Sí, hablemos de otro de esos lugares de la ciudad desconocido por muchos pero de visita obligada para todo apasionado por la historia de la medicina. En el número 47 de la calle del Carme, encontramos la sala de disección más antigua conservada de Europa en la que se enseñaba la práctica de la anatomía y la cirugía, el Anfiteatro Anatómico de Barcelona, en la actual sede de la Real Academia de Medicina de Catalunya. Un lugar considerado por algunos como parte de esa Barcelona oscura, y que lejos de serlo, la ciencia que allí se practicó se convertiría en luz del progreso médico de la época.
La disección de un cadáver humano era algo considerado tabú durante mucho tiempo, de hecho, para comprender la anatomía interna se diseccionaban cerdos -los más parecidos al cuerpo humano si exceptuamos que los gorrinos no tienen apéndice-. Se tiene constancia de disecciones humanas en la Edad Media, y en el año 1402 se creó en Barcelona «l´escola de les anathomies», que utilizaría los cuerpos de los condenados a la horca.
La medicina y la cirugía estaban predestinadas a ir juntas de la mano. Esto tardó en pasar, pero médicos y cirujanos-barberos se unirían y su formación sería común. El primer anfiteatro anatómico se construyó en 1594 en la Universidad de Padua. Posteriormente se construyó otro anfiteatro en la Universidad de Leiden en 1596, en la Universidad de Bolonia en 1637 y en la Universidad de Upsala en 1663.
El Anfiteatro anatómico de Barcelona

Se encuentra en una sala de un edificio construido como extensión del Hospital de la Santa Creu, donde en 1760 el rey Carlos III estableció el Real Colegio de Cirugía de Barcelona hasta que se integró en 1843 a la Facultad de Medicina. Inicialmente, el edificio se pensó para cincuenta alumnos, cifra que con el tiempo se vería superada a más de mil debiendo ampliarse en el año 1906 con la construcción del actual Hospital Clínic en el Distrito de l´Eixample de la ciudad, donde se trasladó la Universidad. En 1929, el edificio fue cedido a la actual Real Academia de Medicina de Barcelona tras la construcción del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.
Una escalera nos lleva al primer piso donde encontramos la biblioteca y la capilla, así como al piso superior del anfiteatro. Inaugurado en 1764 y construido en estilo neoclásico con piedra traída de la montaña de Montjuïc, en planta ovalada y una inmensa cúpula. Las disecciones se realizaban en invierno y de día, para aprovechar la luz natural que pasaba a través de las vidrieras y evitar los malos olores de la descomposición de los cuerpos. Estos se acumulaban en fosas de alrededor, algo que quedó comprobado al descubrirse múltiples restos humanos en una plaza contigua tras la realización de unas obras.
En el centro del anfiteatro una gran lámpara de araña iluminaba la sala con velas hasta que llegó la electricidad, y en el centro, una mesa central de mármol -actualmente conservada- con un agujero en medio que permitía evacuar la sangre derramada. Envolviendo la sala, elegantes sillas de madera talladas en estilo Rococó por el artesano Llorenç Rosselló y cubiertas con rojo terciopelo, dispuestas en diferentes niveles para la mejor observación de la clase por parte de los futuros médicos. En el piso superior accedían por un pasillo oculto, hombres y también mujeres, menos interesados en la medicina aunque curiosos y pertenecientes a familias pudientes, que en el anonimato para no ser reconocidos ni señalados como macabros o pecaminosos, observaban la disección tras las celosías en lo alto de la sala.
Hoy bautizada con el nombre de Sala Gimbernat, el profesor daba la magistral clase junto al cadáver o las piezas anatómicas situadas en la mesa de mármol. Allí se realizaban las prácticas para ampliar el conocimiento del cuerpo y poder estudiar los efectos y las causas de las enfermedades mortales, así como los temidos exámenes delante del evaluador. Lejos de ser una «función» macabra, en esos asientos pasaron grandes médicos y científicos, encontrando a ilustres como Pere Virgili, Antoni de Gimbernat y Ramón y Cajal, entre muchos otros.
Como comentaba antes, hoy es la sede de la Real Academia de Medicina de Catalunya y si tenéis la oportunidad de pasar por Barcelona no dejéis de visitar este lugar en alguna de las visitas guiadas que se organizan, no os defraudará.
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