
Según cuentan del médico de la Grecia Antigua, Erasístrato, en una ocasión logró curar al hijo de Seleuco I, rey de Siria, Antíoco I Sóter, de una extraña y misteriosa enfermedad que le consumía desde hacía tiempo: el mal de amor. Erasístrato fue junto a Herófilo el fundador de la Escuela de Alejandría de medicina en tiempos de la Dinastía Ptolemaica y destacó en la neurofisiología, considerándole muchos como el fundador de la fisiología experimental y el pionero de la psicoterapia por su afortunada intervención en la corte de Seleuco.
Según nos cuenta Plutarco, durante la estancia de Erasístrato en la corte de Seleuco Nicátor, trató a su hijo, Antíoco, de un mal que le había provocado deseos de suicidio. Con la sospecha de que su enfermedad no era producida por un mal físico, hizo llamar a todas las personas hermosas del palacio para que se presentaran a Antíoco y a medida que desfilaban delante de él le tomaba atentamente el pulso. Cuando llegó el turno de la bella y joven Estratonice, su madrastra, comenzó a presentar palpitaciones, cambio de color, dificultad en el habla y conmoción. El médico confirmó sus sospechas e ideó un plan para curarlo.
Erasístrato se presentó delante de Seleuco y le dijo que Antíoco amaba a su mujer y que nunca renunciaría a ella para que se curara. El monarca suplicó al médico que cediera a su mujer para salvarle, a lo que Erasístrato le contestó: «injusto es lo que me pides, ¿qué harías tú si el amor fuese a tu esposa? El rey contestó «no vacilaría en entregar a la madrastra y hasta el reino para curar a su hijo». Ante esa respuesta, Erasístrato le confesó que en realidad estaba enamorado de la reina y que lo que le acababa de decir era mentira. Así, el rey casó a Antíoco con su madrastra, cediéndole las provincias orientales del reino, y al médico Erasístrato le recompensó con cien talentos.
Al parecer su unión resultó ser muy feliz y tuvieron cinco hijos y dos hijas. Este relato, lejos de caer en el olvido, se inmortalizó en múltiples obras de arte y óperas. Todos coinciden en decir que el cuadro que os presento, una pintura neoclásica francesa perteneciente a Jacques-Louis David, es la que mejor lo representa. En ella puede verse a Erasístrato, médico ya anciano, tomando el pulso a Antíoco delante de la bella Estratonice y el rey Seleuco, quien se encuentra en un segundo plano, en la sombra, a la expectativa del diagnóstico del médico.
Cómo superarlo
El mal de amores, aunque no siempre, conlleva una sensación de despecho, generalmente de tristeza profunda y desesperanza que pasa por tres fases. Se empieza negando la situación, aparece un sentimiento de culpa y se termina aceptando. No existe una receta ni un remedio universal para curarlo, pero aquí os dejo una reflexión que podrían ayudar a superarlo, claro, es solo una opinión…
El amor no es para siempre, tiene un principio y un final. Sí, aceptémoslo, el amor es uno más de muchos otros eventos de la vida. Cuando se sufre de este mal lo primero que hay que hacer es conseguir ser tolerante con uno mismo y con la persona amada que ya no está. Los amores verdaderos tardan en olvidarse y hay que dar tiempo al tiempo. Una vez pasada esta etapa, volver a amar y rehacer la vida afectiva aprendiendo de las experiencias vividas en el pasado suelo ser lo más positivo.
Recordemos lo que en una ocasión dijo el escritor y director de cine chileno Alejandro Jodorowsky:
Sufres, lloras, reclamas, sin darte cuenta que a quien le pides caricias no tiene manos.
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