«Maravilloso elixir y antídoto», así se describe en los libros antiguos a un remedio muy popular entre nuestras abuelas. Me refiero, claro está, al «agua del Carmen», pero su curioso nombre no hace referencia ni al agua, ni a ninguna Carmen.
Se la llama también agua de melisa o agua de toronjil y para quien no conozca esta «milagrosa» solución debería decir antes de continuar que no se trata de ninguna pócima prodigiosa, aunque se le atribuye muchas propiedades. Mezclada con agua endulzada, tibia o fría, o con una infusión de té o hierbas, tradicionalmente se utiliza para tratar trastornos gastrointestinales y nerviosos relacionados con el estrés, favoreciendo el sueño y el descanso, así como calmar los dolores de regla y algunos de los síntomas de la menopausia.
Se documenta su origen en 1611, en Francia, como licor elaborado por la comunidad de monjes de los Carmelitas Descalzos para «curar los problemas nerviosos y la histeria, los problemas del alma, la violencia o incluso el mal humor».

Esta Orden se originó con los primeros eremitas del Monte Carmelo por un grupo -no se sabe si peregrinos, ermitaños o cruzados- en el siglo XIII dando lugar a la Orden Carmelita. La regla que siguen es la que enunció el patriarca de Jerusalén, Alberto de Vercelli y se establecieron mayormente en el este y el centro de Europa, promoviendo el culto a la Virgen María y la devoción al escapulario del Carmen. En España, será en la Castilla del siglo XVI a partir de una reforma Santa Teresa de Jesús llevó a cabo en la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo descontenta con la relajación de las normas originales, con la que buscó retornar a la vida centrada en Dios de los primeros eremitas del Monte Carmelo. Creó el primer Convento de Clausura de San José, en Ávila, junto a San Juan de la Cruz recuperando la austeridad, la pobreza y la clausura, auténticos ejes del espíritu carmelitano.
A principios del siglo XX se puso de moda en España (especialmente entre las mujeres) siendo indispensable en muchos botiquines, todavía hoy se puede adquirir en algunas farmacias y muchos herbolarios. Los hay que abusaron y siguen abusando de este «agua», incluso alguna abuelita lo ofrecía a sus hijos o nietos mojando un terrón de azúcar a modo de irresistible golosina.
Si en alguna ocasión os veis tentados de probarla, permitid deciros que no debe utilizarse a dosis mayores a las recomendadas, ni por más de 10 días seguidos, salvo indicación médica; tampoco debe darse a niños menores de 12 años, mujeres embarazadas, ni durante la lactancia materna; ni en personas con la función del hígado alterada o úlceras del estómago. Y si seguís tentados de probarla aquí os dejo una fórmula para elaborarla:
Un litro de alcohol 80º
Hojas y flores de melisa (20 cucharadas)
Una cucharada de raíz de angélica triturada
30 gramos de corteza de limón
Clavos de olor nº 8
10 gramos de canela
10 gramos de semillas de coriandro
Todo bien mezclado e introducido en una botella de vidrio, dejándolo macerar tres semanas. Tras filtrarla, se debe guardar en un lugar fresco y alejado de la luz.
Pero cuidadín que tiene muchos grados de alcohol…
Para saber más:
Otras recetas de la abuela para sentirse mejor
Prospecto del agua del Carmen
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