Encontramos cientos de destinos a los que viajar por las redes sociales o en las agencias de viajes de todo el mundo, pero, cuidado con viajar a París, más si eres japonés. Ahora os explico el porqué.
Cuando viajamos no es raro encontrarnos con una multitud de turistas japoneses cámara en mano fotografiándolo todo, ya sea en grupo o de dos en dos. Entre los países que más invierten en viajes internacionales se encuentra precisamente Japón, en el octavo lugar del mundo, según datos de la Organización Mundial de Turismo, estimándose que corresponde a más del 14 % de la población del país. En Europa eligen principalmente, Francia e Italia, que junto a España, son los países que más visitan.
La gran mayoría regresan con la satisfacción de haber disfrutado de ese soñado viaje, pero no todos. En algunos casos, las expectativas no siempre son las esperadas y es entonces cuando ese viaje se puede convertir en una pesadilla, concretamente en una enfermedad inesperada conocida como «síndrome de París».
El «síndrome de París»
En 1986, el psiquiatra japonés Hiroaki Ota describió una enfermedad no diagnosticada hasta entonces que afectaba especialmente a turistas japoneses que habían visitado recientemente la ciudad de París y todos tenían en común su decepción tras visitarla al tener unas expectativas del viaje que no se cumplieron. Al igual que otras grandes capitales europeas, París respira prisa, estrés, ruido, contaminación, algo que contrasta con su idealización de belleza, cultura y amor.
Es un trastorno psicológico transitorio que entre los síntomas que presenta destacan mareos, agresividad, neurosis, obsesión, depresión, aumento de la presión arterial, insomnio, ansiedad, sudoración, distorsión de la realidad y alucinaciones, entre otros. Esta clínica puede variar desde formas leves a otras más severas, según la persona. En el año 2004 la revista francesa Nervure-Journal de Psychiatrie lo confirmó, afectando en la actualidad a una veintena de turistas japoneses cada año.
Se desconoce lo que la causa, se apunta a que la dificultad en comunicarse por desconocimiento del idioma, el choque cultural, el cansancio por el viaje y el Jet Lag, pueden ser desencadenantes para manifestar un disturbio mental latente hasta entonces. Como apuntaba antes, tener una expectativa muy alta en relación a la ciudad a visitar que luego no se cumple, es probablemente el factor principal para desencadenarlo.
Nuestra cultura para viajar ha cambiado en los últimos años. Hoy disponemos de aerolíneas de bajo coste, buscamos información en Internet y encontramos imágenes que invitan a soñar con ese lugar y no cabe duda de que las redes sociales son los mayores culpables al distorsionar en muchas ocasiones la realidad de los destinos. Además, muchas personas viajan para acumular «ciudades» en sus espaldas como si de una carrera se tratara. Viajan sin una planificación adecuada y sin informarse correctamente. Después, en el lugar escogido se da más importancia a ver muchas cosas, rápido, sin disfrutar del momento y sin tomarse el tiempo necesario para disfrutar del viaje.
Las personas que lo sufren deben dirigirse a un hospital para tratar los síntomas con tratamiento farmacológico, pero en casos más graves requieren su repatriación. Es por eso que actualmente en la embajada japonesa hay una línea que funciona las 24 horas del día para ayudar a los turistas japoneses que sufren este trastorno. Después, en su país deben buscar la ayuda de un especialista, psicólogo o psiquiatra que indicará medicamentos antipsicóticos o ansiolíticos, así como sesiones de psicoterapia hasta la total recuperación de la persona afecta.
Otros síndromes similares
Este síndrome no es exclusivo de los japoneses, ni tampoco de la capital francesa. Otros síndromes similares son el «síndrome de Stendhal» seudónimo de Marie-Henri Beyle, quien lo describió tras sufrirlo en 1817 en su visita a la basílica de la Santa Cruz en Florencia, describiéndose como síndrome en 1979 por la psiquiatra italiana Graziella Magherini, y el síndrome de Jerusalén, relacionado en este caso con el fervor religioso.
Por otra parte, Japón es un destino que está de moda. Según estadísticas de la Oficina Nacional de Turismo de Japón, el año pasado más de 31 millones de personas lo visitaron. ¿Existirá también un síndrome de Japón? Por si acaso, un consejo: informaros bien de vuestro destino por distintas fuentes y sobre todo, disfrutadlo, sin prisas, enamoraos de la ciudad.
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