
Durante la Segunda Guerra Mundial la línea que separaba entre estar vivo o estar muerto era en muchas ocasiones muy delgada. Disponer de un papel, documento o pasaporte que acreditara una determinada circunstancia o pertenencia podía significar que te apresaran, te mataran o por el contrario, que te dejaran vivir.
Partidas de nacimiento, registros matrimoniales y pasaportes, todo podía ser falsificado en manos expertas. En ocasiones, se cobraba cierta cantidad de dinero por este “servicio” tan especial, pero, en otras, el salvar una vida era un pago más que suficiente. Este es el caso de Adolfo Kaminsky, que en la Francia ocupada le encargaron falsificar en apenas 3 días más de 900 documentos para salvar la vida de 300 niños, algo que parecía imposible y consiguió contrarreloj:
Era un cálculo sencillo: en una hora puedo hacer 30 documentos; si duermo una hora, 30 personas morirán.
La falsificación de documentos, tanto en el bando aliado como también en el alemán, llegó a convertirse casi en un arte y se crearon departamentos especiales que alcanzarían un grado de perfección tal que en ocasiones se hacía imposible distinguir uno falso de otro verdadero.
El pasaporte de Hitler
Una muestra de lo anteriormente dicho lo encontramos en el pasaporte de Adolf Hitler realizado por el servicio británico “Special Operations Executive” (falso, claro) Se realizó en 1941, desclasificándose hace poco tiempo. En él podemos ver una gran “J” de color roja, que era impresa en los pasaportes judíos.
Una seta para descubrir el fraude
Los nazis serían muchas cosas, pero tontos no eran. Sus científicos descubrieron que de una seta se obtenía una tinta cuyo compuesto podría ser utilizado para distinguir los intentos de falsificación de documentos.
La seta es la coprinus comatus, también conocida con los nombres de sombrerillo, apagacandelas, barbuda, apagavela, chipirón de monte, entre otros.
Se encuentra principalmente en praderas, campos y márgenes de caminos, siempre en lugares sombríos. Su alto contenido en agua hace que su floración sea muy rápida, apenas un día, así como su descomposición, que aconseja comerla el mismo día que se recolecta, por cierto, muchos piensan que es una de las mejores setas comestibles.
Suele abundar desde primavera hasta finales de otoño y mide de 5 a 20 centímetros de altura y entre 3 a 8 centímetros de diámetro. De color blanco, tiene forma de sombrero que se deshace a medida que crece, convirtiéndose finalmente en tinta negra.
Será este líquido negro el que los nazis utilizaron para dotar a sus documentos de una marca antifalsificación mezclándola con tinta normal. Así, cuando los soldados alemanes querían comprobar la autenticidad de un documento sospechoso –algo habitual por otra parte- lo colocaban al microscopio para confirmar la presencia de esporas de coprinus comatus en la tintas.
Propiedades médicas
Además de utilizarse su tinta para este fin, la seta es comestible y rica en vitaminas de los grupos B,C, D y E, y en minerales como el hierro y el vanadio, entre otros. Será el vanadio el que tenga una acción antidiabética sin efectos secundarios, a diferencia de las sales de vanadio. Su consumo ayuda a mejorar las digestiones pesadas, el apetito en casos de senilidad o anorexia nerviosa, y a combatir las hemorroides.
Mejora la circulación sanguínea y presenta compuestos antitumorales contra el cáncer de mama (no estrogénico) y el cáncer de estómago.
Nunca una seta impresa en un documento -más concretamente sus esporas- representó esa delgada línea entre la vida y la muerte.
Links imágenes:
¿Con qué propósito hicieron el pasaporte de Hitler con la J? Solo curiosidad. Sobre las personas que arriesgaron sus propias vidas para salvar a los judíos durante la guerra, es importante que se sepa. Haces bien en informarlo. Me gusta mucho la información sobre las setas. A mi, personalmente, me encantan. Ahora, no sé cuáles son las que como. Un saludo, amigo.
Hola Melbag,
en principio a modo de burla, no creo que a Hitler le hiciera ninguna gracia tenerlo ¡Ja, ja, ja!
Saludos
Ese tenía más cara de judío… Jajajaja
Un aragonés, Sanz Briz el Ángel de Budapest, era Encargado de Negocios en el consulado de España allí, y emitió más de cuatro mil pasaportes afirmando que eran sefarditas lo que supera de largo al famoso Schidler. Tengo el privilegio de conocer a varios de sus descendientes aquí en Zaragoza
Amigo y colega FJT, pasados los excesos navideños vuelvo a leerte con delectación y me alegra hacerlo. Un fuerte abrazo del mañico
Hola Astolgus,
te echábamos de menos por la sección, amigo. Ya ves, aquí seguimos con gusto, compartiendo artículos que espero sean como mínimo curiosos e interesantes para más de uno. En cuanto a lo del Ángel Sanz Briz, hace ya un tiempo le dediqué un post y te invito a leerlo Ángel Sanz-Briz, el “Schindler” español 😉
Abrazos