
El emperador Carlos I puso fin a la República de Florencia tras su asedio a la ciudad en el año 1530. Fueron casi diez meses de sitio y a pesar de estar exhaustos y hambrientos, los florentinos, organizaron un partido de fútbol que permanecería en el recuerdo de la historia.
El contexto bélico
Los florentinos proclamaron la república tras expulsar a los Médicis en 1527. El nuevo gobierno formado se puso al lado del rey Francés en la conocida como Guerra de la Liga de Cognac que libraba contra los Habsburgos de Carlos V y el Sacro Imperio Romano Germánico. Carlos V acordó con el Papa en 1529, recuperar Florencia para restaurar en el poder al sobrino del pontífice, Alejandro de Médicis. Un gran ejército comandado por Filiberto de Chalôns, príncipe de Orange, sería el encargado del asedio.
El 17 de febrero de 1530, la moral de la población de Florencia estaba por los suelos y la ciudad prácticamente tomada por las tropas de Carlos V. A pesar del hambre y el cansancio decidieron disputar un partido con pelota para desafiar y demostrar al emperador que, aunque cayeran en sus manos, no estarían dispuestos a dejar sus costumbres y tradiciones. Ni los cañonazos, ni los disparos conseguirían interrumpir este partido, que lejos de interrumpirse, prosiguió hasta el final. Poco tiempo después, la ciudad cayó a manos de Carlos V tras la ejecución del mejor capitán florentino, Francesco Ferruccio.
El «calcio florentino», ¿antecedente del fútbol moderno?
El fútbol, tal como lo conocemos hoy en día, nació a finales del siglo XIX, en Inglaterra. Sin embargo, en la antigüedad ya existían juegos de balón como el episkyros, en la antigua Grecia, y en lo que se piensa que fue una derivación del mismo, el harpastum, en Roma. Entre juego y entrenamiento militar, el harpastum lo practicaban los reclutas y legionarios romanos destacados en Britania. Se jugaba con una pelota más pequeña y dura que el actual balón de fútbol, en el que participaban 4 o 6 jugadores por equipo. Más parecido al rugby que al fútbol por su rudeza, consistía en llevar la pelota hasta una línea situada tras el equipo rival. Algunas versiones apuntan que el objetivo era el de mantener la pelota en el propio campo a base de pases y evitar que el rival la cogiera y se la llevara al suyo. La arqueología ha dado con muestras de este juego en el mosaico de la Villa del Casale, en Sicilia y en una tumba de Sinj, Croacia.
Durante la tercera semana de junio desde el año 1580, día del patrón de la Toscana, en la plaza Santa Croce de Florencia se celebra una competición (“calcio” histórico) a tres partidos. Mezcla de rugby, fútbol y boxeo, las reglas brillan por su ausencia, aunque no son permitidas las patadas en la cabeza, ni los ataques a traición. Los dos primeros partidos enfrentan a los cuatro equipos, cada uno proveniente de un barrio distinto de la ciudad: Santa Croce (azul), Santa María Novella (rojo), Santo Espíritu (blanco) y San Giovanni (verdes).

En ella hay un capitán, un porta-estandarte y 27 hombres (15 delanteros, tres medios, tres defensas y tres porteros) por equipo, que durante cincuenta minutos intentan poner la pelota entre las porterías del equipo contrario. Luchan –como si de gladiadores se trataran- por el honor de ganar, eso sí, bajo la atenta mirada de curiosos turistas. Para el vencedor el premio no es económico, sino que se celebra un gran banquete el que pueden comer sin límites.
Los Médicis fueron grandes promotores de esta disciplina y siempre se les podía ver ocupando una tribuna de honor durante los partidos. Se hizo tan popular que personajes como Leonardo da Vinci –como aficionado- y Maquiavelo, así como los papas Clemente VII, León IX y Urbano VIII, practicarían este deporte.
Se conoce como calcio florentino, el mismo nombre que recibe hoy el fútbol en el país transalpino, y en esa celebración se recuerda aquél honroso partido que se disputó en la ciudad antes de la ocupación de las tropas del emperador Carlos V.
Para saber más:
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Hola, Francisco:
Genial la explicación que nos haces del origen del ‘calcio’. Un artículo lleno de pasión y con unos datos y curiosidades que hacen las delicias del lector. Enhorabuena.
Un abrazo.
Hola Héctor,
soy yo quien te agradece que sigas el blog cada semana desde hace tanto tiempo. Un placer tenerte en los comentarios.
Abrazos