de Juan de Mandeville y en las obras sobre el Preste Juan. En América, los nativos decían que existía una fuente curativa en la mítica isla de Bimini, probablemente localizada en las Bahamas, y muchos españoles exploraron el territorio en su búsqueda, entre ellos, Juan Ponce de León.
La ciencia árabe, transmitida a Europa en el Al-Ándalus durante la Edad Media, dio pie a los primeros trabajos en alquimia del monje inglés Roger Bacon y del filósofo, sacerdote, geógrafo y teólogo alemán Alberto Magno, siempre con la idea de transmutar los metales en oro. Y entre ellos, el más enigmático y que según el mito pudo haber dado con la piedra filosofal, el alquimista Nicolas Flamel y su esposa. Su misteriosa desaparición -nunca se encontró su cuerpo-, así como sus estudios y escritos, no hicieron más que alimentar la leyenda.
Pero volvamos a nuestros tiempos, hoy, la persona viva más longeva es Chiyo Miyako, una japonesa de 117 años que desde el 21 de abril de 2018 es la persona verificada más longeva de Japón, de Asia y del mundo (podemos verla en la foto superior). Es la novena persona más anciana verificada de todos los tiempos y, sí, nunca llegaremos a ser inmortales… ¿para qué serlo?
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