Pues qué queréis que os diga, si alguien tiene pensado comerse la placenta después del nacimiento de su hijo (o hija) puede hacerlo si tiene hambre, porque después del alumbramiento sus teóricos beneficios no dan para mucho más…
Recordaréis el revuelo mundial que ocasionó el actor Tom Cruise tras las declaraciones que hizo al ser padre «Me voy a comer la placenta. Pienso que será bueno. Muy nutritivo. Me comeré el cordón y la placenta ahí mismo». Sí, todavía se está riendo de lo que dijo y de la repercusión que tuvieron sus palabras, ya que ni se comió la placenta ni el cordón umbilical. Pero como hay gente que hace más caso de lo que dice un actor que la ciencia, se puso de moda el comérsela.
Se puede “degustar” cruda, con almedras y miel, con brécol, los hay que incluso preparan recetas más apetecibles cociéndola al vapor con limón, jengibre y otras especies, y viendo las posibilidades de hacer negocio con ella, aparecieron empresas que te las preparan y por 350 dólares puedas comértela enterita en 125 apetecibles cápsulas.
Según el doctor William B. Over en su libro “Notes on placentophagy”, una de las pocas referencias históricas de esta práctica en humanos, concluyó que “el hambre es probablemente el motivo más fuerte por el que alguien se comería algo que en circunstancias normales sería considerado como incomestible”.
Su función
Es indudablemente un órgano de vital importancia durante el embarazo y además de permitir filtrar sustancias de la madre al feto, de ser vehículo de nutrientes y paso de oxígeno, así como eliminar el dióxido de carbono del feto, tiene una acción inmunológica y endocrina.
A favor de comérsela
Su uso con fines terapéuticos es muy antiguo y hay evidencias en la medicina tradicional china y en el antiguo Egipto. Ya desde los inicios de la civilización egipcia, a los príncipes se les guardaba el cordón umbilical y la placenta momificados, mostrándose en algunas ceremonias. Podemos verla en la paleta de Narmer, muestra de la importancia que tenía.
Se le daba al recién nacido y si la repudiaba o la vomitaba, era signo de que no quería vivir, por el contrario, si la aceptaba y toleraba, sobreviviría.
Un medio que se hace al niño en el día de su nacimiento. Un pequeño trozo de su placenta… trituraría en la leche y dársela a beber. Si vomita, morirá; si (traga), vivirá. (Ram.IV C, 17-24)
En base a este hecho los que se muestran a favor de comérsela proclaman que contiene hormonas que disminuyen la depresión postparto, hierro, vitaminas y minerales, y que aumenta la producción de leche materna (esto último con cierta base científica).
Quienes defienden su ingesta se basan en que otros mamíferos se la comen después de parir, y por algo será. Aunque lo más probable es que lo hagan para no dejar restos biológicos que puedan atraer a otros animales.
Su uso en cosmética
Si a uno le da reparo el disfrutar de un buen plato de placenta siempre se la puede aplicar en la piel. Se documenta su utilización en cosmética en diversos papiros egipcios como el de Ebers.
(…) para impedir que se desarrolle la sustancia que hace devastar los cabellos: placenta de gata; huevo de pájaro-gabgu; grasa/aceite; ungüento-iber. (Esto) será cocido, después de prensado, colocar sobre la cabeza del hombre.
Hoy en día el uso de placenta animal (algunos países usan la humana) en forma de cremas faciales está bastante extendido. La finalidad es la de regenerar las células aportando elasticidad a la piel y preventir arrugas, pero también fortalecer las uñas, luchar contra la alopecia… Según Cher, Jennifer López, Madonna o Victoria Beckham, funciona, claro está, tampoco podemos creer todo lo que nos dicen (o sí).
Sangre de cordón, el oro rojo
Podríamos pensar que el cordón umbilical y la placenta no tienen ninguna utilidad práctica después del parto más que quizás la cosmética, pero en realidad no es así. En la actualidad, tras el parto y antes del alumbramiento (expulsión de la placenta) se recoje la sangre de cordón por contener “células madre”, especializadas en la renovación de las células sanguíneas que pueden ser útiles en personas con algunas enfermedades congénitas o adquiridas de la médula ósea como las leucemias agudas.
En medicina siempre podemos encontrar una utilidad a casi todo, pero no olvidemos que debe haber una base científica que lo sustente y no apoyarse simplemente en supersticiones u observaciones. Dicho esto, actualmente no existen estudios o artículos científicos que respalden las teorías que han surgido alrededor de la placentofagia y sus supuestos efectos positivos para la salud. Aunque, claro, siempre habrá quien, lejos de tirar la placenta, la plante junto a un árbol o la enmarque en un cuadro como recuerdo.

Y como hablamos de placentas y cordones umbilicales, aquí os presento un instrumento diseñado y empleado en el antiguo Egipto para cortar este último: el “peseshkaf”.
Sin duda, se trata de uno de los primeros artilugios quirúrgicos de la humanidad, primitivamente elaborado de sílex y con gran carga simbólica al relacionarlo con el comienzo del camino de la vida. Con el tiempo, los egipcios lo utilizarían como un instrumento utilizado en ceremonias al presentarlo en una bandeja junto con a recipientes y otros instrumentos usados para tocar la boca de la momia. También podemos verlos en el tocado de la diosa del nacimiento, Meskhenet, símbolo que la identificaba.
Dicho esto, si decidís comeros alguna placenta, buen provecho, pero a mí no me invitéis. Llamadme raro…
Para saber más:
Link foto:
Link información Xataca
Yo he visto a mi gata comerse la placenta tras parir a sus gatitos, pero nunca había oído acerca de humanos que quisieran hacerlo Y pienso que los seres humanos ya han ideado -ciencia mediante- todo tipo de sustitutos alimentarios acordes al momento. Saludos!
Hola Acuarela,
durante toda mi vida profesional solo en una ocasión los padres me plantearon comérsela tras el parto de su hijo. Ante su petición me quedé perplejo, pero claro, no les puse ningún reparo en ello. Qué quieres que te diga, pienso como tú.
Saludos 😉