Existe una diminuta isla donde no hay palmeras, ni playas paradisíacas, ni tan siquiera atrae la curiosidad de los turistas que se acercan a la zona, de hecho, tampoco ningún faisán se acercó a ella -al menos vivo- a pesar de conocérsela como la “isla de los Faisanes”, sin embargo, sus 200 metros de largo y 40 de ancho, tienen mucha, pero que mucha Historia.
Recibió diversos nombres con el paso del tiempo. Los romanos la conocían como «isla del paso», por el peaje que se debía pagar por transitar entre Hispania y Aquitania. Los franceses, le cambiaron el nombre a “île de Faussans” –también como “île de l´Hôpital”-, traducida en español como faisanes.
Se encuentra cerca de la desembocadura del río Bidasoa en el término municipal de Fuenterrabía (Guipúzcoa) en España, en la frontera hispano-francesa. Los vascones ocupaban esa zona hasta la llegada de Pompeyo que la incorporaría al Imperio romano. En la Edad Media se la disputaron el Reino de Navarra y el de Castilla hasta que en 1512 pasara de manera definitiva a la Corona de Castilla. Pero lo que la hace tan especial son los hechos acontecidos después.
Entre los años 1618 y 1648 Europa sufrió la Guerra de los Treinta Años, que marcó el futuro del continente. Francia y los territorios de los Habsburgo, compuesto por el Imperio español y el Sacro Imperio Romano Germánico, rivalizaban por la hegemonía en Europa, llegando a su fin con la Paz de Westfalia y la Paz de los Pirineos.
España y Francia se enfrentaron durante 10 años terminando con la derrota de España en la batalla de las Dunas en 1658 y el 7 de noviembre de 1659 con la firma del Tratado de los Pirineos. Este acuerdo no se celebraría en ningún palacio, sino en la isla de los Faisanes, con los representantes de cada país, Luis de Haro y el Cardenal Mazarino. Poco después, el 10 de junio de 1660 se ratificaría con el compromiso entre el rey Luis XIV y la hija del rey Felipe IV, María Teresa de Austria.

En el año 1856 ambos paises se comprometieron con el Tratado de Bayona a compartir la jurisdicción de la isla cada seis meses. Así, del 1 de febrero al 31 de julio estaría bajo dominio español y el resto del año, francés. Durante el tiempo que pertocara a cada uno, los Ayuntamientos de Irún y Hendaya debían cuidarla y limpiarla, ejerciendo como gobernadores o virreyes de la isla el comandante naval de San Sebastián y su homólogo francés en Bayona.
La isla de los Faisanes es el condominio más pequeño y uno de los más antiguos que existen. Hoy solo quedan árboles y hierba, un islote inadvertido a los ojos de muchos en el que las mareas del río hacen que en ocasiones se pueda acceder a pie desde España y en el que la policía evita que los intrusos acampen ilegalmente. Solo un pequeño monumento recuerda los importantes hechos que allí acontecieron, pero las autoridades deberían concederle la importancia histórica que merece.
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¡sorprendente ejemplo de coadministración¡ No existe población permanente, pero tiene 3 idiomas oficiales
Hola Carlos,
sí, si es que al final, con voluntad, ninguna barrera es infranqueable ni ningún problema queda por resolverse.
Saludos
Como siempre, excelente artículo. Ciertamente merece la pena profundizar en su historia, pues allí, por insignificante que parezca el lugar, pasaron muchas cosas que son ejemplares y que debían hacernos reflexionar. Efectivamente, con buena voluntad casi todo tiene arreglo. Eso es lo bueno, lo malo es que la buena voluntad a veces escasea, y tiene difícil la lucha frente al egoísmo.
Hola Libreoyente,
tristemente cierto lo que dices. Pero bueno, hay que ser optimistas…
Un abrazo