
Hay libros, no muchos, que podemos considerar auténticos tesoros en lo que a documentar la historia se refiere. Sin duda, el “Ceremonial dels Magnifics Consellers i Regiment de la Ciutat de Barcelona”, conocido popularmente como “Rúbricas de Bruniquer”, es uno de ellos, y desde hace poco puede consultarse digitalizado.
Su autor, Esteve Gilabert Bruniquer i Riera, permaneció en el olvido hasta que el empeño del historiador Francesc Carreras Candi, a principios del siglo XX, le rescatara. Desde entonces es bien conocido por estudiantes e historiadores que, en sus cinco volúmenes y casi dos mil páginas escritas en catalán, encuentran un relato cronológico de todo lo que aconteció en la ciudad entre los siglos XIII y XVIII. Como decía, un verdadero tesoro para historiadores y para curiosos.
Bruniquer, hombre recto como pocos y querido por muchos, nació en 1561 en Granollers, una población cercana a Barcelona, y con 42 años le nombraron Síndic de la Ciutat de Barcelona, cargo que ostentó toda su vida. Pasó tres años en Roma defendiendo –con éxito- los derechos de su ciudad sobre el monopolio del trigo, de los molinos y de las tabernas, discutidos por algunas órdenes religiosas.
Por encargo del Consell de Cent, el órgano encargado de gobernar la ciudad, debía recopilar las leyes, disposiciones, privilegios y otras cuestiones relacionadas con la gestión de Barcelona, algo a lo que Bruniquer se entregaría con gran dedicación y rigurosidad hasta el final de sus días.

Algunas curiosidades del libro
- 29 de mayo de 1448, el obispo advierte a los miembros del Consell de Cent de que serán excomulgados si en la catedral dan la espalda al altar para mirar a las mujeres que allí se encontraban.
- El 15 de noviembre de 1459, en la desembocadura del río Llobregat, encontraron una ballena con «un membre de larch de una cana, e de gros, de la cuxa de un home».
- El 7 de diciembre de 1492, Joan Canyamàs, tras agredir en el cuello al rey Fernando «El Católico» cuando se encontraba en la ciudad, sería acusado y condenado a una muerte ejemplar. Tras atarlo a un poste sobre un carro, lo llevarían a la plaza del Blat, donde le amputaron una mano, después, al Born, donde le cortaron la otra; desangrado y prácticamente ya muerto lo llevaron a la plaza de Sant Jaume para cortarle la nariz, arrancarle un ojo y cortarle una pierna. El atroz castigo continuaría en Santa Anna, cortándole el otro miembro y, finalmente, en el Portal Nou, donde terminaron de cortarle en pedazos y quemarle en una pira.
Salud
En lo que respecta a la medicina Bruniquer dedica un tema a las “Coses que toquen a la Salut” donde incluye no solo enfermedades, sino también terremotos, sequías o plagas de langosta, sin duda, importantes y temidas al producir males, miserias y hambre.
Así, se sabe que en el caso de plagas de langostas se hacían procesiones, se oraba y se bendecía la tierra, maldiciéndolas al final. Recordando que en el año 1687 se sufrió una terrible plaga que para superarla cambiaron a la patrona de la ciudad nombrando a la Verge de la Mercè.
Epidemias de catarro (tos ferina) que en el año 1580 infectó a más de 20.000 personas, muchas de ellas falleciendo, afectando a todos los concejales de la ciudad, y Brucelosis, como la que afectó en enero de 1659, diezmando el ganado.
Ya hablé en otro artículo del blog del terrible terremoto que sufrió la ciudad en 1428, y gracias a Bruniquer sabemos que se sucedieron muchos otros como los de los años 1373, 1376, 1410, 1425, 1427, 1428, 1435, 1448, 1605 y 1660. Barcelona también padeció sequías que provocaron hambruna como la del 9 de diciembre del 1604, y que, al igual que con los terremotos, se intentaba superar con oraciones y peregrinaciones a iglesias y monasterios.
Peste
Por supuesto es referenciada y señala que en el período comprendido entre 1350 y 1714 se describen más de 300 episodios. Cuando se sucedía un brote los reyes huían, pero cirujanos y médicos eran castigados si pensaban hacer lo mismo.
¿Y cómo actuaban estos galenos para tratarla? Bruniquer menciona que ante un nuevo brote de peste se informaba inmediatamente a todas las ciudades de la Corona d´Aragó; se tomaban medidas policiales para impedir la entrada de Barcelona de personas sospechosas o que procedieran de lugares ya infectados; se prohibían las fiestas, ferias mercados para evitar concentraciones de personas; se desinfectaban o purgaban a las personas; se quemaba la ropa y los objetos sospechosos de estar contaminados; se procedía a organizar cuarentenas y se colocaban horcas a la entrada de las ciudades para castigar a los infectados que entraran.
A partir del siglo XV se construirían hospitales para atenderlos, como el de Santa Creu en una casa adquirida por el Consell de Cent, y el de los Àngels, este municipal.
Eclipses y visitas de reyes son descritos, así como juicios y otros hechos del día a día de la ciudad que hubieran caído en el olvido y que por otra parte ayuda a enriquecer nuestro conocimiento de la historia de un tiempo, nuestro pasado.
Su obra quedó inacabada tras su muerte en 1641, continuándola Joan Guiu y Jeroni Brotons hasta el 1714, y hoy encontramos su sepulcro en la tumba familiar del claustro de la catedral de Barcelona.
Para saber más:
Foto:
Información basada en “Aportació d´Esteve Gilabert Bruniquer (1561-1642) a la Historia de la Medicina Barcelonina, de Francesc Salamero Reymundo. Gimernat 2003 40, 45-54
Muy interesante, Francisco Javier. Cuando vemos compilaciones sobre la historia, no solo de guerras y de cómo se movían los imperios de aquí para allá, se vuelve fascinante. No está en el vacío, sino que las personas, ya fueran nobles o del pueblo, eran susceptibles a todo lo que les ocurría alrededor, estaban en perspectiva. Gracias por otra información valiosísima. Un abrazo.