
Muchos la comparan con “Las Vegas” por las desenfrenadas y legendarias fiestas que allí se sucedían. Su cercanía a Roma y sus aguas termales fascinaron a patricios y emperadores como Julio César, que se estableció en Bayas, en el mismo lugar donde hoy puede verse el Castello, y donde Nerón urdió el asesinato de su propia madre.
Un lugar amado igual que odiado
Ciudad costera de Campania, en el golfo de Nápoles, bañada por las calmadas aguas del Tirreno, sus orígenes datan del siglo III a. C. y no sería hasta el siglo I a. C. que Pompeyo borraría del mapa a los piratas que aterrorizaban sus costas y comenzaría a convertirse en lugar de veraneo de la alta sociedad romana, al encontrarse a 250 km. al Norte de la Ciudad Eterna.
Según se cuenta, su nombre derivaría de un compañero del héroe Odiseo, Bayo. No contaba con magistrados, y en ella no habían foros, templos ni mercados, ni tan solo monumentos públicos, solo enormes villas con ilustres moradores. Dispuso de dos complejos termales –con preciadas aguas mineromedicinales-, acuarios, piscifactorías, jardines extraordinarios y… ¡la cisterna de agua dulce más grande del Imperio! que abastecía del líquido elemento a toda esta gran infraestructura.
Pero allí no solo residían familias de la alta sociedad romana, ya que, al igual que en muchas ciudades de hoy en día, en sus playas, tabernas y albergues se encontraba gente deseosa de juerga y alguna que otra cosa más.
Amada igual que odiada, Bayas era sinónimo de turismo de masas descontroladas. Griteríos, cánticos, gente borracha y orgías eran escenas comunes durante la noche y también de día. Ovidio decía que lo fácil era “dar caza” a mujeres solteras y viudas, y Séneca no escatimó en denunciar esta situación como buen moralista que era, por otra parte, Horacio y Marcial elogiaban su belleza.
El declive
Sin lugar a dudas formó parte de la historia. Craso, Pompeyo y Hortensio son algunos de sus moradores y el nieto de Augusto, Marcelo y el emperador Adriano murieron allí. Es también en Bayas donde los historiadores sitúan el origen de la conjura para asesinar a Nerón.
Otros emperadores dejaron su huella constructora, como Alejandro Severo y Calígula, quien también acudía y haría construir un puente de barcas entre Bayas y Pozzuoli, para acortar la distancia entre ambas.
Entre los siglos III y VIII los terremotos hundieron parte de la costa, pero su fama como balneario perduró. El rey godo Atalarico, conocedor de las propiedades curativas de sus aguas, la recomendaban en el siglo VI, y tras la caída del Imperio muchos reyes seguían frecuentando sus termas para sanarse de sus males, como Federico II de Suabia en el siglo XII. Será el emperador Carlos I de España y V de Alemania quien construiría el actual Castello de la ciudad aprovechando las ruinas del palacio imperial romano, sede del Museo Arqueológico de Bayas.
En el siglo XVI la ciudad desapareció a consecuencia de la actividad volcánica que la rodeaba. Los terremotos destruyeron muchos de sus edificios, iniciándose los trabajos de excavación de sus restos en 1936. Se han localizado templos –en realidad, no funcionaban como tales- como el de Diana, de Mercurio, de Venus, un teatro y algunas de sus termas en las que se puede apreciar la ostentación y su rica decoración. Hoy, sus cristalinas aguas permiten divisar a siete metros de profundidad un parque arqueológico de indudable valor histórico, otra visita indispensable que atrae cada año a miles de turistas.
Para saber más:
Fotos de los restos sumergidos
Links fotos:
Información basada en los artículos de elmundo.es y nationalgeographic.com.es
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