Entre cirujanos, guitarras y barberías

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Caminando por el centro de Barcelona recordé un artículo del historiador Dani Cortijo en su más que recomendable libro Històries de la Història de Barcelona.

En la esquina de la calle Ample con Marquet, donde ahora hay pizzerías y bares de tapas, nada hace sospechar que hace 500 años se hallaba la casa de un cirujano y barbero llamado, Joan Vicenç. No se trataba de un barbero cualquiera, sino el más rico de la ciudad, algo que sabemos gracias a la redacción de su inventario de bienes en 1464.

Encontramos en la literatura referencias a esta profesión como en El Quijote de Cervantes, que menciona a un tal Maese Nicolás, barbero, cirujano y sacamuelas que atendió al hidalgo tras la paliza que recibió en una de sus múltiples hazañas.

Una profesión poco reconocida 

Si algo tenían difícil estos barberos-sangradores era el de obtener un reconocimiento y una retribución económica digna, lo de rasurar barbas y cortar el pelo -muchas veces, llenos de piojos y otras alimañas- era considerado un trabajo manual sucio. En la Edad Media y Moderna la cirugía se consideraba inferior a la Medicina, el cirujano estaba considerado por debajo del físico (médico), por las operaciones que realizaba y al estar en contacto con la sangre de las heridas, además, pocos lograban un buen conocimiento del cuerpo humano y un buen aprendizaje.

Excepción sería el francés Ambroise Paré, hijo de una prostituta, que de aprendiz de barbero llegó a ser cirujano real y uno de los padres de la cirugía universal al descubrir la hemostasia con ligadura de los vasos sangrantes. Tendremos que esperar hasta finales del siglo XIX que por Real decreto del Ministerio de Fomento se equiparara en España los títulos de Médico y Cirujano.

Las barberías 

Barbero en el siglo XVI

Barberos siempre han existido. Conocemos el nombre de uno de ellos, el barbero Meryma’at, que afeitaba a los sacerdotes de Amón hace más de 3.000 años y quien gracias a estar tan bien relacionado sería un personaje importante en su tiempo.

También en la Antigua Grecia, las barberías y el oficio de barbero era muy popular al ser lugar de reunión de grandes hombres para filosofar, compartir ideas políticas y sociales… y sí, por supuesto, también se cortaba el pelo.

En Antigua Roma, se les conocían como tonsores y a las barberías tonstrinae, siendo el senador romano Ticinius Mena, por el año 269 a. C. quien trasladara a Roma el oficio, al considerar la barbería un lugar idóneo para relacionarse y cuidar el aspecto físico. En poco tiempo, estos barberos comenzarían a realizar otras labores como extraer muelas, y con la terrible peste bubónica de mediados del siglo XIV, la escasez de cirujanos y médicos -entonces ya debían aprobar unos duros exámenes de habilitación– hizo que se recurriera mucho más a los barberos para realizar sangrías y curar heridas.

El oficio en Barcelona 

Por si fuera poco, además de cortar el pelo, arreglar la barba, realizar extracciones dentarias, sangrías y ser un lugar de contacto entre la gente de la ciudad, en las barberías del medievo podían hacerse otras cosas menos conocidas, como aprender a tocar la guitarra (u otro instrumento). No había barbería en la ciudad sin que en su interior se encontraran instrumentos musicales. Eran locales donde en el siglo XIX las conversaciones y la faena del barbero se entremezclaban con juegos, bebidas y música, vaya, como si de una taberna se tratara.

En la Barcelona de finales de la Edad Media, además de Joan Vicenç, encontramos a otro barbero muy conocido, Lleonís Metres, quien junto a los hermanos Garriga y la ayuda de un esclavo, atendían a los numerosos clientes que frecuentaban su barbería, eso sí, se repartían las ganancias como buenos socios.

En el año 1500, los Reyes Católicos regularon la concesión de autorización para ejercer el oficio. En Barcelona los doctores de derecho civil y canónico formaban parte de una misma facultad y las cátedras recibían el nombre de los libros que en ellas se explicaban (Sexto, Clementinas, Digesto…). Desde 1567 existía la cátedra de Hipócrates, donde se estudiaban sus textos, y el primer titular de dicha cátedra fue Enric Solà, hijo a su vez del prestigioso médico y cirujano real Narcís Solà. El cargo de catedrático sin duda era codiciado, pero tampoco penséis que estaba muy bien retribuido. En 1588, se jerarquizaron las cátedras en dos categorías: mayores (Hipócrates, Galeno y práctica) y menores (ayudante de Galeno y anatomía y simples), cobrando las primeras unas 100 libras, y poco más de la mitad las segundas.

Los catedráticos barceloneses de la época tampoco es que brillaran por su producción intelectual, que se reducían a algunas traducciones y algún que otro tratado sobre la peste. Imagino que tampoco ayudaría mucho a publicar el elevado coste de los libros de medicina, editados en su mayoría en latín, y la escasa industria editorial del momento.

En la Barcelona de finales del siglo XVII se documenta la existencia de 22 barberías y como podéis comprobar el imparable paso del tiempo ha hecho que no sobreviva ninguna de ellas. De hecho, paseando entre las calles de la ciudad nada hace sospechar su existencia.

Dos libros:

Mundos medievales. Espacios, sociedades y poder Ed. Universidad Cantabria

Històries de la Història de Barcelona, de Dani Cortijo (en catalán)

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pequehistoriae

6 comentarios

  1. Jejeje, Francisco, me he reído de lo lindo, me ha encantado tu forma tan divertida de contar este mundo de las barberías, genial , te felicito. Desde luego que muchos irían a la barbería a filosofar y se olvidaban de cortarse el cabello y la barba. Y la enseñanza de instrumentos musicales en las propias barberías, mas ameno que en estos tiempos actuales, que tenemos más tonterías a pesar de que dicen que hemos avanzado…Un abrazo.

  2. Por cierto Francisco, haces muy bien en mantener el misterio de tu edad que tienes en tu biografía…algo debe quedar en el misterio, ¿ o no?. Un abrazo.

  3. Antiguamente las barberías eran el punto de encuentro social de los hombres (Como ocurre ahorita con las mujeres con salones de belleza)…

    1. Hola kamx,
      no creas, en la actualidad también en muchas barberías se aprovecha como punto de encuentro. Si es que en el fondo el ser humano necesita relacionarse de una forma u otra, lo llevamos dentro.
      Saludos

      1. Lo sé, todavía se hace en la actualidad (Aunque ya no tan frecuente) se centran mas en los sitios que mencioné anteriormente…

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