Hablemos del futuro

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Hoy no hablaremos del pasado, sino del futuro, aunque para ser sinceros, tampoco nos olvidaremos del primero. ¿Cómo pensaban hace cien años que sería nuestro mundo? ¿Cómo pensamos hoy que será nuestro futuro? En algunos casos, la fantasía superó la realidad, pero cuando nos lo preguntamos en la actualidad puede que ese error de apreciación disminuya más de lo que podamos pensar. La imagen de arriba muestra cómo imaginaban que serían las clases en un colegio cualquiera, en esta ocasión no estuvieron mal encaminados.

El futuro visto desde el pasado

La ilustración corresponde a una de las 87 estampas que se conservan de Jean-Marc Côté y otros artistas franceses. Creadas entre 1899 y 1910, originalmente en forma de cromos o estampadas en cajas de cigarrillos y después en postales, la primera serie se produjo para la Exposición Universal de París (1900), sin éxito, todo hay que decirlo.

Poco tiempo después, en enero de 1900, la compañía alemana de pasteles “Theodore Hildebrand and Son” regalaba en cada paquete de chocolate un cromo con una imagen de la hipótetica ciudad del siglo XXI.

La policia del futuro

Esta idea promocional sería también adoptada por los pasteleros “Einem” de Moscú, en 1914. En esta ocasión se produjo 8 postales en color de cómo sería su ciudad entre los años 2114 y 2259.

Plaza Roja de Moscú.
Plaza Roja de Moscú

No sé a vosotros, pero a mí me sorprende que en este último caso “afinaran” tanto  la fecha, lo que no me sorprende es que en todas, la ciencia y la tecnología está presente, no solo para crear robots que nos ayuden en las tareas del día a día, sino también a la hora de cumplir el sueño de volar.

Julio Verne en su lecho de muerte en 1905.

Hay una novela de Julio Verne, escrita en 1863, olvidada en una caja fuerte hasta que fue descubierta por su bisnieto, en 1989,  en la que nos muestra un futuro hipertecnificado, una sociedad masificada, donde los números han vencido a las letras. Una sociedad ocupada por tecnócratas, banqueros y funcionarios. Y es que a mediados del siglo XIX aparece el motor de explosión y surge el “Pantelégrafo Caselli”, que se aplicarán en los automóviles y el “facsímil”, y esto se reflejará en la novela.

Pero no hay que pensar que Julio Verne fuera pesimista, todo lo contrario. Este autor de literatura científica, que no de ciencia ficción, consideraba que los nuevos conocimientos y la ciencia, acelerarían el progreso y liberarían a la Humanidad. Así, viajar a la Luna, por las profundidades del océano o conquistar los Polos, sería posible y así fue.

¿Qué nos espera el 2050?

En la antigua Grecia, se diseccionaban animales y hace 2.500 años, Alcmeón de Crotona, extirparía el ojo a un animal observando el nervio óptico, siendo el primero en afirmar que en el cerebro residía la conciencia. En 1656, el arquitecto inglés Christopher Weren, realizó un experimento que bien podría considerarse poco ético. Cogió un perro vivo y canalizó una vena inyectándole vino y cerveza en la sangre hasta que se emborrachó y vomitó hasta morir. En realidad el experimento podría considerarse todo un éxito pues demostró que la primera inyección intravenosa había funcionado. En 1937, el biólogo ruso Vladímir Démijov, diseñó una máquina capaz de sustituir a un corazón con el que mantuvo con vida durante cinco horas a un perro al que previamente le extirpó dicho órgano.

Todos estos discutibles experimentos ayudarían a avanzar a la ciencia y si no se hubieran realizado… ¿quién sabe cuántos años más se tardarían en hacer trasplantes de corazón? ¿Cuánto más hubiera tenido que esperarse para realizar transfusiones de sangre? ¿Cuántas personas se beneficiaron de ellos? Miles, seguro que sí. Las experimentaciones con animales  han permitido grandes avances científicos, pero aún quedan muchas barreras éticas.

Consideraciones éticas a parte, los científicos  coinciden en decir que estamos a punto de vivir una revolución que cambiará la condición humana. En el año 2012 apareció una herramienta genética conocida como CRISPR, que permite editar fácilmente el genoma de muchos seres vivos, humanos incluidos. Y más recientemente, se está desarrollando una nueva tecnología que la superará, las recombinasas, unas enzimas que permiten modificar el genoma con menos errores.

La investigación genética permite obtener cultivos alimentarios para conseguir variedades más resistentes a los herbicidas y más productivas, algo que será imprescindible en el futuro, ya que en el año 2050, seremos en la Tierra casi 10.000 millones de personas, siendo la India la nación más poblada, con el 17%. Esto obligará a incrementar la producción agrícola un 70%. Además, el cambio climático obligará a que las cosechas sean más resistentes.

El número de personas mayores de 65 años en los países en desarrollo aumentará un 250% respecto al 2010 y habrá 10 veces más personas centenarias. Me pregunto entonces… ¿la maternidad a los 60 años dejará de ser un problema?

El alzheimer será una de las enfermedades que más aumentará su incidencia, se calcula que se triplicará su diagnóstico, y la terapia genética podría ser la solución en algunas de ellas. Sin olvidarnos tampoco de las enfermedades cardiovasculares, tan ligadas a la edad.

Aunque el sida y el cáncer seguirán estando presente en nuestras vidas, serán enfermedades que cada vez provocarán menos muertes al avanzar en su tratamiento y su prevención, sin embargo, algunas enfermedades infecciosas que hoy tenemos controladas podrían no estarlo debido a la resistencia de los antibióticos. El abuso en la toma de antibióticos generarán cepas nuevas de bacterias capaces de resistir a los fármacos tradicionales. Se calcula que estas superbacterias podrían causar 10 millones de muertes cada año, si no se toman medidas hoy.

Pero el año 2050 nos esperan muchas otras cosas…

No todo es malo, la edición genética ayudará a curar enfermedades y crear cultivos resistentes capaces de alimentar a la población. Los avances en robótica e inteligencia artificial mejorarán nuestra calidad de vida.

Exploraremos Marte, analizaremos la atmósfera de planetas similares a la Tierra, se calcula que conoceremos al menos unos 500, y en breve tendremos indicios de vida en alguno de ellos.

En el 2050 ya no habrán automóviles, solo se verán en los museos, bajarán los niveles de contaminación y cambiará la fisonomía de las ciudades, al igual que pasó cuando dejaron de utilizarse caballos y carros para movernos por las ciudades.

La automatización y la inteligencia artificial hará desaparecer profesiones como la de los taxistas, mecánicos tradicionales, profesores de autoescuela, agentes de seguros… así hasta más de 700 ocupaciones, entre el 50 y el 80 % de los actuales empleos.

Puede que las personas interactuemos continuamente con las máquinas y la distinción entre ocio y trabajo desaparezca y puede que nuestra privacidad termine por desaparecer desde el mismo momento de nuestro nacimiento, pero creo que el futuro nos traerá más bienes que desgracias. Pienso, como Julio Verne, que el progreso nos liberará, aunque ahora nos asuste. Y es que no hay que mirar mucho atrás en el tiempo, tan solo unos veinte años, y comprobar que ni los más atrevidos se imaginaban que hoy dependieramos tanto de los móviles y el internet

Y tú, ¿qué piensas?

Información basada en el artículo de elpais.com y nationalgeographic.com

Links fotos:

A 19th-Century Vision of the Year 2000

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