
En el laboratorio de Ramón y Cajal podían verse algunas preparaciones identificadas como “enfermedad o demencia de Alzheimer”, una denominación utilizada hacia 1920 con cierta frecuencia por algunos ilustres científicos desde que en novembre de 1906, el médico alemán Alois Alzheimer, presentara una conferencia delante de sus colegas.
Este psiquiatra y patólogo, junto a Franz Nissi, establecieron las características básicas de la anatomia normal y patológica de la corteza cerebral. En una ocasión, llegó a su conocimiento el caso de una mujer, Augusta Deter, que ingresó con 51 años de edad en el Hospital de Frankfurt en 1901 con pérdida de memoria, desorientación temporo espacial, alucinaciones, alteraciones de conducta y un grave trastorno del lenguaje. Estos síntomas eran típicos de una demencia pero lo que más le llamó la atención fue que la clínica se inició en una edad más temprana de lo habitual.
Tras cuatro años y medio de enfermedad la paciente fallecería a causa de las úlceras ocasionades por la inmobilización en cama y a una infección pulmonar. El Dr. Alzheimer solicitó que le enviaran el cerebro de Auguste a Munich, donde trabajaba en aquél momento, para analizarlo. Tomó más de 250 muestras y 6 meses después dio una conferencia con el título “Una nueva enfermedad grave característica de la corteza cerebral”. En ella mostró que la corteza cerebral era más estrecha de lo normal, atrófica, y presentaba unas placas de tejido amiloide con neuronas degeneradas y ovillos neurofibrilares.
En 1907 publicó el caso y su colega Emil Kraepelin fue quien dio su nombre para identificarla como “enfermedad de Alzheimer” en el Manual de Psiquiatría en 1910. A partir de entonces se reconoció a Augusta Deter como la primera paciente diagnosticada con este tipo de demencia.
La palabra demencia significaría “locura, trastorno de la razón” y la encontramos en el siglo I a. C. en la obra de Titus Lucrecius De Rerum Natura, así como en la Enciclopedia de Celsus. Un siglo después, Areteo de Capadocia hace referencia a la demencia senil, hemos de tener presente que en aquella época la esperanza media de vida era de unos 30 años, pero no toda demencia aparece después de los 65 años.
Existen más de 100 tipos distintos de demencia y el Alzheimer representa más del 60 % de todos ellas. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por la progresiva destrucción de las neuronas cerebrales que provocan una progresiva pérdida de las funciones cognitivas en los pacientes que la sufren. Afecta a más de 30 millones de personas en todo el mundo y se estima que en 2050 afectará a 100 millones. Así pues, es una enfermedad del pasado, del presente y seguirá estando muy presente en el futuro.
Tras décadas en el olvido desde esa primera descripción, la enfermedad de Alzheimer es una de las más estudiadas en los últimos años gracias en parte a Augusta Deter. Las muestras de su cerebro permanecieron arrinconadas en un sótano de la Universidad de Munich hasta que fueron encontradas por el profesor Manuel Graeber de la Facultad de Medicina de Sydney (Australia). Su posterior análisis por el Instituto de Genética Humana de la Universidad de Giessen confirmó los hallazgos anatomopatológicos del Dr. Alois Alzheimer e identificó una mutación genética que ocasionó la aparición tan temprana de la enfermedad. Tras la publicación de estos resultados se han publicado multitud de estudios al respecto y la investigación del Alzheimer es hoy una de las prioridades de la sociedad y de la medicina.
Actualmente, el tratamiento incluye fármacos que inhiben la acetilcolinesterasa, sin embargo, solo un tercio de los pacientes responden al mismo, explicándose esta baja respuesta en parte a factores genéticos de cada individuo. No existe un tratamiento eficaz que frene su progresión. Al igual que se aplica ya con éxito en el Parkinson se está investigando la estimulación cerebral profunda de los lóbulos frontales con un marcapasos, tal como explica el profesor Douglas Scharre de la Universidad Estatal de Ohio en la revista Journal Of Alzheimer´s Disease.
Es cuestión de tiempo, pero estoy convencido de que en los próximos años se encontrará un tratamiento eficaz que consiga no solo frenar, sino revertir los síntomas de esta enfermedad. Al igual que los conocimientos y la brillante observación del Dr. Alzheimer hicieron avanzar la medicina, la ciencia y los científicos dan pasos de gigante en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades.
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